Capítulo 3 Un refugio en medio del caos

Los días habían sido una vorágine de reuniones y decisiones difíciles. Enzo Bourth, acompañado de su equipo de confianza, había estado inmerso en la planificación de un ambicioso proyecto: la construcción de un casino que ampliaría su poder y su influencia. La mañana era fresca, pero el ambiente cargado de expectativa. Mateo Toner, el analítico del grupo, llevaba días revisando las cifras y los detalles del posible terreno que habían escogido. Según las proyecciones, parecía perfecto para el negocio. Sin embargo, cuando llegaron al lugar, la decepción fue inmediata. El terreno era un desastre: el suelo estaba en malas condiciones, la ubicación distaba mucho de lo prometido y, para colmo, algunos sectores estaban contaminados. Enzo caminaba con paso firme, pero su mandíbula apretada y la mirada fulminante evidenciaban su disgusto. Massimo, siempre menos serio, intentó aligerar el ambiente con una broma. —¿Qué opinas, Enzo? ¿Construimos el casino o un parque de diversiones para ratas? El comentario provocó una pequeña sonrisa en Paolo De Luca, pero no logró arrancar una reacción de Enzo, quien simplemente ordenó regresar a la camioneta. La tensión entre los hombres era palpable. Una vez dentro del vehículo, Paolo rompió el silencio. —Necesitamos buscar otra propiedad, pero será complicado sin un contacto sólido en bienes raíces. Enzo asintió brevemente, sin apartar la mirada del camino. Su mente ya estaba proyectándose hacia el futuro, buscando soluciones mientras el fracaso del terreno quedaba atrás. Esa misma mañana, Amatista Fernández despertó en la mansión con una mezcla de emociones que oscilaban entre la anticipación y el nerviosismo. Había pasado varios días desde la última visita de Enzo. La rutina de la casa seguía siendo monótona, pero ese día algo era diferente: Rose, la asistente que solía preparar la mansión para las llegadas de Enzo, no había aparecido. Este pequeño detalle encendió una chispa en el interior de Amatista. Esa ausencia significaba que Enzo llegaría en algún momento del día, y ella no podía evitar recordar su último encuentro: el calor de su mirada, su voz grave pronunciando su apodo, y las sensaciones que él despertaba en su piel. Se levantó con una determinación renovada. Si ese era el día en que volvería a verlo, quería que todo fuera perfecto. Su primera parada fue el vestidor. Escogió un vestido de tela suave, de un color que sabía que a él le gustaba, y se aseguró de que su cabello cayera con naturalidad sobre sus hombros. Aplicó un toque de perfume en su cuello y muñecas, y, finalmente, revisó cada rincón de la mansión. Encendió velas aromáticas en el baño, llenó la bañera con agua tibia y añadió sales relajantes, pensando que tal vez Enzo querría relajarse después de su largo día. Luego, preparó la sala para que estuviera impecable. Los nervios se mezclaban con el deseo mientras su mente repetía una y otra vez la misma idea: "Quiero que esta noche sea nuestra". Pasaron varias horas antes de que Enzo finalmente regresara. La reunión había terminado en la oficina de Paolo, y aunque el fracaso del terreno seguía siendo una espina en su costado, la idea de volver a la mansión lo tranquilizaba. La figura de Amatista esperando por él era un refugio que, aunque jamás admitiría en voz alta, lo hacía sentirse completo. Cuando la puerta principal se abrió, Amatista estaba allí, justo como él lo había imaginado. Su silueta se recortaba contra la luz tenue de la sala, y su sonrisa, tan seductora como cálida, lo recibió. Enzo sintió que la tensión de los días pesados desaparecía, al menos por un momento. —Gatita… —murmuró él mientras se acercaba y la rodeaba con sus brazos. La besó con una mezcla de dulzura y firmeza, como si quisiera recordarle que, aunque el mundo estuviera en caos, ella seguía siendo su centro. —Amor, ¿quieres que te prepare algo para comer? —preguntó Amatista con un tono casi tímido, aunque su mirada reflejaba un deseo inconfundible. —Algo ligero estará bien. —Él acarició su mejilla antes de soltarla, pero no antes de añadir—: Luego, podemos tomar un baño juntos. Amatista sonrió, pero su corazón latía con fuerza. Había imaginado ese momento todo el día, y ahora que estaba sucediendo, sentía que todo debía ser perfecto. Se dirigió a la cocina y preparó un par de platos sencillos, pero bien presentados. Comieron en silencio, con miradas que hablaban más que las palabras. Cuando terminaron, Enzo extendió una mano hacia ella. —Vamos, gatita. El baño estaba listo, justo como Amatista lo había preparado esa mañana. Las velas aromáticas proyectaban un cálido resplandor sobre las paredes, y el vapor que ascendía del agua perfumada llenaba el ambiente con una atmósfera íntima y relajante. Enzo entró primero, su mirada explorando el lugar antes de detenerse en Amatista. Ella estaba junto a la puerta, sus manos descansando suavemente a los lados de su cuerpo. Él notó cada detalle: el ligero rubor en sus mejillas, el brillo de sus ojos que parecía reflejar la luz de las velas. —Te ves hermosa esta noche —dijo Enzo con su voz grave, sus palabras cargadas de sinceridad y deseo. Amatista sonrió con timidez, pero no apartó la mirada. Dio un paso hacia él, deslizándose con elegancia por el espacio que los separaba, y levantó las manos hacia los botones de su camisa. Los desabrochó uno por uno, con una lentitud deliberada que hizo que el aire entre ellos se volviera más denso. —¿Tuviste un día difícil? —preguntó ella en un susurro, sin dejar de concentrarse en su tarea. —Siempre lo es cuando no estoy contigo, gatita —respondió él, dejando que su chaqueta cayera al suelo antes de tomar las manos de Amatista y guiarlas hasta su pecho desnudo. Ella sintió el calor de su piel bajo sus dedos, y sus labios se curvaron en una sonrisa suave. Enzo bajó la mirada hacia ella y llevó una mano a su rostro, trazando con delicadeza la línea de su mandíbula antes de inclinarse para besarla. Sus labios se encontraron, y el mundo exterior dejó de existir. Cuando el beso terminó, Enzo deslizó sus manos hacia los hombros de Amatista, acariciándolos antes de tomar el borde de su vestido. Sus ojos no se apartaron de los de ella mientras deslizaba la prenda hacia abajo, dejando al descubierto su piel que brillaba bajo la tenue luz. —Eres perfecta… —murmuró, su tono cargado de una admiración sincera que hizo que Amatista sintiera un calor especial en el pecho—. No sabes cuánto te extrañé mientras trabajaba. Cada minuto lejos de ti me parece eterno. Ella no respondió con palabras; en cambio, sus dedos subieron hacia el cuello de Enzo, atrayéndolo hacia otro beso, más profundo y lleno de promesas no dichas. Enzo fue el primero en entrar al agua, inclinándose para probar la temperatura antes de acomodarse en la bañera. Le tendió la mano a Amatista, que lo siguió con movimientos cuidadosos, dejando que sus piernas se rozaran mientras tomaba asiento frente a él. Por un momento, ninguno de los dos habló. Sus miradas se encontraron, y todo lo que necesitaban decirse quedó suspendido en el aire, transmitido a través de un lenguaje que no requería palabras. Enzo extendió las manos hacia ella, rodeándola por la cintura para acercarla más. Sus dedos trazaron círculos lentos en su espalda, mientras sus labios buscaban la piel de su cuello y hombros. Los besos eran suaves, pero llenos de intención, como si quisiera explorar cada rincón de su cuerpo. Amatista cerró los ojos, inclinando la cabeza hacia atrás y dejándose llevar por las sensaciones. Sus manos encontraron el pecho de Enzo, acariciando con movimientos delicados pero firmes, sintiendo los latidos constantes de su corazón. —Amor… —susurró ella, su voz apenas audible sobre el murmullo del agua—. Esto es justo lo que necesitaba. —Y yo te necesitaba a ti —respondió él, su voz ronca y cargada de emoción. Bajó las manos hacia su cintura, trazando el contorno de su figura bajo el agua, mientras sus labios continuaban dejando un rastro de besos que hacía que el tiempo pareciera detenerse. El baño se convirtió en un refugio, un lugar donde ambos podían olvidarse de todo lo demás. Enzo la sostuvo con firmeza, pero con cuidado, mientras sus caricias se volvían más íntimas, más cercanas. Sus dedos entrelazados, sus respiraciones entrecortadas y los suspiros que escapaban de sus labios llenaron el espacio con una melodía que solo ellos podían comprender. Cuando finalmente salieron del agua, el ambiente estaba cargado de una energía distinta. Amatista tomó una toalla y comenzó a secar a Enzo con movimientos pausados, deleitándose en cada detalle de su cuerpo, en cada cicatriz que contaba una historia que solo él conocía. Él, en respuesta, tomó otra toalla y repitió el gesto con ella, sus manos cálidas deslizándose por su piel mientras sus ojos no se apartaban de los de ella. Más tarde, en la cama, buscaron refugio el uno en el otro con una intensidad que iba más allá del deseo físico. Cada caricia, cada beso, cada susurro era una reafirmación de lo que sentían, una manera de reconectar después de días de distancia. Enzo la miró mientras ella se arqueaba bajo su toque, sus manos explorando cada centímetro de su piel. Sus ojos oscuros estaban llenos de algo más que pasión: había devoción, había posesión, pero también una vulnerabilidad que pocas veces permitía que otros vieran. Amatista respondió con la misma entrega, sus dedos enredándose en su cabello mientras lo atraía más cerca. Sus nombres escaparon de sus labios en susurros entrecortados, como un eco íntimo que llenaba el espacio entre ellos. Cuando finalmente se quedaron en silencio, el peso de su conexión se sintió como una fuerza tangible en la habitación. Amatista apoyó su cabeza sobre el pecho de Enzo, escuchando el ritmo constante de su corazón mientras él le acariciaba el cabello con movimientos lentos. —No quiero que te vayas nunca —murmuró ella, su voz apenas un susurro. —Nunca me iré, gatita. Siempre estaré contigo. Y con esas palabras, ambos cerraron los ojos, dejándose envolver por la calidez de su cercanía y la promesa de que, al menos en ese momento, nada podría separarlos. El amanecer llegó demasiado rápido. Enzo comenzó a moverse con cuidado, intentando no despertarla, pero Amatista lo sintió y lo abrazó por la espalda, su rostro enterrado en su hombro. —Quédate a desayunar conmigo, amor… —pidió ella con voz suave, apenas un susurro. Enzo cerró los ojos por un momento, tentado a ceder. Sin embargo, la realidad lo llamaba. —No puedo, gatita. Tengo una reunión importante. Amatista asintió, aunque no pudo ocultar la tristeza en su rostro. Enzo, al notar su expresión, la tomó entre sus brazos y la besó en la frente. —Volveré en unos días, te lo prometo. Amatista sonrió con esfuerzo, deseando que el tiempo pasara rápido para volver a verlo. Mientras él se preparaba para salir, ella lo siguió con la mirada, grabando cada detalle de su partida en su memoria. Cuando la puerta finalmente se cerró, Amatista sintió que la mansión volvía a quedarse en silencio, pero ese silencio ya no la intimidaba. Ella sabía que él volvería.
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Índice
Capítulo 1 Mi objeto más deseado Capítulo 2 La soledad de la ausencia Capítulo 3 Un refugio en medio del caos Capítulo 4 El regreso de enzo Capítulo 5 Un día para nosotros Capítulo 6 El secreto de la gatita Capítulo 7 Entre terrenos y promesas Capítulo 8 El cumpleaños de enzo: la sombra del secreto Capítulo 9 El peso de las sombras Capítulo 10 La traición bajo la sombra Capítulo 11 Bajo el manto de la tempestad Capítulo 12 El sol y las sombras Capítulo 13 Bajo las sábanas del silencio Capítulo 14 Entre sombras y suspiros Capítulo 15 Bajo el silencio de la mansión Capítulo 16 El peso de la culpa Capítulo 17 Promesas que rompen el alma Capítulo 18 El secreto bajo la piel del lobo Capítulo 19 Un amor que enciende la tarde Capítulo 20 El contrato de prometida Capítulo 21 Entre sombras y compromisos Capítulo 22 Un aniversario silencioso Capítulo 23 Verdades a la luz: una noche en el club privado Capítulo 24 El eco de las decisiones Capítulo 25 Sombras y promesas Capítulo 26 Entre el amor y el control Capítulo 27 Entre secretos y verdades Capítulo 28 Marcas de lealtad y rivalidad Capítulo 29 La herida silenciosa Capítulo 30 La lección de enzo Capítulo 31 "El día que conocieron a 'gatita'" Capítulo 32 La noche en la mansión bourth Capítulo 33 Un día en la mansión bourth Capítulo 34 Entre amenazas y confesiones Capítulo 35 Sombras bajo la mansión bourth Capítulo 36 Bajo el sol del campo de golf Capítulo 37 Encuentros y tentaciones Capítulo 38 Miradas y confesiones Capítulo 39 La tentación en el camino a casa Capítulo 40 La llegada de enzo al club Capítulo 41 En la terraza del club Capítulo 42 Certezas bajo el sol Capítulo 43 La elegancia de lo cotidiano Capítulo 44 Bajo el sol del campo Capítulo 45 Bajo la mirada del club Capítulo 46 La fiesta de francesco Capítulo 47 Recuerdos y bromas en la fiesta de francesco Capítulo 48 Una mañana para dos Capítulo 49 Bajo el sol de la tarde Capítulo 50 Una noche de contrastes Capítulo 51 La intensidad de la noche Capítulo 52 Un juego de estrategias Capítulo 53 Compromisos en la mesa Capítulo 54 Compromisos y límites Capítulo 55 Estrategias y planes Capítulo 56 Una mesa de tensiones veladas Capítulo 57 Una dosis de dulzura y confusión Capítulo 58 Ecos de ambición y confianza Capítulo 59 Un amanecer truncado Capítulo 60 El cautiverio de amatista Capítulo 61 El tiempo se detiene Capítulo 62 El código de amatista Capítulo 63 El juego de las sombras Capítulo 64 Entre el miedo y la estrategia Capítulo 65 Entre las sombras y la resistencia Capítulo 66 La negociación con franco calpi Capítulo 67 El rastro de amatista Capítulo 68 La tormenta en calma Capítulo 69 La espera y la comodidad Capítulo 70 Retorno al refugio Capítulo 71 Entre sombras y luz Capítulo 72 La gran inauguración Capítulo 73 Juegos peligrosos Capítulo 74 Una noche solo nuestra Capítulo 75 Una mañana juntos Capítulo 76 Un desafío en el campo Capítulo 77 Un encuentro en la terraza Capítulo 78 Compromisos y nuevos comienzos Capítulo 79 Una tarde en el jardín Capítulo 80 Destino costa azul Capítulo 81 Un encuentro inesperado Capítulo 82 Una mañana de aventuras Capítulo 83 La lluvia y la sorpresa Capítulo 84 La verdad en la oscuridad Capítulo 85 El silencio en la mañana Capítulo 86 Una resaca para recordar Capítulo 87 "Sombras que se acercan" Capítulo 88 Entre regalos y secretos Capítulo 89 La reunión que perdura Capítulo 90 El compromiso silencioso Capítulo 91 La ira de enzo Capítulo 92 La verdad oculta Capítulo 93 El precio de la verdad Capítulo 94 Nervios y distracciones Capítulo 95 Encuentros y confesiones Capítulo 96 "El fantasma del pasado" Capítulo 97 La verdad oculta Capítulo 98 El silencio de la obsesión Capítulo 99 Decisiones y vigilancias Capítulo 100 El encuentro con clara Capítulo 101 Sombras y promesas Capítulo 102 En un lugar para ella Capítulo 103 Un nuevo comienzo Capítulo 104 Sombras entre el pasado y el presente Capítulo 105 El valor del cambio Capítulo 106 Entre sueños y cadenas Capítulo 107 La herida del orgullo Capítulo 108 Un amor en ruinas Capítulo 109 Siempre será su gatita Capítulo 110 Jugando con el poder Capítulo 111 Un acuerdo frío Capítulo 112 Un nuevo comienzo Capítulo 113 Bajo la luz de lune Capítulo 114 Entre sombras y café Capítulo 115 Nuevas direcciones Capítulo 116 Un destello en la multitud Capítulo 117 Sombras en la fiesta Capítulo 118 Secretos y revelaciones Capítulo 119 Una nueva vida en camino Capítulo 120 Protección y frustración Capítulo 121 La verdad a medias Capítulo 122 El límite de la lealtad Capítulo 123 Un paso hacia el cambio Capítulo 124 Protección en la mansión bourth Capítulo 125 Fiebre en la madrugada Capítulo 126 Una tarde de reuniones en la mansión bourth Capítulo 127 Espacios y silencio Capítulo 128 Interrupciones y confesiones Capítulo 129 Desayuno de conflictos Capítulo 130 Cunas y secretos Capítulo 131 Diez minutos más Capítulo 132 Preparativos y sospechas Capítulo 133 Bajo la seda de la noche Capítulo 134 Sombras entre diseños Capítulo 135 Un juego de ventaja Capítulo 136 Refugio en la calma Capítulo 137 La ira de enzo Capítulo 138 Ecos de la desconfianza Capítulo 139 Ecos de la ausencia Capítulo 140 Sombras en el silencio Capítulo 141 Silencios y revelaciones Capítulo 142 La ira del lobo Capítulo 143 La sombra de la sumisión Capítulo 144 Secretos Capítulo 145 Movimientos silenciosos Capítulo 146 Voces en la oscuridad Capítulo 147 Revelaciones entre sombras Capítulo 148 Hilos de orgullo y desprecio Capítulo 149 Encuentro en el ascensor Capítulo 150 La grieta en la oscuridad Capítulo 151 La sombra de la amenaza Capítulo 152 Revelaciones Capítulo 153 Pasado Capítulo 154 Última jugada Capítulo 155 Bajo la sombra del peligro Capítulo 156 Una huida desesperada Capítulo 157 Ecos del pasado Capítulo 158 La calma Capítulo 159 Refugio en la tormenta Capítulo 160 El adiós temporal Capítulo 161 Bajo presión Capítulo 162 Sabores de seducción Capítulo 163 Ecos de la pasión Capítulo 164 La almohada favorita Capítulo 165 Bajo las risas, la tensión Capítulo 166 Un reloj en el tiempo Capítulo 167 El juego de las sombras Capítulo 168 Interrogatorio a amatista Capítulo 169 La doble jugada Capítulo 170 Cazador y presa Capítulo 171 La espera inmóvil Capítulo 172 A un lado Capítulo 173 El peso de la venganza Capítulo 174 Frágil como el cristal Capítulo 175 La jaula dorada Capítulo 176 Un rastro de fuerza Capítulo 177 Entre la indiferencia y el deseo Capítulo 178 Jaque al rey Capítulo 179 Resaca y suplicio Capítulo 180 Despertar entre sus brazos Capítulo 181 Verdades y juegos Capítulo 182 Almuerzo entre risas y miradas Capítulo 183 Caza en marcha Capítulo 184 Entre poderes y sonrisas Capítulo 185 Conversaciones y juegos de poder Capítulo 186 La noche de reposo Capítulo 187 El inicio de la cacería Capítulo 188 Trampa en el camino Capítulo 189 La caída de un traidor Capítulo 190 Sorpresas en la mañana Capítulo 191 Advertencias al amanecer Capítulo 192 Celebrando a su manera Capítulo 193 Madrugada entre secretos y besos Capítulo 194 De vuelta a casa Capítulo 195 La celebración comienza Capítulo 196 Recuerdos en un girasol Capítulo 197 Aniversario inagotable Capítulo 198 Recuerdos del pasado Capítulo 199 Una noche de coincidencias Capítulo 200 Deseo incontrolable Capítulo 201 Al volante del deseo Capítulo 202 Interrupciones inesperadas Capítulo 203 Provocaciones peligrosas Capítulo 204 El contrataque de amatista Capítulo 205 Sin espacio para el pasado Capítulo 206 El precio de la provocación Capítulo 207 Un despertar en familia Capítulo 208 La única señora bourth Capítulo 209 El amanecer de un nuevo día Capítulo 210 Persistencia y tentación Capítulo 211 En sus brazos, siempre Capítulo 212 Juegos peligrosos en la oficina appCapítulo 213 Promesas selladas en la oficina appCapítulo 214 Dos meses de distancia appCapítulo 215 El mejor regalo app
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