A Linda le rebosaba el corazón de alegría y expectación; era la primera vez que cocinaba para Gabriel. «Le gustará, ¿verdad?». Tras pensar en eso, sonrió y se sintió aliviada. Al verla llegar, la recepcionista abrió los ojos de par en par, sorprendida. La enemistad de Linda con Elisa no era ningún secreto; de hecho, era un rumor tan sensacionalista que todos en la compañía lo sabían y conocían su identidad. La mujer en la recepción se levantó apresuradamente y la saludó.
—Señorita Benedetti, ¿viene a buscar al señor Weller?
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