—Elisa. —Marina respiró profundo y controló sus emociones. Cuando volvió a mirarla, estaba calmada—. No sé cuánto te quiere mi hijo. Lo que más temo es que no pueda vivir sin ti. ¿Sabes que cuando se enamora, no se fija en nadie más? Es muy parecido a su padre en este aspecto. ¡Idéntico!
La mirada de Elisa se quedó helada. Apretó los labios. En ese momento, no sabía qué decir.
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