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Capítulo 73 Juegos peligrosos

La inauguración del casino seguía su curso, con los invitados moviéndose por el lujoso salón principal mientras la música y las conversaciones llenaban el aire. Massimo, Mateo, Emilio y Paolo se habían dispersado entre los asistentes, atendiendo a socios, empresarios y figuras relevantes que buscaban su atención. Esto dejó a Enzo y Amatista solos en la mesa, algo que ella no dejó pasar desapercibido. Amatista se acomodó en su silla, dejando que el brillo del vestido negro ajustado resaltara cada línea de su figura. Sus mangas largas cubrían sus brazos con elegancia, mientras el diseño sencillo y sin escote enmarcaba su cuello de manera delicada. Con una naturalidad que solo ella podía lograr, inclinó ligeramente la cabeza, dejando que algunos mechones de su coleta alta se deslizaran sobre su hombro. Sus ojos estaban fijos en Enzo, una mezcla de travesura y desafío brillando en ellos. Apoyó el codo sobre la mesa, descansando la barbilla sobre la palma de su mano, como si lo estuviera estudiando con atención. —Amor, ¿ya designaron las oficinas? —preguntó con un tono ligero, pero cargado de intención. Enzo levantó la vista de su copa y la observó con interés, sin perder su característico semblante tranquilo. —Todavía no, gatita. Estamos evaluando cuál será más adecuada para cada uno. —Su tono era casual, aunque sabía perfectamente hacia dónde iba la conversación. Amatista dejó escapar un leve suspiro, fingiendo decepción, pero su mirada chispeante decía lo contrario. —Vaya… Y yo que tenía muchas ganas de inaugurar la tuya esta noche. Enzo arqueó una ceja, dejando su copa en la mesa. —¿De verdad? —preguntó, su voz baja, pero firme, como si estuviera desafiándola a seguir. Amatista no se hizo esperar. Se inclinó ligeramente hacia él, dejando que su mano se deslizara lentamente por la superficie de la mesa hasta llegar al borde del saco de Enzo. Con un movimiento casual, pero intencionado, dejó que sus dedos recorrieran su pecho de arriba a abajo, dibujando una línea lenta y provocadora sobre la tela. —Claro. ¿O es que no extrañas esas pequeñas inauguraciones que solíamos hacer? —murmuró, sus labios curvándose en una sonrisa que sabía que lo desarmaba. Enzo cerró los ojos por un instante, luchando internamente contra el efecto que las palabras y los gestos de Amatista tenían sobre él. Su mandíbula se tensó ligeramente, y cuando abrió los ojos, su mirada ya no era tranquila. Había cambiado, reflejando un deseo contenido que ella conocía demasiado bien. —Gatita… —dijo, su tono casi suplicante mientras se inclinaba hacia ella, acercando sus labios a su oído—. Detente, por favor. Amatista se apartó un poco, pero no para detenerse. En lugar de eso, sus dedos se movieron juguetonamente hasta el cuello de Enzo, trazando un recorrido que terminó justo en el nudo de su corbata. Tiró de él con suavidad, lo suficiente para deshacerlo un poco, y su sonrisa se amplió. —No creo que pueda. —respondió con un susurro, su voz cargada de picardía—. Han pasado casi dos meses, amor. ¿No me extrañas ni un poco? Enzo apretó la mandíbula, incapaz de encontrar una respuesta inmediata. Pero antes de que pudiera decir algo, Amatista hizo algo que lo dejó completamente sin palabras: su mano bajó lentamente desde su pecho hasta su entrepierna, rozándolo con una mezcla de sutileza y determinación. El aire pareció detenerse por un momento. Enzo se tensó de inmediato, su cuerpo reaccionando al toque de Amatista mientras su mente luchaba por mantener el control. Su mirada se oscureció, fija en ella con una intensidad que lo decía todo. —¿Sabes lo que estás haciendo, gatita? —preguntó con voz baja, casi un gruñido, inclinándose hacia ella. Amatista no apartó la mirada ni un instante. Si acaso, su sonrisa se hizo más desafiante. —Por supuesto. ¿O es que no te gusta? Enzo la observó por unos segundos, como si intentara decidir si ceder al juego o mantenerse firme. Finalmente, inclinó la cabeza, acercándose aún más a su oído, su voz ronca y cargada de deseo. —Cuando termine esta fiesta, te llevaré a la mansión del campo, gatita —murmuró Enzo, su voz baja y cargada de fuego mientras su mirada se clavaba en ella con una intensidad abrasadora—. Te voy a follar hasta que cada parte de tu cuerpo recuerde que me perteneces. Y si me pides que me detenga, te follaré con más fuerza, porque no hay nada ni nadie que me haga detenerme. Las palabras de Enzo eran una mezcla de promesa y advertencia, y el efecto que tuvieron en Amatista fue evidente. Sin embargo, en lugar de retroceder, ella rió suavemente, casi en un susurro. —Más te vale cumplir, amor. Enzo negó ligeramente con la cabeza, su mirada fija en ella mientras intentaba recuperar algo de control. Sabía que Amatista tenía un poder único sobre él, y que ese juego que compartían era tanto una provocación como una promesa. La música seguía envolviendo el salón, mientras las conversaciones y el tintinear de las copas llenaban el ambiente. Amatista se acomodó nuevamente en su silla, cruzando las piernas con una sonrisa satisfecha. Había ganado esa pequeña batalla con Enzo, pero sabía que la verdadera contienda vendría más tarde, en la intimidad de la mansión del campo. Sin embargo, su mirada se desvió al notar que Massimo y Mateo regresaban a la mesa. Ambos se sentaron y comenzaron a hablar con Enzo, comentando sobre los socios y detalles de la fiesta. Amatista, aprovechando la distracción, tocó suavemente el brazo de Enzo, captando su atención. —Amor, creo que voy a acercarme a Daniel otra vez. Quiero seguir hablando con él. —dijo con voz tranquila, pero firme. Enzo la miró por un momento, evaluando la expresión serena en su rostro. Asintió levemente, llevando su mano a la de ella y apretándola con suavidad. —Está bien, gatita. Ve. Si necesitas algo, estaré aquí. Amatista le dedicó una sonrisa antes de levantarse con elegancia. Sus pasos firmes y seguros la llevaron nuevamente hacia donde Daniel estaba. Esta vez, lo encontró solo, con un vaso en la mano, observando la actividad a su alrededor con un aire pensativo. —¿Puedo unirme? —preguntó Amatista, rompiendo su concentración. Daniel levantó la vista rápidamente y, al verla, una ligera sonrisa apareció en su rostro. —Por supuesto, Amatista. Siempre es un placer hablar contigo. Ambos tomaron asiento en una pequeña mesa cercana. Al principio, la conversación fue ligera, intercambiando comentarios sobre la fiesta y algunos invitados. Pero luego, Daniel la miró con una expresión que mezclaba admiración y nostalgia. —¿Sabes? Realmente eres igual que tu madre, Isabel. El comentario despertó la curiosidad de Amatista. Aunque había escuchado poco sobre su madre, esas palabras parecían abrir una puerta que siempre había estado cerrada. —¿De verdad? —preguntó, inclinándose un poco hacia él—. ¿Cómo era ella? Daniel tomó un sorbo de su bebida antes de responder, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. —Era una mujer increíble. Inteligente, soñadora, siempre con ideas que parecían imposibles pero que, de alguna manera, encontraba la forma de lograr. —Una leve sonrisa apareció en su rostro al recordarla—. Pero también era temperamental. Cuando algo la molestaba o sentía que algo no era justo, no lo dejaba pasar. Era capaz de dejarlo todo, sin mirar atrás. Amatista asimiló esas palabras con calma, y aunque no lo dijo en voz alta, entendió que fue ese temperamento lo que llevó a su madre a huir con ella cuando solo era una niña. Su mirada se suavizó mientras apoyaba una mano sobre la de Daniel. —A veces las cosas no salen como uno desea —dijo con tono comprensivo—. Pero no tiene sentido quedarse atrapado en el pasado. Daniel bajó la mirada, un destello de vergüenza atravesando su rostro. —No puedo creer que te busqué durante todos estos años… y siempre estuviste tan cerca. Amatista apretó ligeramente su mano, ofreciéndole un consuelo silencioso. —Quizás no era el momento antes. Pero ahora lo es. —dijo con una leve sonrisa, y luego añadió, con un brillo en los ojos—: Tal vez podríamos organizar una cena para que yo pueda conocer a tu familia. Daniel levantó la mirada, sorprendido por la propuesta, pero no tardó en asentir con entusiasmo. —Me encantaría, Amatista. Estoy seguro de que estarán felices de conocerte. Ella asintió, sintiendo que la conversación había creado un puente entre ellos. Aunque el pasado seguía siendo un tema delicado, esa noche parecía haber marcado el inicio de algo nuevo. Cuando regresó a la mesa junto a Enzo, él la recibió con una mirada de curiosidad y apoyo. —¿Cómo te fue? —preguntó mientras la ayudaba a sentarse nuevamente. Amatista le dedicó una sonrisa tranquila, entrelazando sus dedos con los de él. —Muy bien, amor. Creo que estamos empezando a entendernos. Enzo asintió, sus ojos reflejando el orgullo que sentía por ella. La noche continuó, pero para Amatista, ese momento con Daniel fue suficiente para darle una nueva perspectiva. La posibilidad de reconstruir algo que parecía perdido ya no se sentía tan lejana. La noche comenzaba a relajarse mientras los invitados poco a poco se retiraban del casino. El bullicio inicial se transformaba en un murmullo tranquilo, y los espacios que antes estaban abarrotados ahora se sentían más amplios. Algunos socios aún conversaban en pequeños grupos, mientras los meseros recogían copas vacías y platos abandonados. Enzo y Amatista seguían juntos, observando el cambio en el ambiente. Él, sentado con la espalda recta y una copa de whisky en la mano, parecía completamente cómodo en su papel de anfitrión. Ella, en cambio, lo observaba desde su silla, con una sonrisa traviesa dibujada en el rostro. Sus ojos brillaban con esa mezcla de ternura y picardía que solo él podía desatar. —Amor… —murmuró Amatista, inclinándose ligeramente hacia él—. Creo que aún queda tiempo para otro baile. Enzo arqueó una ceja, dejando su copa sobre la mesa y extendiéndole la mano. —¿Me lo estás pidiendo o me estás provocando, gatita? Amatista no respondió de inmediato. En lugar de eso, se puso de pie con elegancia, dejando que el brillo del vestido negro ajustado captara su atención por un breve instante. —¿Por qué no las dos cosas? —respondió finalmente, tomando su mano y guiándolo hacia la pista de baile. La música había cambiado a un ritmo suave y sensual, perfecto para un último baile. Enzo tomó a Amatista por la cintura, sus dedos firmes descansando en el contorno de su cuerpo, mientras ella deslizó una mano por su hombro y la otra quedó atrapada entre los suyos. Comenzaron a moverse lentamente, siguiendo el ritmo de la música, pero Amatista, fiel a su naturaleza juguetona, no tardó en inclinarse hacia él. Sus labios rozaron apenas su oído mientras susurraba con una voz cargada de intención: —Espero que tengas en cuenta lo que dijo Federico… —murmuró, su aliento cálido rozando la piel de Enzo—. Nada de pensar en embarazos por ahora. Enzo no respondió, pero su mandíbula se tensó ligeramente mientras sentía cómo la mano de Amatista se deslizaba desde su hombro hasta su pecho, dibujando pequeños círculos sobre la tela de su camisa. —¿Ya pensaste dónde vas a comprar protección antes de que lleguemos a la mansión? —continuó ella, su voz cargada de una provocación que hacía difícil concentrarse en el baile. Enzo cerró los ojos por un instante, inhalando profundamente antes de hablar. —Nos detendremos en el camino, gatita. Pero si sigues así, puede que ni siquiera lleguemos a la mansión. Amatista soltó una pequeña risa, claramente disfrutando del efecto que tenía sobre él. Dejó que su mano bajara un poco más, justo hasta la base de su abdomen, jugando con los bordes de su cinturón mientras su mirada se alzaba para encontrarse con la de él. —Es difícil evitarlo… —susurró, sus labios apenas curvándose en una sonrisa—. Estar tan cerca del hombre perfecto y sexy, y no querer tocarlo. Enzo la observó, su mirada ardía con un deseo que parecía amenazar con consumirlo. La presión de sus dedos sobre su cintura aumentó ligeramente, marcando un control que parecía pender de un hilo. —Gatita… —murmuró, su voz un gruñido bajo y lleno de advertencia—. Mientras más me provoques, menos piedad tendré contigo esta noche. Amatista rió suavemente, inclinándose hacia él como si lo desafiara. —Llevamos dos meses sin nada, amor. Extraño tu cuerpo, tus caricias… tu voz susurrándome al oído. Es difícil aguantar hasta llegar a la mansión. Enzo apretó la mandíbula, inclinándose hasta que sus labios casi rozaron el cuello de Amatista. —Dos meses es demasiado, lo admito. Pero no te preocupes, gatita. Esta noche recuperarás hasta el último segundo perdido. El tono de su voz, cargado de promesas, envió un escalofrío por la espalda de Amatista. Por un momento, ambos se quedaron inmóviles en la pista de baile, sus miradas atrapadas en un intercambio que no necesitaba palabras. La tensión entre ellos era palpable, un fuego que ninguno de los dos estaba dispuesto a apagar hasta que estuvieran completamente solos. Mientras la música continuaba, Enzo y Amatista regresaron a la mesa. Los últimos invitados comenzaban a despedirse, dejando el salón cada vez más vacío. Massimo, Mateo, Paolo y Emilio aún estaban cerca, cerrando los últimos detalles con algunos socios. Enzo miró a Amatista, y con un gesto suave, tomó su mano. —Es hora de irnos, gatita. Amatista asintió, sus labios curvándose en una sonrisa mientras se levantaba junto a él. —¿Hacemos esa parada en el camino, amor? Enzo negó con una pequeña risa, pasando un brazo por su cintura mientras la guiaba hacia la salida. —Por tu bien, más vale que lo hagamos. Amatista apoyó su cabeza en su hombro mientras salían del casino, la anticipación creciendo con cada paso que daban hacia el coche. La noche aún estaba lejos de terminar, y ambos sabían que lo mejor estaba por llegar.
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Índice
Capítulo 1 Mi objeto más deseado Capítulo 2 La soledad de la ausencia Capítulo 3 Un refugio en medio del caos Capítulo 4 El regreso de enzo Capítulo 5 Un día para nosotros Capítulo 6 El secreto de la gatita Capítulo 7 Entre terrenos y promesas Capítulo 8 El cumpleaños de enzo: la sombra del secreto Capítulo 9 El peso de las sombras Capítulo 10 La traición bajo la sombra Capítulo 11 Bajo el manto de la tempestad Capítulo 12 El sol y las sombras Capítulo 13 Bajo las sábanas del silencio Capítulo 14 Entre sombras y suspiros Capítulo 15 Bajo el silencio de la mansión Capítulo 16 El peso de la culpa Capítulo 17 Promesas que rompen el alma Capítulo 18 El secreto bajo la piel del lobo Capítulo 19 Un amor que enciende la tarde Capítulo 20 El contrato de prometida Capítulo 21 Entre sombras y compromisos Capítulo 22 Un aniversario silencioso Capítulo 23 Verdades a la luz: una noche en el club privado Capítulo 24 El eco de las decisiones Capítulo 25 Sombras y promesas Capítulo 26 Entre el amor y el control Capítulo 27 Entre secretos y verdades Capítulo 28 Marcas de lealtad y rivalidad Capítulo 29 La herida silenciosa Capítulo 30 La lección de enzo Capítulo 31 "El día que conocieron a 'gatita'" Capítulo 32 La noche en la mansión bourth Capítulo 33 Un día en la mansión bourth Capítulo 34 Entre amenazas y confesiones Capítulo 35 Sombras bajo la mansión bourth Capítulo 36 Bajo el sol del campo de golf Capítulo 37 Encuentros y tentaciones Capítulo 38 Miradas y confesiones Capítulo 39 La tentación en el camino a casa Capítulo 40 La llegada de enzo al club Capítulo 41 En la terraza del club Capítulo 42 Certezas bajo el sol Capítulo 43 La elegancia de lo cotidiano Capítulo 44 Bajo el sol del campo Capítulo 45 Bajo la mirada del club Capítulo 46 La fiesta de francesco Capítulo 47 Recuerdos y bromas en la fiesta de francesco Capítulo 48 Una mañana para dos Capítulo 49 Bajo el sol de la tarde Capítulo 50 Una noche de contrastes Capítulo 51 La intensidad de la noche Capítulo 52 Un juego de estrategias Capítulo 53 Compromisos en la mesa Capítulo 54 Compromisos y límites Capítulo 55 Estrategias y planes Capítulo 56 Una mesa de tensiones veladas Capítulo 57 Una dosis de dulzura y confusión Capítulo 58 Ecos de ambición y confianza Capítulo 59 Un amanecer truncado Capítulo 60 El cautiverio de amatista Capítulo 61 El tiempo se detiene Capítulo 62 El código de amatista Capítulo 63 El juego de las sombras Capítulo 64 Entre el miedo y la estrategia Capítulo 65 Entre las sombras y la resistencia Capítulo 66 La negociación con franco calpi Capítulo 67 El rastro de amatista Capítulo 68 La tormenta en calma Capítulo 69 La espera y la comodidad Capítulo 70 Retorno al refugio Capítulo 71 Entre sombras y luz Capítulo 72 La gran inauguración Capítulo 73 Juegos peligrosos Capítulo 74 Una noche solo nuestra Capítulo 75 Una mañana juntos Capítulo 76 Un desafío en el campo Capítulo 77 Un encuentro en la terraza Capítulo 78 Compromisos y nuevos comienzos Capítulo 79 Una tarde en el jardín Capítulo 80 Destino costa azul Capítulo 81 Un encuentro inesperado Capítulo 82 Una mañana de aventuras Capítulo 83 La lluvia y la sorpresa Capítulo 84 La verdad en la oscuridad Capítulo 85 El silencio en la mañana Capítulo 86 Una resaca para recordar Capítulo 87 "Sombras que se acercan" Capítulo 88 Entre regalos y secretos Capítulo 89 La reunión que perdura Capítulo 90 El compromiso silencioso Capítulo 91 La ira de enzo Capítulo 92 La verdad oculta Capítulo 93 El precio de la verdad Capítulo 94 Nervios y distracciones Capítulo 95 Encuentros y confesiones Capítulo 96 "El fantasma del pasado" Capítulo 97 La verdad oculta Capítulo 98 El silencio de la obsesión Capítulo 99 Decisiones y vigilancias Capítulo 100 El encuentro con clara Capítulo 101 Sombras y promesas Capítulo 102 En un lugar para ella Capítulo 103 Un nuevo comienzo Capítulo 104 Sombras entre el pasado y el presente Capítulo 105 El valor del cambio Capítulo 106 Entre sueños y cadenas Capítulo 107 La herida del orgullo Capítulo 108 Un amor en ruinas Capítulo 109 Siempre será su gatita Capítulo 110 Jugando con el poder Capítulo 111 Un acuerdo frío Capítulo 112 Un nuevo comienzo Capítulo 113 Bajo la luz de lune Capítulo 114 Entre sombras y café Capítulo 115 Nuevas direcciones Capítulo 116 Un destello en la multitud Capítulo 117 Sombras en la fiesta Capítulo 118 Secretos y revelaciones Capítulo 119 Una nueva vida en camino Capítulo 120 Protección y frustración Capítulo 121 La verdad a medias Capítulo 122 El límite de la lealtad Capítulo 123 Un paso hacia el cambio Capítulo 124 Protección en la mansión bourth Capítulo 125 Fiebre en la madrugada Capítulo 126 Una tarde de reuniones en la mansión bourth Capítulo 127 Espacios y silencio Capítulo 128 Interrupciones y confesiones Capítulo 129 Desayuno de conflictos Capítulo 130 Cunas y secretos Capítulo 131 Diez minutos más Capítulo 132 Preparativos y sospechas Capítulo 133 Bajo la seda de la noche Capítulo 134 Sombras entre diseños Capítulo 135 Un juego de ventaja Capítulo 136 Refugio en la calma Capítulo 137 La ira de enzo Capítulo 138 Ecos de la desconfianza Capítulo 139 Ecos de la ausencia Capítulo 140 Sombras en el silencio Capítulo 141 Silencios y revelaciones Capítulo 142 La ira del lobo Capítulo 143 La sombra de la sumisión Capítulo 144 Secretos Capítulo 145 Movimientos silenciosos Capítulo 146 Voces en la oscuridad Capítulo 147 Revelaciones entre sombras Capítulo 148 Hilos de orgullo y desprecio Capítulo 149 Encuentro en el ascensor Capítulo 150 La grieta en la oscuridad Capítulo 151 La sombra de la amenaza Capítulo 152 Revelaciones Capítulo 153 Pasado Capítulo 154 Última jugada Capítulo 155 Bajo la sombra del peligro Capítulo 156 Una huida desesperada Capítulo 157 Ecos del pasado Capítulo 158 La calma Capítulo 159 Refugio en la tormenta Capítulo 160 El adiós temporal Capítulo 161 Bajo presión Capítulo 162 Sabores de seducción Capítulo 163 Ecos de la pasión Capítulo 164 La almohada favorita Capítulo 165 Bajo las risas, la tensión Capítulo 166 Un reloj en el tiempo Capítulo 167 El juego de las sombras Capítulo 168 Interrogatorio a amatista Capítulo 169 La doble jugada Capítulo 170 Cazador y presa Capítulo 171 La espera inmóvil Capítulo 172 A un lado Capítulo 173 El peso de la venganza Capítulo 174 Frágil como el cristal Capítulo 175 La jaula dorada Capítulo 176 Un rastro de fuerza Capítulo 177 Entre la indiferencia y el deseo Capítulo 178 Jaque al rey Capítulo 179 Resaca y suplicio Capítulo 180 Despertar entre sus brazos Capítulo 181 Verdades y juegos Capítulo 182 Almuerzo entre risas y miradas Capítulo 183 Caza en marcha Capítulo 184 Entre poderes y sonrisas Capítulo 185 Conversaciones y juegos de poder Capítulo 186 La noche de reposo Capítulo 187 El inicio de la cacería Capítulo 188 Trampa en el camino Capítulo 189 La caída de un traidor Capítulo 190 Sorpresas en la mañana Capítulo 191 Advertencias al amanecer Capítulo 192 Celebrando a su manera Capítulo 193 Madrugada entre secretos y besos Capítulo 194 De vuelta a casa Capítulo 195 La celebración comienza Capítulo 196 Recuerdos en un girasol Capítulo 197 Aniversario inagotable Capítulo 198 Recuerdos del pasado Capítulo 199 Una noche de coincidencias Capítulo 200 Deseo incontrolable Capítulo 201 Al volante del deseo Capítulo 202 Interrupciones inesperadas Capítulo 203 Provocaciones peligrosas Capítulo 204 El contrataque de amatista Capítulo 205 Sin espacio para el pasado Capítulo 206 El precio de la provocación Capítulo 207 Un despertar en familia Capítulo 208 La única señora bourth Capítulo 209 El amanecer de un nuevo día Capítulo 210 Persistencia y tentación Capítulo 211 En sus brazos, siempre Capítulo 212 Juegos peligrosos en la oficina appCapítulo 213 Promesas selladas en la oficina appCapítulo 214 Dos meses de distancia appCapítulo 215 El mejor regalo app
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