Desprevenida, Raquel se quedó quieta en su sitio, mirando de vez en cuando a su alrededor. No fue hasta que un coche con una matrícula algo familiar se detuvo delante de ella cuando se dio cuenta de que algo iba muy mal. Se quedó mirando el modelo de coche, la matrícula y la cara que aparecieron al bajar la ventanilla. Raquel se quedó atónita en el acto. Tardó un rato en volver en sí.
—¿Por qué eres tú?
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