—¡Tonterías! ¡Eso es completamente ridículo! —espetó Norberto, pero su micrófono seguía apagado. Las personas sentadas a cierta distancia de él no lograron escucharlo.
Aquellos que estaban cerca lo escucharon con bastante claridad, pero lo ignoraron. Estaban estupefactos con lo que Elisa acababa de revelar. ¿Cómo pudieron Norberto y su familia hacer algo tan despiadado? No podían creerlo. Al mismo tiempo, sabían que situaciones como esa sucedían más seguido de lo que imaginaban. A fin de cuentas, era la naturaleza humana. Las personas harían todo lo posible cuando se trataba de dinero. Aquellos que no tenían consciencia lastimarían a su propia familia y amigos por eso.
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