No era la primera vez que Elisa visitaba aquella comisaría. Como la Corporación Benedetti estaba bajo la jurisdicción de esa comisaría, a menudo tenían que tratar allí diversos asuntos. Por lo tanto, Elisa ya estaba familiarizada con la estructura interna del edificio y se movía por el lugar sin esfuerzo.
Al cabo de unas cuantas vueltas, se encontró con algunos policías conocidos que la saludaron, y ella respondió a cada uno amablemente. Finalmente, llegaron a la sala de interrogatorios. El hombre ya se había cambiado de ropa y duchado, con aspecto más fresco. Sin embargo, su rostro seguía mostrando una desolación absoluta. Ignoró todas las preguntas de la policía como si no las hubiera oído.
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