Capítulo 25 Sombras y promesas

La madrugada envolvía la mansión como un abrazo frío, con el viento ululando a través de los campos que la rodeaban. Dentro de la habitación principal, el suave brillo de la luna se colaba por las cortinas, iluminando parcialmente la figura de Enzo. Estaba sentado en la cabecera de la cama, con los brazos cruzados y la mirada perdida en la penumbra. Amatista, perturbada por una sensación extraña, abrió los ojos. No tardó en notar la tensión en el aire. Al girarse, vio la silueta de Enzo, rígida y ensimismada. —Amor, ¿qué sucede? —preguntó con voz suave, rompiendo el silencio que los envolvía. Enzo tardó unos segundos en responder. Pasó una mano por su cabello, soltando un suspiro pesado. —No puedo dormir, gatita —murmuró, su voz cargada de una mezcla de cansancio y algo más profundo que no lograba ocultar—. Hay algo que debo decirte... pero no sé si te gustará escucharlo. Amatista se incorporó lentamente, apartando las sábanas. Sus ojos aún reflejaban el letargo del sueño, pero había en ellos una chispa de preocupación. Se acercó un poco a él, apoyando una mano en su brazo. —Dímelo. Estoy aquí contigo. Enzo la miró, como si buscara en su rostro una señal de que todo estaría bien sin importar lo que dijera. Tomó aire profundamente antes de hablar. —Últimamente, no soporto cómo ciertas mujeres se me acercan tanto —comenzó, su tono grave, como si cada palabra pesara más que la anterior—. Es irritante. Siempre encuentran una excusa para estar cerca, y odio cuando dejan ese maldito perfume en mi ropa. Amatista lo escuchaba en silencio, con una expresión indescifrable. —Y... pensé en una solución —continuó él, su mirada evitando la de ella—. Contraté a una mujer para que se haga pasar por mi prometida. El impacto de sus palabras se sintió como un golpe seco en el aire. Amatista no dijo nada al principio, pero su rostro lo dijo todo. Sus labios se apretaron, y sus ojos, que antes reflejaban curiosidad, ahora mostraban disgusto. Bajó la mirada, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Enzo, al notar el cambio en su expresión, se inclinó hacia ella. —Gatita, escúchame —pidió, su voz apremiante—. No siento absolutamente nada por esa mujer. Ni física ni emocionalmente. Es solo una forma de mantener a las demás lejos. Incluso me resulta despreciable. Amatista alzó los ojos hacia él, todavía en silencio. —¿Cómo se llama? —preguntó finalmente, su tono firme pero calmado, aunque una leve sombra de celos se asomaba en sus palabras. —Daphne —admitió Enzo, con un ligero suspiro de alivio por el cambio en el tono de la conversación. Amatista se acercó más a él, dejando que su cuerpo descansara parcialmente sobre el suyo. Acarició su rostro con suavidad, estudiándolo detenidamente. —No me gusta esta idea, amor —confesó, su voz suave pero firme—, pero confío en ti. Enzo sintió que una parte de su carga desaparecía. La calidez en el tono de Amatista, aunque matizada por el desagrado evidente, era suficiente para calmar parte de su ansiedad. —Sé que me amas a mí y no a esa tal Daphne —continuó ella, dejando escapar una pequeña risa—. De hecho, cuando hablas de ella, parece más una molestia que una solución. La tensión en la habitación comenzó a disiparse mientras ambos compartían una sonrisa. Sin embargo, Amatista pronto volvió a mirarlo con seriedad, y sus ojos reflejaron una mezcla de esperanza y algo más profundo. —Amor, no olvides lo que me prometiste —le recordó, entrelazando sus dedos con los de él—. Dijiste que solucionarías las cosas para que podamos salir de esta mansión, casarnos, tener hijos, vivir una vida juntos. Enzo sintió cómo su pecho se apretaba al escuchar esas palabras. Recordó la promesa que le había hecho, llena de dulzura y esperanza, pero también de mentiras. No podía enfrentar esa verdad ahora, no cuando ella lo miraba con tanta fe. —No lo he olvidado, gatita —respondió, apretando su mano suavemente mientras intentaba sonreír. Amatista asintió, satisfecha con su respuesta, aunque algo en la expresión de Enzo no le pasó desapercibido. No obstante, eligió no decir nada. Él, por su parte, deslizó sus dedos por el cabello de ella, buscando consuelo en el simple acto de tocarla. En ese momento, se sentía más conectado a Amatista que nunca, aunque las sombras de su mentira seguían acechando en su mente. —Eres increíblemente comprensiva, gatita —murmuró, inclinándose para besar su frente con ternura—. No sé cómo logras soportar tantas cosas de mí. Amatista sonrió ligeramente, pero pronto su sonrisa se transformó en algo más travieso. Volvió a sentarse frente a él, y sus manos se deslizaron por el cuello de Enzo antes de darle un beso que comenzó siendo suave, pero rápidamente se tornó más apasionado. Cuando finalmente se separaron, sus ojos brillaban con diversión. —¿Crees que debería dejarte marcas? —preguntó en tono juguetón, inclinándose hacia él—. Para que esa Daphne sepa que eres mío. Enzo soltó una carcajada, una de esas risas genuinas que lo hacían parecer más humano y menos el hombre frío que solía ser ante el resto del mundo. —No hace falta, gatita. No tengo el más mínimo interés en Daphne. Pero, si quieres... adelante. Amatista rio suavemente, negando con la cabeza. —Mejor descansemos. Ambos se acomodaron nuevamente bajo las sábanas, y Enzo, ahora mucho más relajado, rodeó a Amatista con sus brazos. Su cercanía siempre lograba calmarlo, y mientras sus labios rozaban su hombro en un gesto de cariño, no podía evitar sentirse agradecido por tenerla a su lado. El sueño comenzó a alcanzarlos, pero las dudas seguían rondando la mente de Enzo. Había logrado calmar a Amatista, pero sabía que no podría mantener esa ilusión para siempre. Sin embargo, en ese momento, con ella tan cerca, todo parecía estar bien. Aunque fuera solo por esa noche. La mañana siguiente, Amatista despertó primero. La luz del sol se filtraba tímidamente a través de las cortinas, pero algo no estaba bien. Al acercarse a Enzo, su preocupación creció al sentir que su fiebre era alarmantemente alta. Lo intentó despertar con suavidad, pero Enzo solo murmuraba palabras incomprensibles, completamente ajeno a lo que ocurría a su alrededor. —Enzo... ¿amor? —susurró, mientras lo sacudía ligeramente. Al ver que no respondía, Amatista saltó de la cama, desesperada, y buscó paños fríos para bajarle la fiebre. Después de unos minutos de tensión, logró reducir un poco la temperatura de su cuerpo. Pero sabía que necesitaba algo más para mejorar. Mientras Enzo dormía, Amatista aprovechó para llamar a Roque, sabiendo que era el único que podía ocuparse de los asuntos de Enzo en momentos como estos. —Señorita Amatista, ¿todo bien? —contestó Roque al otro lado de la línea. —Enzo está enfermo, tiene fiebre muy alta. Necesito que se encargue de todo hoy y envíe medicinas a la mansión del campo lo antes posible —dijo Amatista con tono serio, intentando mantener la calma. —Entendido, me encargaré de todo. Te las enviaré de inmediato —respondió Roque, sin dudar. En la mansión Bourth, Roque informó a Alicia sobre la situación de Enzo. —Señora, Enzo está en la mansión del campo con fiebre. La señorita Amatista lo está cuidando y me ha pedido que le lleve medicinas. Alicia asintió con tranquilidad, aliviada por escuchar que Enzo estaba con Amatista. —Haz lo que te pidió. Mi hijo está en buenas manos, no hay de qué preocuparse. Daphne, que había estado escuchando desde la distancia, se acercó rápidamente, visiblemente molesta. —¿Dónde está Enzo? —preguntó, con tono tenso, cruzando los brazos—. Ayer me dejó sola en la fiesta y no volvió. Ni siquiera se tomó la molestia de avisarme qué estaba haciendo. Alicia la miró con calma, sabiendo que la queja de Daphne no tenía fundamento. —Enzo está descansando. Estaba agotado, y no necesita que lo distraigan con tus preguntas. Daphne, indignada, levantó una ceja. —¿Descansando? ¡Claro! Seguro está con esa tal "gatita" de la que tanto se habla. —El desdén en su voz era evidente, aunque no sabía quién era la tal "gatita". Alicia la miró fijamente, sin perder la compostura. —No te hagas ilusiones, Daphne. Enzo no te debe explicaciones. Ya te he dicho mil veces que este compromiso es solo una fachada. No estás en posición de reclamar nada. Si te molesta, te sugiero que tomes un paso atrás y dejes que Enzo haga lo que le parezca. Daphne se quedó en silencio un momento, herida por las palabras de Alicia, pero no pudo evitar soltar una última queja. —No sé por qué me sorprende. Seguro "gatita" lo tiene completamente entretenido, y yo aquí, esperando. Alicia no se molestó en responder. Con un suspiro, se apartó de Daphne y continuó con lo suyo, dejando en claro que no iba a seguir discutiendo sobre el tema. Mientras tanto, Amatista se aseguraba de que Enzo estuviera cómodo, le preparaba la sopa y, al poco tiempo, recibió las medicinas que Roque había enviado. Le agradeció, sabiendo que todo estaba en orden para que Enzo pudiera recuperarse lo antes posible. Decidió bajar a la cocina para preparar algo ligero para Enzo, sabiendo que probablemente tendría hambre cuando despertara. Subió con la bandeja de sopa, el vaso de agua y las medicinas, dispuesta a cuidar de él como mejor podía. Al entrar en la habitación, se encontró con Enzo aún despierto, pero esta vez, estaba hablando por teléfono. En la línea, se oían risas y bromas. —Lo que pasa, Enzo, es que tu "gatita" te está cuidando, ¿verdad? —se escuchó la voz burlona de Massimo. —No seas tan duro con él, Massimo, es un trabajo muy pesado cuidar a alguien como Enzo. Seguro está agradecido de tener a la "gatita" ahí —se rió Mateo, con tono sarcástico. —¿Qué pasa, Enzo? ¿Has decidido tomarte un día libre solo porque estás enfermo? ¿Nos vas a dejar a nosotros el trabajo mientras "gatita" te atiende? —añadió Paolo, entre risas. Amatista entró en la habitación, colocando la bandeja sobre la mesa de noche y mirando a Enzo con cara de desaprobación. —¿Qué estás haciendo? ¿Hablando por teléfono mientras estás enfermo? —le reclamó, con el ceño fruncido. Enzo levantó una mano, pidiendo un momento. —Solo un minuto, gatita. Estos son asuntos importantes —dijo, sin dejar de escuchar las bromas de sus socios. —¿Importantes? ¡¿Importantes?! —exclamó ella, acercándose a la cama—. Lo único importante ahora es que descanses y te recuperes. ¿Qué parte no entiendes? Enzo, divertido por la actitud de Amatista, intentó sonreír, pero su fiebre le quitaba fuerzas. —Es solo un minuto más, amor —dijo, con voz cansada. Pero Amatista no le dio oportunidad. Tomó el teléfono con decisión y lo apartó de su oído. —¡Basta, Enzo! —dijo, cortando la llamada sin miramientos—. No vas a seguir trabajando mientras estés así. Los socios pueden esperar. Del otro lado, Massimo, Mateo, Paolo y Emilio, que estaban escuchando, no pudieron evitar reírse a carcajadas al darse cuenta de lo que estaba sucediendo. —¡¿Nos está retando?! —se oyó la voz de Emilio, divertida, al fondo. —Parece que alguien más tiene el control aquí, Enzo —dijo Paolo, entre risas—. Tu "gatita" sabe cómo poner límites. Enzo, lejos de molestarse, se acomodó en la cama, y con una sonrisa irónica, miró a Amatista. —Nunca nadie me corta una llamada, pero supongo que hoy tendré que aceptar tus reglas —dijo, aún sin perder su tono desafiante. Amatista, con una mirada decidida, le pasó la sopa y las medicinas. —No hay discusión, Enzo. Descansa. Estás bajo mis órdenes, por ahora —respondió, mientras lo observaba comer con satisfacción. Enzo dejó escapar una leve risa, reconociendo que no podía hacer nada contra su voluntad. —De acuerdo, gatita, pero solo porque estoy completamente bajo tus órdenes. Por ahora —añadió, con una sonrisa. Amatista no pudo evitar sonreír al ver a Enzo finalmente ceder. Aunque sabía que él nunca aceptaría la posición de subordinado, disfrutaba de esa sensación de tenerlo bajo su cuidado. Y Enzo, por su parte, no podía dejar de sentir una mezcla de respeto y cariño por ella, su "gatita", que, aunque siempre retándolo, era la única capaz de cuidarlo y hacerle frente.
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Índice
Capítulo 1 Mi objeto más deseado Capítulo 2 La soledad de la ausencia Capítulo 3 Un refugio en medio del caos Capítulo 4 El regreso de enzo Capítulo 5 Un día para nosotros Capítulo 6 El secreto de la gatita Capítulo 7 Entre terrenos y promesas Capítulo 8 El cumpleaños de enzo: la sombra del secreto Capítulo 9 El peso de las sombras Capítulo 10 La traición bajo la sombra Capítulo 11 Bajo el manto de la tempestad Capítulo 12 El sol y las sombras Capítulo 13 Bajo las sábanas del silencio Capítulo 14 Entre sombras y suspiros Capítulo 15 Bajo el silencio de la mansión Capítulo 16 El peso de la culpa Capítulo 17 Promesas que rompen el alma Capítulo 18 El secreto bajo la piel del lobo Capítulo 19 Un amor que enciende la tarde Capítulo 20 El contrato de prometida Capítulo 21 Entre sombras y compromisos Capítulo 22 Un aniversario silencioso Capítulo 23 Verdades a la luz: una noche en el club privado Capítulo 24 El eco de las decisiones Capítulo 25 Sombras y promesas Capítulo 26 Entre el amor y el control Capítulo 27 Entre secretos y verdades Capítulo 28 Marcas de lealtad y rivalidad Capítulo 29 La herida silenciosa Capítulo 30 La lección de enzo Capítulo 31 "El día que conocieron a 'gatita'" Capítulo 32 La noche en la mansión bourth Capítulo 33 Un día en la mansión bourth Capítulo 34 Entre amenazas y confesiones Capítulo 35 Sombras bajo la mansión bourth Capítulo 36 Bajo el sol del campo de golf Capítulo 37 Encuentros y tentaciones Capítulo 38 Miradas y confesiones Capítulo 39 La tentación en el camino a casa Capítulo 40 La llegada de enzo al club Capítulo 41 En la terraza del club Capítulo 42 Certezas bajo el sol Capítulo 43 La elegancia de lo cotidiano Capítulo 44 Bajo el sol del campo Capítulo 45 Bajo la mirada del club Capítulo 46 La fiesta de francesco Capítulo 47 Recuerdos y bromas en la fiesta de francesco Capítulo 48 Una mañana para dos Capítulo 49 Bajo el sol de la tarde Capítulo 50 Una noche de contrastes Capítulo 51 La intensidad de la noche Capítulo 52 Un juego de estrategias Capítulo 53 Compromisos en la mesa Capítulo 54 Compromisos y límites Capítulo 55 Estrategias y planes Capítulo 56 Una mesa de tensiones veladas Capítulo 57 Una dosis de dulzura y confusión Capítulo 58 Ecos de ambición y confianza Capítulo 59 Un amanecer truncado Capítulo 60 El cautiverio de amatista Capítulo 61 El tiempo se detiene Capítulo 62 El código de amatista Capítulo 63 El juego de las sombras Capítulo 64 Entre el miedo y la estrategia Capítulo 65 Entre las sombras y la resistencia Capítulo 66 La negociación con franco calpi Capítulo 67 El rastro de amatista Capítulo 68 La tormenta en calma Capítulo 69 La espera y la comodidad Capítulo 70 Retorno al refugio Capítulo 71 Entre sombras y luz Capítulo 72 La gran inauguración Capítulo 73 Juegos peligrosos Capítulo 74 Una noche solo nuestra Capítulo 75 Una mañana juntos Capítulo 76 Un desafío en el campo Capítulo 77 Un encuentro en la terraza Capítulo 78 Compromisos y nuevos comienzos Capítulo 79 Una tarde en el jardín Capítulo 80 Destino costa azul Capítulo 81 Un encuentro inesperado Capítulo 82 Una mañana de aventuras Capítulo 83 La lluvia y la sorpresa Capítulo 84 La verdad en la oscuridad Capítulo 85 El silencio en la mañana Capítulo 86 Una resaca para recordar Capítulo 87 "Sombras que se acercan" Capítulo 88 Entre regalos y secretos Capítulo 89 La reunión que perdura Capítulo 90 El compromiso silencioso Capítulo 91 La ira de enzo Capítulo 92 La verdad oculta Capítulo 93 El precio de la verdad Capítulo 94 Nervios y distracciones Capítulo 95 Encuentros y confesiones Capítulo 96 "El fantasma del pasado" Capítulo 97 La verdad oculta Capítulo 98 El silencio de la obsesión Capítulo 99 Decisiones y vigilancias Capítulo 100 El encuentro con clara Capítulo 101 Sombras y promesas Capítulo 102 En un lugar para ella Capítulo 103 Un nuevo comienzo Capítulo 104 Sombras entre el pasado y el presente Capítulo 105 El valor del cambio Capítulo 106 Entre sueños y cadenas Capítulo 107 La herida del orgullo Capítulo 108 Un amor en ruinas Capítulo 109 Siempre será su gatita Capítulo 110 Jugando con el poder Capítulo 111 Un acuerdo frío Capítulo 112 Un nuevo comienzo Capítulo 113 Bajo la luz de lune Capítulo 114 Entre sombras y café Capítulo 115 Nuevas direcciones Capítulo 116 Un destello en la multitud Capítulo 117 Sombras en la fiesta Capítulo 118 Secretos y revelaciones Capítulo 119 Una nueva vida en camino Capítulo 120 Protección y frustración Capítulo 121 La verdad a medias Capítulo 122 El límite de la lealtad Capítulo 123 Un paso hacia el cambio Capítulo 124 Protección en la mansión bourth Capítulo 125 Fiebre en la madrugada Capítulo 126 Una tarde de reuniones en la mansión bourth Capítulo 127 Espacios y silencio Capítulo 128 Interrupciones y confesiones Capítulo 129 Desayuno de conflictos Capítulo 130 Cunas y secretos Capítulo 131 Diez minutos más Capítulo 132 Preparativos y sospechas Capítulo 133 Bajo la seda de la noche Capítulo 134 Sombras entre diseños Capítulo 135 Un juego de ventaja Capítulo 136 Refugio en la calma Capítulo 137 La ira de enzo Capítulo 138 Ecos de la desconfianza Capítulo 139 Ecos de la ausencia Capítulo 140 Sombras en el silencio Capítulo 141 Silencios y revelaciones Capítulo 142 La ira del lobo Capítulo 143 La sombra de la sumisión Capítulo 144 Secretos Capítulo 145 Movimientos silenciosos Capítulo 146 Voces en la oscuridad Capítulo 147 Revelaciones entre sombras Capítulo 148 Hilos de orgullo y desprecio Capítulo 149 Encuentro en el ascensor Capítulo 150 La grieta en la oscuridad Capítulo 151 La sombra de la amenaza Capítulo 152 Revelaciones Capítulo 153 Pasado Capítulo 154 Última jugada Capítulo 155 Bajo la sombra del peligro Capítulo 156 Una huida desesperada Capítulo 157 Ecos del pasado Capítulo 158 La calma Capítulo 159 Refugio en la tormenta Capítulo 160 El adiós temporal Capítulo 161 Bajo presión Capítulo 162 Sabores de seducción Capítulo 163 Ecos de la pasión Capítulo 164 La almohada favorita Capítulo 165 Bajo las risas, la tensión Capítulo 166 Un reloj en el tiempo Capítulo 167 El juego de las sombras Capítulo 168 Interrogatorio a amatista Capítulo 169 La doble jugada Capítulo 170 Cazador y presa Capítulo 171 La espera inmóvil Capítulo 172 A un lado Capítulo 173 El peso de la venganza Capítulo 174 Frágil como el cristal Capítulo 175 La jaula dorada Capítulo 176 Un rastro de fuerza Capítulo 177 Entre la indiferencia y el deseo Capítulo 178 Jaque al rey Capítulo 179 Resaca y suplicio Capítulo 180 Despertar entre sus brazos Capítulo 181 Verdades y juegos Capítulo 182 Almuerzo entre risas y miradas Capítulo 183 Caza en marcha Capítulo 184 Entre poderes y sonrisas Capítulo 185 Conversaciones y juegos de poder Capítulo 186 La noche de reposo Capítulo 187 El inicio de la cacería Capítulo 188 Trampa en el camino Capítulo 189 La caída de un traidor Capítulo 190 Sorpresas en la mañana Capítulo 191 Advertencias al amanecer Capítulo 192 Celebrando a su manera Capítulo 193 Madrugada entre secretos y besos Capítulo 194 De vuelta a casa Capítulo 195 La celebración comienza Capítulo 196 Recuerdos en un girasol Capítulo 197 Aniversario inagotable Capítulo 198 Recuerdos del pasado Capítulo 199 Una noche de coincidencias Capítulo 200 Deseo incontrolable Capítulo 201 Al volante del deseo Capítulo 202 Interrupciones inesperadas Capítulo 203 Provocaciones peligrosas Capítulo 204 El contrataque de amatista Capítulo 205 Sin espacio para el pasado Capítulo 206 El precio de la provocación Capítulo 207 Un despertar en familia Capítulo 208 La única señora bourth Capítulo 209 El amanecer de un nuevo día Capítulo 210 Persistencia y tentación Capítulo 211 En sus brazos, siempre Capítulo 212 Juegos peligrosos en la oficina appCapítulo 213 Promesas selladas en la oficina appCapítulo 214 Dos meses de distancia appCapítulo 215 El mejor regalo app
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