Gabriel frunció aún más el ceño. Era evidente que se sentía miserable. Luego, miró a su amigo con indiferencia para hacerle saber que no quería escuchar todo aquello. No obstante, a Vicente no le importaba lo que pensara.
—Tal vez la amas desde hace mucho tiempo, pero pensabas que ella y su padre te obligaron a casarte y por eso los odiabas, pero no sabías que... —dijo el hombre de forma suave y, cuando se detuvo a propósito, Gabriel lo miró.
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