No le sorprendió que Gabriel se haya quedado a pasar la noche y no se haya marchado; en definitiva, él se había quedado en su casa unas cuantas veces. Elisa parecía haberse acostumbrado poco a poco o tal vez podría decirse que no tenía otra forma de evitar la presencia del hombre. Le sorprendió sobre todo que Gabriel llevara un delantal y luego saliera con un sándwich. «¿Preparó sándwiches?». Ella miró inconscientemente la mesa del comedor, dado que había otro allí, junto con tocino y huevos. La joven se quedó pasmada y, en un instante, no supo qué decir.
—Ven a comer. —La miró con indiferencia
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