La mujer dejó de mirarlo y no dijo ni una palabra porque Guillermo la había cansado. Él no tenía problema en expresar sus sentimientos hacia ella y eso la molestaba mucho. Le había pedido que ya no lo hiciera, pero él era obstinado. La mujer tomó la decisión de dejar de repetírselo una y otra vez.
Para la mayoría de las personas, Guillermo tenía un coeficiente intelectual elevado y Elisa era su punto débil. Sin importar lo mucho que él intentara complacerla, ella lo rechazaba. Lo peor de todo era que ella no se enamoraría de él, pero al hombre no le importaba; sino que continuaría intentándolo y no se daría por vencido con ella.
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