Al ver entrar a Elisa en la sala, Bastián bajó la cabeza con culpabilidad, sin atreverse a mirarla a los ojos.
—Por favor, levante la cabeza —le ordenó Elisa. Sin dudarlo, Bastián levantó la cabeza para mirarla. Se sentía perdido, abrumado por la culpa y el arrepentimiento. Elisa no quiso darle demasiadas vueltas al incidente.
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