Capítulo 132 Preparativos y sospechas

Amatista y Enzo llegaron a la mansión poco después de su cita médica. El auto se detuvo frente a la imponente entrada, y Enzo, como siempre, se apresuró a rodear el vehículo para abrirle la puerta a Amatista. Ella aceptó su mano con una ligera sonrisa, agradecida por su atención, y con cuidado salió del auto. Su vientre comenzaba a notarse más, y aunque todavía podía moverse con facilidad, Enzo no dejaba de protegerla en cada paso que daba. —Gracias, amor —dijo Amatista, acomodándose el vestido mientras caminaban hacia la puerta principal. Enzo le dedicó una mirada cargada de complicidad y añadió: —No tienes que agradecer, gatita. Al ingresar a la mansión, los recibió Roque, quien esperaba en el recibidor con una expresión seria. —Enzo, tengo novedades —anunció, captando de inmediato la atención del jefe de la casa. —¿Qué averiguaste? —preguntó Enzo, señalando con un leve movimiento que continuara. —Investigamos a fondo a Rita, pero no encontramos nada sospechoso en su historial. Sin embargo, descubrimos que ella e Isis no son amigas desde hace mucho tiempo. Se conocieron hace poco más de dos años. Enzo asintió, pensativo, pero su mirada seguía reflejando duda. —No sé, Roque... Aun así, hay algo que no me convence. Amatista intervino, acercándose a Enzo. —A mí me pasa lo mismo. Tal vez sea porque estamos con la guardia alta después de todo lo que ocurrió con Albertina, pero no me siento tranquila con ellas aquí. Enzo suspiró, pasando una mano por su cabello. —No importa. Lo mejor será que nos preparemos para esta noche. Más tarde hablaremos de esto con más calma. Amatista asintió y, antes de retirarse, miró a Roque con una sonrisa cálida. —Por cierto, Roque, tenemos una buena noticia. El bebé es un niño. El rostro del hombre se iluminó con una expresión de emoción genuina. —¡Felicidades a ambos! Eso es maravilloso. Enzo agradeció con un gesto, mientras Amatista tomaba su mano para dirigirse juntos hacia las escaleras. Una vez en la habitación, Amatista se dejó caer suavemente en la cama, soltando un suspiro de alivio. —Aún es temprano, amor. Prefiero descansar un rato y luego podemos darnos un baño y prepararnos. Enzo sonrió de lado, su tono coqueteando ligeramente. —Descansa, gatita. Yo aprovecharé para hacer unas cosas, pero luego vendré a llamarte. Nos bañaremos juntos. Ella lo miró con una mezcla de diversión y complicidad. —Está bien. Estoy cansada, así que no tardes mucho. Enzo salió de la habitación, dejando que Amatista descansara, y mientras descendía las escaleras, se cruzó con Isis y Rita, que regresaban del centro comercial. Isis, con una sonrisa amplia, extendió la tarjeta que Enzo les había prestado. —Gracias por el regalo, primo —dijo, su tono cargado de entusiasmo. Rita, a su lado, añadió con amabilidad fingida: —Sí, muchas gracias, Enzo. Él tomó la tarjeta sin mostrar emoción alguna. —Estén listas para las ocho. Si no lo están, tendrán que ir solas. El tono cortante y frío de Enzo hizo que Isis reprimiera un gesto de molestia, mientras Rita se limitaba a asentir con la cabeza. Ambas se dirigieron a sus respectivas habitaciones. —Pasa por mi habitación luego, Rita. Te ayudaré a maquillarte para que quedes perfecta —susurró Isis mientras subían las escaleras, una chispa de determinación brillando en sus ojos. Por su parte, Enzo continuó hacia su oficina. Al llegar, cerró la puerta detrás de él y se dejó caer en la silla de su escritorio. Sus dedos marcaron un número en su teléfono, y tras unos segundos, escuchó la voz de su madre, Alicia, al otro lado de la línea. —Hola, mamá. —Enzo, querido. Qué sorpresa recibir tu llamada —respondió Alicia con calidez. —Quería contarte algo. Me reconcilié con Amatista y... vamos a tener un hijo. Es un niño. El tono emocionado de Alicia fue inmediato. —¡Enzo! Eso es maravilloso. Estoy tan feliz por ustedes. —Gracias, mamá. Por favor, saluda a Alessandra de mi parte. Dile que pronto le presentaremos a su sobrino. —Lo haré, cariño. Pero, Enzo... cuídala mucho. Amatista necesita toda tu atención. —No tienes que preocuparte por eso —respondió Enzo, con un tono que no admitía dudas. Enzo pasó un rato en su oficina revisando documentos y haciendo llamadas relacionadas con sus negocios. Su semblante reflejaba concentración mientras ordenaba asuntos pendientes antes de la fiesta. Entretanto, en sus habitaciones, Isis y Rita se preparaban. Isis, siempre perfeccionista, ajustaba el peinado de Rita con esmero. —Rita, recuerda no sobrepasarte esta noche. Solo debes causar una buena impresión, no parecer desesperada —comentó Isis, observando el reflejo de ambas en el espejo. —No te preocupes, Isis. Sé lo que hago —respondió Rita con una sonrisa calmada. Aunque su tono era suave, su mente estaba llena de estrategias. Enzo, tras verificar que todo estaba bajo control, decidió que era hora de despertar a Amatista. Al entrar en su habitación, la encontró profundamente dormida, abrazando una de las almohadas. Se acercó con cuidado y le susurró al oído: —Gatita, ya es hora. Amatista se removió ligeramente, cubriendo su rostro con la mano. —Cinco minutos más, amor… Enzo sonrió, inclinándose para besarla en la frente. —A veces eres tan madrugadora y otras tan perezosa que no sé qué esperar de ti. Vamos, o llegaremos tarde. Con algo de esfuerzo, Amatista finalmente abrió los ojos. Tras un bostezo, se estiró antes de levantarse. Juntos, se dirigieron al baño, donde compartieron una ducha que se convirtió en un momento relajado, lleno de risas y comentarios juguetones. Al salir, envueltos en toallas, Amatista buscó el botiquín y le pidió a Enzo que se sentara en el borde de la cama. —Déjame revisarte el hombro. El vendaje se mojó, y no quiero que la herida empeore —dijo, preocupada, mientras comenzaba a trabajar con delicadeza. Enzo la observó en silencio, disfrutando de la atención. —Tienes manos mágicas, gatita. Aunque prefiero cuando me tocas por otros motivos —bromeó, haciéndola sonrojar. —Cállate y quédate quieto, amor —respondió ella, aunque no pudo evitar reírse. Cuando terminó, ambos se vistieron. Amatista eligió el vestido celeste de seda que Enzo le había regalado. El escote en la espalda se ajustaba perfectamente con los cordones de seda que ella intentaba atar, aunque el diseño le resultaba un poco complicado. —Amor, ¿puedes ayudarme? Pero no lo ajustes demasiado por mi vientre —pidió, mirando a Enzo por encima del hombro. Enzo se acercó y comenzó a atar los cordones con calma, dejando que sus dedos rozaran su piel. —¿Sabes lo que me haces sentir al verte con este vestido? —murmuró cerca de su oído, su voz cargada de deseo. Amatista sonrió de forma coqueta y, con un destello desafiante en sus ojos, respondió: —No lo sé, amor. Pero puedo asegurar que me veré aún mejor cuando decida quitármelo. Enzo dejó escapar una breve risa, encantado con su atrevimiento, antes de inclinarse un poco más. —Eres peligrosa, gatita. ¿Cómo se supone que me concentre esta noche con pensamientos como ese? Luego, lo ayudó a acomodar su traje y a colocarse la corbata, ajustándola con cuidado. Mientras lo hacía, Enzo la observaba con una intensidad cautivadora, su mirada fija en cada uno de sus movimientos. —Listo, amor. Ahora sí estás perfecto —dijo Amatista con una sonrisa satisfecha, alisando suavemente las solapas del traje. Enzo inclinó un poco la cabeza hacia ella, dejando que su tono seductor llenara el aire. —Perfecto para ti, gatita. Porque solo tú tienes permiso para admirarme así... como yo a ti. Amatista soltó una suave risa, pero antes de que pudiera responder, Enzo rozó su mejilla con el dorso de sus dedos y añadió: —Y no olvides, amor, que esa belleza que luces es solo mía. Ella alzó la barbilla, devolviéndole una mirada desafiante. —Lo sé, pero recuerda que yo también te quiero solo para mí. Amatista se maquilló rápidamente, resaltando sus rasgos naturales. Bajaron juntos hacia la sala principal, donde Roque los esperaba. —El auto está listo, señor. Isis y Rita ya están en la entrada. —Gracias, Roque. Vamos, gatita. —Espera, amor. Mejor me cambio los zapatos por algo más bajo. Si no, me dolerán los pies después de tanto tiempo. Enzo se rió y asintió. —Está bien, te espero. Mientras Amatista regresaba a su habitación, Enzo salió a la entrada y se dirigió a Isis y Rita. —Suban al auto —dijo de manera despreocupada, sin prestarles mucha atención. Isis, acostumbrada a la indiferencia de su primo, simplemente frunció el ceño antes de subir. Rita, por su parte, suspiró. —Ni siquiera me miró… —No importa. Concéntrate en lo que realmente necesitamos lograr —respondió Isis con un tono frío. Pocos minutos después, Amatista salió. Enzo se apresuró a abrirle la puerta del auto, ayudándola a subir con cuidado al asiento del copiloto. Después, tomó el volante y comenzaron el viaje hacia el salón de fiestas. Al llegar, Enzo bajó primero y, como era habitual, ayudó a Amatista a salir del auto. Sus dedos se posaron con firmeza en su cintura mientras la guiaba hacia la entrada del salón. Isis y Rita, por su parte, descendieron del vehículo por su cuenta y caminaron detrás de la pareja, intercambiando miradas y comentarios en voz baja. Al ingresar, la elegancia del salón era innegable. Las vitrinas con las joyas relucían bajo una iluminación estratégicamente colocada que resaltaba cada detalle. Enzo y Amatista fueron recibidos por un grupo de rostros familiares: Massimo, Emilio, Paolo, Mateo, Clara, Valentino, Alejandro, Manuel, Felipe, Maximiliano, Mauricio Sotelo, Sofía, Alba y Bianca. Todos vestían con impecable sofisticación, acorde a la magnitud del evento. Los saludos iniciales fueron cordiales, cargados de comentarios amables sobre el evento y la atmósfera. Massimo fue el primero en estrechar la mano de Enzo y Amatista, su sonrisa afable denotando aprobación. —Un evento espectacular. La colección promete mucho —comentó, observando las vitrinas desde su posición. Mateo y Clara se acercaron a Amatista con sonrisas cálidas. —Amatista, luces radiante como siempre —dijo Clara, genuinamente impresionada. —Gracias, Clara. Tú también te ves increíble —respondió Amatista, devolviéndole el cumplido con sinceridad. Rita permaneció cerca, su actitud tímida y humilde no llamando mayor atención. Sin embargo, sus ojos se desviaban con frecuencia hacia Enzo, observándolo de reojo mientras él interactuaba con los demás. Cada tanto, inclinaba ligeramente la cabeza o se alisaba el vestido, buscando disimular su interés. Isis, en cambio, se mantenía distante pero vigilante, enfocada en analizar cada interacción. La atención de todos pronto se centró en las joyas dispuestas en las vitrinas. La colección, con sus 25 piezas, estaba perfectamente iluminada, destacando el trabajo exquisito en cada diseño. Los invitados avanzaron por el salón en pequeños grupos, intercambiando opiniones. Paolo, con su carácter afable, no perdió la oportunidad de bromear con Massimo. —¿Y tú qué dices? ¿Ese reloj iría bien con tu personalidad? —preguntó, señalando uno de los relojes masculinos con una sonrisa traviesa. Massimo rio entre dientes. —Quizá, pero creo que a Mateo le quedaría mejor. Es más su estilo. Mateo, que estaba cerca, levantó una ceja con una sonrisa burlona. —Si yo lo llevo, entonces tendrás que aceptar que siempre te verás menos elegante a mi lado. Las risas se extendieron entre ellos, aligerando la formalidad del ambiente. Mientras tanto, Amatista observaba las joyas con discreción, su mirada detenida en una de las pulseras femeninas. Enzo se inclinó hacia ella, hablando en voz baja. —Es tu obra, gatita. ¿Ves cómo los tienes a todos fascinados? —susurró, su tono cargado de orgullo. Amatista sonrió suavemente, sintiendo un cálido alivio al escuchar esas palabras. —Espero que realmente lo estén. Quiero que todo salga perfecto. Enzo tomó su mano y la apretó con ternura, su mirada fija en ella. —Lo está. Confía en mí. Mientras tanto, Bianca y Alba examinaban los collares femeninos, discutiendo cuál sería más adecuado para una gala. Alejandro, siempre elocuente, compartía sus impresiones sobre los gemelos masculinos con Valentino y Mauricio, mientras que Emilio permanecía cerca de Amatista, observando la dinámica del grupo con interés. Rita se acercó a Enzo en un momento oportuno, con una sonrisa tímida. —Las joyas son magníficas, Enzo. Es un evento digno de admirar —dijo, su tono cuidadosamente modulado para no parecer demasiado efusiva. Enzo asintió sin mucho interés, manteniendo su atención en Amatista. —Sí, lo son. Rita disimuló su incomodidad ante la respuesta seca, retrocediendo sutilmente para no llamar la atención. Isis, desde la distancia, tomó nota de la interacción, entrecerrando los ojos mientras pensaba en cómo proceder. La noche avanzaba con elegancia y cierto aire de complicidad entre los invitados. Isis, que observaba cada movimiento desde la distancia, se inclinó hacia Rita mientras ambas se servían una copa de vino. —No te desanimes —murmuró Isis, con una sonrisa afilada—. Tienes que ser más sutil, pero constante. Él no es invencible. Rita asintió con una leve sonrisa, manteniendo su fachada de humildad. —Tienes razón. Lo intentaré. Mientras tanto, Clara se acercó a Amatista con admiración en los ojos, observando las vitrinas con las joyas. —Esta colección es increíble. ¿Quién diseñará piezas tan maravillosas? —preguntó, con genuino interés. Amatista sonrió, pero antes de que pudiera responder, Santiago, que estaba cerca, intervino de forma natural. —Eso es un secreto bien guardado, Clara. Lo importante es que están causando sensación. —Con un gesto profesional, se dirigió a otros invitados—. Si están interesados, podemos empezar a gestionar algunos pedidos desde ahora. Santiago aprovechó la oportunidad para acercarse a Amatista mientras los demás continuaban explorando. Bajó la voz lo suficiente para que nadie más lo escuchara. —La colección es un éxito absoluto, Amatista. Felicidades. Ella le dedicó una sonrisa breve pero agradecida, susurrando: —Gracias, Santiago. Cerca de ellos, Enzo observaba con atención. Cuando Santiago se alejó, se acercó a Amatista con una mirada intensa. —Gatita, tus diseños son excepcionales. Estoy pensando en comprar la colección completa. Amatista soltó una leve risa, mirándolo de reojo. —Amor, creo que estás exagerando. Enzo negó con un leve movimiento de cabeza, colocando su mano en el vientre de Amatista con firmeza pero con ternura. —No lo hago. Algunas de estas joyas serán para nuestro futuro hijo. Ella rio suavemente, sin sonrojarse, y negó con la cabeza. —Estás completamente loco. Enzo se inclinó hacia su oído, dejando que su voz baja y grave acariciara sus sentidos. —Loco me voy a volver esta noche cuando te quite ese vestido, gatita. Amatista lo miró con una sonrisa desafiante, sabiendo que esa chispa entre ellos era única Isis observó a Enzo y Amatista desde la distancia, con una mezcla de frustración y desdén que apenas lograba ocultar. Se inclinó hacia Rita, fingiendo un gesto de camaradería mientras hablaba en un susurro. —Tal vez el problema es que él no te ve tan vulnerable como crees. —Isis esbozó una sonrisa fría y calculadora—. A los hombres como Enzo les gusta sentir que están protegiendo a alguien. Les da poder, control. Rita, que aún no se daba por vencida, levantó una ceja. —¿Y qué sugieres que haga? Isis miró alrededor para asegurarse de que nadie estuviera escuchando. —Si quieres disipar sus dudas, necesitamos algo más convincente. Tu padre y tu hermano pueden ayudarte. Que la escena sea perfecta: tú, amenazada en su propia mansión. Será imposible para Enzo ignorarlo. Rita vaciló por un momento, pero luego asintió, dejando que las palabras de Isis tomaran forma en su mente. —Está bien. Lo haré. —Bien —respondió Isis con una sonrisa satisfecha—. Recuerda, el objetivo es que él vea a una mujer que necesita ser protegida, no una que compita con su control.
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Índice
Capítulo 1 Mi objeto más deseado Capítulo 2 La soledad de la ausencia Capítulo 3 Un refugio en medio del caos Capítulo 4 El regreso de enzo Capítulo 5 Un día para nosotros Capítulo 6 El secreto de la gatita Capítulo 7 Entre terrenos y promesas Capítulo 8 El cumpleaños de enzo: la sombra del secreto Capítulo 9 El peso de las sombras Capítulo 10 La traición bajo la sombra Capítulo 11 Bajo el manto de la tempestad Capítulo 12 El sol y las sombras Capítulo 13 Bajo las sábanas del silencio Capítulo 14 Entre sombras y suspiros Capítulo 15 Bajo el silencio de la mansión Capítulo 16 El peso de la culpa Capítulo 17 Promesas que rompen el alma Capítulo 18 El secreto bajo la piel del lobo Capítulo 19 Un amor que enciende la tarde Capítulo 20 El contrato de prometida Capítulo 21 Entre sombras y compromisos Capítulo 22 Un aniversario silencioso Capítulo 23 Verdades a la luz: una noche en el club privado Capítulo 24 El eco de las decisiones Capítulo 25 Sombras y promesas Capítulo 26 Entre el amor y el control Capítulo 27 Entre secretos y verdades Capítulo 28 Marcas de lealtad y rivalidad Capítulo 29 La herida silenciosa Capítulo 30 La lección de enzo Capítulo 31 "El día que conocieron a 'gatita'" Capítulo 32 La noche en la mansión bourth Capítulo 33 Un día en la mansión bourth Capítulo 34 Entre amenazas y confesiones Capítulo 35 Sombras bajo la mansión bourth Capítulo 36 Bajo el sol del campo de golf Capítulo 37 Encuentros y tentaciones Capítulo 38 Miradas y confesiones Capítulo 39 La tentación en el camino a casa Capítulo 40 La llegada de enzo al club Capítulo 41 En la terraza del club Capítulo 42 Certezas bajo el sol Capítulo 43 La elegancia de lo cotidiano Capítulo 44 Bajo el sol del campo Capítulo 45 Bajo la mirada del club Capítulo 46 La fiesta de francesco Capítulo 47 Recuerdos y bromas en la fiesta de francesco Capítulo 48 Una mañana para dos Capítulo 49 Bajo el sol de la tarde Capítulo 50 Una noche de contrastes Capítulo 51 La intensidad de la noche Capítulo 52 Un juego de estrategias Capítulo 53 Compromisos en la mesa Capítulo 54 Compromisos y límites Capítulo 55 Estrategias y planes Capítulo 56 Una mesa de tensiones veladas Capítulo 57 Una dosis de dulzura y confusión Capítulo 58 Ecos de ambición y confianza Capítulo 59 Un amanecer truncado Capítulo 60 El cautiverio de amatista Capítulo 61 El tiempo se detiene Capítulo 62 El código de amatista Capítulo 63 El juego de las sombras Capítulo 64 Entre el miedo y la estrategia Capítulo 65 Entre las sombras y la resistencia Capítulo 66 La negociación con franco calpi Capítulo 67 El rastro de amatista Capítulo 68 La tormenta en calma Capítulo 69 La espera y la comodidad Capítulo 70 Retorno al refugio Capítulo 71 Entre sombras y luz Capítulo 72 La gran inauguración Capítulo 73 Juegos peligrosos Capítulo 74 Una noche solo nuestra Capítulo 75 Una mañana juntos Capítulo 76 Un desafío en el campo Capítulo 77 Un encuentro en la terraza Capítulo 78 Compromisos y nuevos comienzos Capítulo 79 Una tarde en el jardín Capítulo 80 Destino costa azul Capítulo 81 Un encuentro inesperado Capítulo 82 Una mañana de aventuras Capítulo 83 La lluvia y la sorpresa Capítulo 84 La verdad en la oscuridad Capítulo 85 El silencio en la mañana Capítulo 86 Una resaca para recordar Capítulo 87 "Sombras que se acercan" Capítulo 88 Entre regalos y secretos Capítulo 89 La reunión que perdura Capítulo 90 El compromiso silencioso Capítulo 91 La ira de enzo Capítulo 92 La verdad oculta Capítulo 93 El precio de la verdad Capítulo 94 Nervios y distracciones Capítulo 95 Encuentros y confesiones Capítulo 96 "El fantasma del pasado" Capítulo 97 La verdad oculta Capítulo 98 El silencio de la obsesión Capítulo 99 Decisiones y vigilancias Capítulo 100 El encuentro con clara Capítulo 101 Sombras y promesas Capítulo 102 En un lugar para ella Capítulo 103 Un nuevo comienzo Capítulo 104 Sombras entre el pasado y el presente Capítulo 105 El valor del cambio Capítulo 106 Entre sueños y cadenas Capítulo 107 La herida del orgullo Capítulo 108 Un amor en ruinas Capítulo 109 Siempre será su gatita Capítulo 110 Jugando con el poder Capítulo 111 Un acuerdo frío Capítulo 112 Un nuevo comienzo Capítulo 113 Bajo la luz de lune Capítulo 114 Entre sombras y café Capítulo 115 Nuevas direcciones Capítulo 116 Un destello en la multitud Capítulo 117 Sombras en la fiesta Capítulo 118 Secretos y revelaciones Capítulo 119 Una nueva vida en camino Capítulo 120 Protección y frustración Capítulo 121 La verdad a medias Capítulo 122 El límite de la lealtad Capítulo 123 Un paso hacia el cambio Capítulo 124 Protección en la mansión bourth Capítulo 125 Fiebre en la madrugada Capítulo 126 Una tarde de reuniones en la mansión bourth Capítulo 127 Espacios y silencio Capítulo 128 Interrupciones y confesiones Capítulo 129 Desayuno de conflictos Capítulo 130 Cunas y secretos Capítulo 131 Diez minutos más Capítulo 132 Preparativos y sospechas Capítulo 133 Bajo la seda de la noche Capítulo 134 Sombras entre diseños Capítulo 135 Un juego de ventaja Capítulo 136 Refugio en la calma Capítulo 137 La ira de enzo Capítulo 138 Ecos de la desconfianza Capítulo 139 Ecos de la ausencia Capítulo 140 Sombras en el silencio Capítulo 141 Silencios y revelaciones Capítulo 142 La ira del lobo Capítulo 143 La sombra de la sumisión Capítulo 144 Secretos Capítulo 145 Movimientos silenciosos Capítulo 146 Voces en la oscuridad Capítulo 147 Revelaciones entre sombras Capítulo 148 Hilos de orgullo y desprecio Capítulo 149 Encuentro en el ascensor Capítulo 150 La grieta en la oscuridad Capítulo 151 La sombra de la amenaza Capítulo 152 Revelaciones Capítulo 153 Pasado Capítulo 154 Última jugada Capítulo 155 Bajo la sombra del peligro Capítulo 156 Una huida desesperada Capítulo 157 Ecos del pasado Capítulo 158 La calma Capítulo 159 Refugio en la tormenta Capítulo 160 El adiós temporal Capítulo 161 Bajo presión Capítulo 162 Sabores de seducción Capítulo 163 Ecos de la pasión Capítulo 164 La almohada favorita Capítulo 165 Bajo las risas, la tensión Capítulo 166 Un reloj en el tiempo Capítulo 167 El juego de las sombras Capítulo 168 Interrogatorio a amatista Capítulo 169 La doble jugada Capítulo 170 Cazador y presa Capítulo 171 La espera inmóvil Capítulo 172 A un lado Capítulo 173 El peso de la venganza Capítulo 174 Frágil como el cristal Capítulo 175 La jaula dorada Capítulo 176 Un rastro de fuerza Capítulo 177 Entre la indiferencia y el deseo Capítulo 178 Jaque al rey Capítulo 179 Resaca y suplicio Capítulo 180 Despertar entre sus brazos Capítulo 181 Verdades y juegos Capítulo 182 Almuerzo entre risas y miradas Capítulo 183 Caza en marcha Capítulo 184 Entre poderes y sonrisas Capítulo 185 Conversaciones y juegos de poder Capítulo 186 La noche de reposo Capítulo 187 El inicio de la cacería Capítulo 188 Trampa en el camino Capítulo 189 La caída de un traidor Capítulo 190 Sorpresas en la mañana Capítulo 191 Advertencias al amanecer Capítulo 192 Celebrando a su manera Capítulo 193 Madrugada entre secretos y besos Capítulo 194 De vuelta a casa Capítulo 195 La celebración comienza Capítulo 196 Recuerdos en un girasol Capítulo 197 Aniversario inagotable Capítulo 198 Recuerdos del pasado Capítulo 199 Una noche de coincidencias Capítulo 200 Deseo incontrolable Capítulo 201 Al volante del deseo Capítulo 202 Interrupciones inesperadas Capítulo 203 Provocaciones peligrosas Capítulo 204 El contrataque de amatista Capítulo 205 Sin espacio para el pasado Capítulo 206 El precio de la provocación Capítulo 207 Un despertar en familia Capítulo 208 La única señora bourth Capítulo 209 El amanecer de un nuevo día Capítulo 210 Persistencia y tentación Capítulo 211 En sus brazos, siempre Capítulo 212 Juegos peligrosos en la oficina appCapítulo 213 Promesas selladas en la oficina appCapítulo 214 Dos meses de distancia appCapítulo 215 El mejor regalo app
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