—Señorita Elisa Benedetti, el destino nos ha permitido encontrarnos de nuevo. Hay miles de millones de personas en el mundo, sin embargo, tú y yo nos encontramos aquí esta noche. Me gustaría invitarte a bailar. ¿Estás interesada ahora?
Bajo la mirada de todos, Edgardo caminó lento hacia el centro del escenario con un micrófono en la mano. Se enfrentó a Elisa con una sonrisa desafiante y amplia.
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