Elisa estaba un poco cohibida mientras se subía la falda, dejando al descubierto un poco de su rodilla. La luz de la luna bañaba su rostro, tiñendo sus mejillas de un tono rosado que solo aumentaba su belleza.
El calor de la mano de Gabriel en su tobillo era un consuelo contra el frío del aire de la noche, pero el pie de Elisa se crispó nerviosa, su mente volvió al beso que habían compartido.
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