—Yo abriré la puerta. De momento no sabemos quién es —dijo Raquel en voz baja mientras Elisa fruncía el ceño sin decir una palabra.
«Podría ser Guillermo, que pasó a comer gratis, o podría ser Gabriel enojado». Preocupada porque Elisa pudiera ser acosada en cuanto abriera la puerta, Raquel se ofreció a abrir. Después de hacerlo, se asombró cuando vio a una señora vestida muy formal.
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