Esa persona era una experta. Su jefe había estado trabajando durante tanto tiempo, pero solo logró ver el obstáculo que habían puesto. En ese momento, Tomás no supo qué decir. Gabriel empezó a jaquear una vez más y su asistente no apartaba la mirada de la computadora mientras lo observaba. Sin embargo, en ese instante, la persona a la que Gabriel y el Departamento de Informática de Grupo Weller intentaban localizar desesperadamente estaba sentada en su sofá con un cuenco de frutas, entretanto veía la televisión; era como si ella no recordara lo que había hecho por la tarde. De repente, sonó su teléfono y la distrajo.
Raquel: «Cariño, ¿vamos de compras mañana?».
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