Tardó bastante tiempo en recuperar los sentidos. Cuando lo logró, Gabriel ya estaba lejos de ella.
—¡Gabi! —gritó mientras corría hacia él, pero la actitud indiferente del hombre la hacía temblar y retrasarse. Dejó de pensar en ello y corrió hasta alcanzarlo; se paró frente a él y preguntó—: ¿Por qué no puedes creerme? Gabi, no he hecho nada.
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