Para él, ella era más obstinada que independiente. «Nunca me ha pedido ayuda. Tengo que pensar en los obstáculos a los que podría enfrentarse», pensó con el ceño fruncido.
—¡Debe de doler mucho! —exclamó Raquel—. Aunque nunca he experimentado esto, solo he tenido lesiones leves, así que no podría soportarlo. Gritar en voz alta podría aliviar el dolor.
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