Era una simple amenaza, pero los seis que estaban en el despacho sintieron el peligro que se escondía detrás de aquellas palabras, así que la miraron fijo con incredulidad. «¿Es la misma señorita Benedetti? Parece otra persona».
—¡No te tengo miedo! Tengo pruebas —dijo Jenifer con una expresión demacrada debido al miedo.
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