Elisa se sentó en silencio y no le dijo más nada al hombre en el asiento del acompañante, el cual no era llamativo y tenía buenos modales. Este sabía que Elisa y Gabriel tenían una relación delicada, así que se quedó en silencio.
Elisa sacó su teléfono y lo miró con despreocupación. Estaba claro que había cuatro personas en el auto, pero el silencio era tal que era como si el vehículo estuviera vacío. Pronto llegaron a su destino.
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