A medida que el barco se acercaba, los aldeanos se volvían cada vez más cautelosos, debido al tamaño colosal de la nave que se acercaba, estaban en alerta máxima y con cautela fijaron sus ojos en ella hasta que Elisa se bajó de la nave.
Llevaba un vestido negro de sirena sin tirantes que acentuaba muy bien su figura, sus cejas estaban levantadas y sus ojos cautivadores, lo que la hacía irresistible, su piel clara brillaba a la luz del sol, ella se veía hermosa.
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