Antes de que Isabella pudiera siquiera empezar a gritar, una mano perpetuamente helada le cubrió la boca, mojada con restos de humedad.
—Calla. No grites. Estoy bien. Sólo estoy demasiado cansada y quiero acostarme —dijo Elisa.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread