—Minerva, deberías volver a tu habitación y descansar. Necesito discutir algunos asuntos con la Señorita Benedetti. No te preocupes, no es nada grave. —El Señor Carrera se apresuró a hablar para desviar la atención de su hermana, creyendo que no debía enterarse de los problemas que tenía para evitar que se preocupara.
Sin embargo, Elisa entendía muy bien las preocupaciones del Señor Carrera, aunque no podía ofrecerle mucha ayuda. Por aquel entonces, Gabriel y ella habían hecho todo lo posible por conseguir el Ganoderma Caligo en la subasta. Después de todo, no había noticias de que nadie más lo poseyera.
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