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Capítulo 112 Un nuevo comienzo

La mañana del encuentro con Ethan, Amatista y Santiago llegaron al edificio con nerviosismo, pero también con esperanza. El contrato ya estaba listo, como había prometido Ethan. Al llegar, los recibieron con una sonrisa profesional, entregando las llaves y el contrato que ambos firmaron sin pensarlo dos veces. Santiago hizo el pago inicial de inmediato, y con una cortesía que ya era su sello, Ethan les deseó éxito en este nuevo proyecto. —Lo mejor está por venir —dijo Ethan, antes de retirarse, dejándolos a solas en el nuevo espacio que, en ese momento, parecía una promesa de grandes oportunidades. Una vez solos, Santiago no pudo evitar sonreír. Estaba entusiasmado, la energía de este nuevo comienzo lo llenaba de optimismo. Se dio vuelta hacia Amatista, quien parecía igualmente absorbida por el lugar. —Es perfecto, Amatista. —Santiago miró alrededor con brillo en los ojos—. Todo lo que necesitamos, lo tenemos aquí. A pesar de la emoción, la joven no pudo dejar de notar algo que la inquietaba. Se acercó a una de las maquinarias, tocándola con un dedo pensativo. —Sí, pero… es demasiado perfecto. Las maquinarias son nuevas, la ubicación es excelente, el precio es bajo. Todo parece... ¿demasiado bueno para ser cierto? Santiago rió, desechando de inmediato sus dudas. —Amatista, ya firmamos el contrato, y si no pasa nada raro, entonces no veo por qué no aprovechar la suerte que estamos teniendo. Este es nuestro momento. Amatista no estaba tan segura, pero dejó escapar una pequeña sonrisa. Decidió seguir el ritmo y, por un momento, dejó de preocuparse por lo que podría salir mal. En lugar de eso, decidió que era hora de hacer algo productivo. —Vamos a dejar de limpiar por un momento. Tengo algo que mostrarles —dijo mientras sacaba un sobre de su bolso. Era el sobre con los diseños que había estado preparando. Lo abrió y, con una mirada confiada, comenzó a mostrar las piezas a Santiago y Alejo, quien había llegado poco después. Alejo observó los dibujos con detenimiento, sorprendido por la calidad y el nivel de detalle que Amatista había logrado. —Esto es impresionante —dijo, mirando a Santiago, quien compartía su entusiasmo—. Es un muy buen comienzo, definitivamente. Santiago asintió, claramente orgulloso de lo que su socia había creado. —Lo sé. Más tarde vendrán los empleados, si deseas conocerlos. De todas formas, lo importante ahora es que tenemos todo listo. Amatista sonrió, contenta de que su trabajo hubiera impresionado a ambos, pero también consciente de que aún quedaba mucho por hacer. —Tengo un compromiso —dijo, mirando a Santiago. —Pero confío en ti. Si ya los conoces, no me opondré a que sigas adelante. Esa tarde, Amatista se dirigió al centro comercial para encontrarse con Jazmín. Sabía que, a pesar de las diferencias pasadas, en ese momento su hermanastra era su única compañía constante. La saludó con una sonrisa antes de ir directamente a lo que más le gustaba: la moda. Jazmín, algo nerviosa por la fiesta de la noche, le había pedido ayuda para encontrar el vestido perfecto. Amatista la observó mientras buscaban entre las estanterías, pasando de un vestido a otro, hasta que finalmente encontró el ideal. —Este —dijo, señalando uno con una tela brillante y un corte que resaltaba la figura de Jazmín—. Póntelo, ¡te va a quedar espectacular! Jazmín se probó el vestido y, al salir, Amatista no pudo evitar aplaudir y sonreír. —Si ese chico no se enamora de ti al verte con este vestido, es un idiota. Jazmín rió nerviosa pero feliz, y ambas hermanas se dirigieron a la peluquería para un peinado especial. El estilista les hizo un recogido elegante pero juvenil, justo lo que Jazmín necesitaba para esa noche. Al salir del lugar, Amatista se sintió satisfecha con el resultado. —Ahora, a maquillarte en casa, para que resaltes aún más —le dijo mientras se dirigían a la mansión Torner. Al llegar a la casa, Jazmín se acomodó en el vestíbulo, esperó pacientemente a que Amatista terminara de preparar sus utensilios de maquillaje. Sabía que su hermana se encargaría de que todo saliera perfecto. El maquillaje fue sutil, pero resaltaba sus rasgos con delicadeza, dándole un aire radiante. Cuando Jazmín se miró al espejo, no pudo evitar sonreír al ver el resultado del maquillaje. El vestido le quedaba perfecto y, con el toque sutil de Amatista en su rostro, se veía radiante. —Estás lista para robarle el aliento a cualquiera —bromeó Amatista, sonriendo mientras admiraba a su hermanastra. Jazmín soltó una pequeña risa, sintiéndose más segura y hermosa que nunca. Sabía que esta noche podría brillar, y con la ayuda de Amatista, su confianza se había disparado. Amatista, satisfecha con el trabajo, se dirigió rápidamente al piso de abajo para asegurarse de que Mariam y Daniel estuvieran listos para ver a Jazmín antes de que se fuera. Llegó al salón, donde ambos se encontraban, y, con una sonrisa en el rostro, les dio un grito. —¡Jazmín, baja! ¡Que todos vean lo hermosa que estás! Pocos segundos después, Jazmín descendió por las escaleras con gracia. La transformación fue tan notable que tanto Mariam como Daniel se quedaron sorprendidos por el cambio. —¡Vaya! ¡Qué guapa estás, hija! —exclamó Mariam, mirando a Jazmín con una mezcla de orgullo y admiración. Daniel, no menos impresionado, también elogió a su hija. —Sin duda, vas a ser la estrella de la fiesta esta noche —comentó con una sonrisa orgullosa. Jazmín sonrió tímidamente, agradecida por los elogios, pero rápidamente les hizo un gesto con la mano. —Gracias, pero no se emocionen demasiado —dijo, intentando restarles importancia a los halagos. En ese momento, Marco, apareció en la entrada del salón. —El auto está listo para llevar a Jazmín a la fiesta, señora —comentó con su tono habitual, indicando que el tiempo se había agotado. Jazmín asintió, levantándose con una última mirada hacia sus padres y hacia Amatista, quien la miraba con una sonrisa cálida. —Nos vemos luego —dijo Jazmín, y se dirigió hacia la puerta con paso firme. Amatista, aún con la sensación de satisfacción por ver a su hermanastra tan feliz, se quedó un momento en el salón mientras los últimos momentos de la velada pasaban. El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos, y al ver quién era, una ligera sonrisa apareció en su rostro. Era Santiago. —Hola, ¿cómo estás? —preguntó él en cuanto contestó. —Todo bien, ¿y tú? —respondió Amatista, preparándose para ir a cambiarse. —Bien, gracias. Te invito a un bar para festejar la firma del contrato, ¿te gustaría unirte? —dijo Santiago, con su tono habitual, cálido y amigable. Amatista miró a Daniel y Mariam, que seguían conversando, y les sonrió. —Claro, ¿me pasas la dirección? —respondió, buscando una excusa para despejar su mente un rato. —Te la mando ahora. Nos vemos pronto, entonces —contestó Santiago antes de colgar. Daniel, que había escuchado la conversación, la miró y le dijo con una sonrisa cómplice: —Anda, distraerte un poco. No te preocupes por nosotros, estaremos bien. Amatista asintió y subió rápidamente a su habitación. Se cambió a un vestido negro elegante con un sutil escote en la espalda, que la hacía sentirse segura y lista para salir. Se ató el cabello en un recogido sencillo, dejando algunos mechones caídos alrededor de su rostro. Para completar el look, se aplicó un perfume con brillitos que resaltaba en su piel, haciéndola sentir aún más radiante. Poco después, llegó al bar donde Santiago y Alejo ya la esperaban. La música estaba animada, y la atmósfera era relajada. Ambos la recibieron con sonrisas y comenzaron a festejar. Las risas no se hicieron esperar, y las conversaciones sobre el futuro del negocio y otros temas comenzaron a fluir con facilidad. Sin embargo, mientras Amatista disfrutaba de la compañía de los dos, alguien más observaba desde una esquina del bar. Enzo, sin que ella lo supiera, estaba allí también. Sus ojos no podían dejar de seguirla, observando cada uno de sus movimientos, y pensaba, perdido en sus recuerdos, cómo su madre le había advertido que jamás podría olvidarla. "Con solo verla, querría volver", pensó, mientras veía a Amatista disfrutar con Santiago y Alejo. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por Emir, quien lo había llamado para hablar de algunos negocios. Emir estaba acompañado por Samuel, Nicolás y Leonel, con quienes Enzo comenzó a discutir asuntos importantes. Amatista, ajena a la presencia de Enzo, se levantó para ir al baño. Fue entonces cuando él, al verla caminar, decidió seguirla discretamente. Enzo la observó entrar al baño y, sin pensarlo mucho más, se levantó y la siguió, quedando a unos pasos de ella, sin que ella lo notara aún. Dentro del baño, Amatista se estaba lavando las manos cuando una sensación extraña la invadió. De repente, sintió la presencia de alguien detrás de ella. Se giró lentamente, y vio a Enzo, quien se acercó con paso firme hasta quedar justo detrás de ella. Amatista sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando él levantó la mano para acariciar la piel desnuda de su espalda, descubierta por el escote de su vestido. —Te ves realmente hermosa, gatita —susurró Enzo en su oído, usando el apodo que siempre la había hecho estremecer. Amatista se tensó al instante, pero no pudo evitar sentir esa chispa que siempre existía entre ellos. Aun con el corazón acelerado, se dio vuelta para enfrentar a Enzo. —¿Qué haces aquí? —preguntó, su voz intentando sonar firme, pero en su interior no podía evitar la confusión. —Me dijiste que te olvidara. Enzo no respondió con palabras. En su lugar, levantó su mano, tocando suavemente su rostro y, con una suavidad inesperada, la besó. Al principio, Amatista intentó resistirse, pero rápidamente cedió, respondiendo al beso con la misma intensidad. Sus cuerpos parecían moverse por su cuenta, como si todo lo que habían sentido en el pasado regresara de golpe. Enzo comenzó a acariciar su cuerpo lentamente, y Amatista, a pesar de la lucha interna, dejó que la pasión tomara el control. En un abrir y cerrar de ojos, Enzo la levantó con facilidad y la colocó sobre el lavabo del baño, besándola con más pasión, deslizándose por su vestido mientras lo hacía. La intensidad del momento fue creciendo rápidamente, y, entre susurros de satisfacción, ambos cedieron completamente al deseo. La cercanía, los toques, los besos se volvieron cada vez más intensos, y lo que empezó como un encuentro lento se transformó en algo más feroz. Cuando finalmente ambos llegaron al clímax, el ambiente quedó impregnado de la sensación del momento, pero también de la inevitable pregunta que flotaba en el aire: ¿qué significaba todo esto? Amatista no quería admitir lo que sentía, pero no podía negar lo que acababa de ocurrir. Ambos, ya recuperando el aliento, se acomodaron rápidamente la ropa. Amatista, al mirarlo, fue la primera en hablar, aunque su voz temblaba ligeramente. —Esto no cambia nada —dijo, con una mirada decidida—. Todavía elijo el diseño, y si no estás de acuerdo con eso, no estaremos juntos. Enzo, observándola, asintió, aunque su rostro mostraba una mezcla de comprensión y frustración. —Lo entiendo —respondió Enzo, con una mirada cargada de emociones encontradas. Se quedó en silencio por un momento, su mente dividida entre lo que deseaba y lo que sabía que debía hacer. Finalmente, rompió la tensión: —Te dejaré en paz, Amatista. Deberías olvidarte de mí. Amatista sintió cómo esas palabras le atravesaban el corazón como una daga. Su respiración se detuvo por un segundo, y sus manos, temblorosas, buscaron algo a lo que aferrarse, aunque no había nada. A pesar de la devastación que sentía, se obligó a mantener una fachada de firmeza. —Si eso es lo que quieres... está bien —respondió con voz contenida, intentando que no se quebrara. Sin mirar atrás, Amatista salió rápidamente del baño, luchando por contener las lágrimas. Su mente era un torbellino de emociones: la pasión que habían compartido minutos atrás aún ardía en su piel, pero las palabras de Enzo la habían dejado fría, como si un muro infranqueable se hubiera levantado entre ellos. Al llegar junto a Santiago y Alejo, esbozó una sonrisa forzada para no levantar sospechas. Los dos estaban inmersos en una conversación ligera, ajenos a la tormenta que se libraba dentro de ella. Amatista tomó un sorbo de su bebida, intentando concentrarse en el presente y olvidar lo que acababa de suceder. Mientras tanto, Enzo regresó con su grupo, compuesto por Samuel, Nicola, Emir y Leonel. Los hombres lo recibieron con bromas y preguntas. —¿Qué te tomó tanto tiempo? —inquirió Samuel, arqueando una ceja con una sonrisa burlona. —Negocios inesperados —respondió Enzo con una calma calculada, evitando cualquier detalle que pudiera delatar lo que realmente había ocurrido. Se acomodó en su asiento, pero no logró concentrarse en la conversación que continuaba a su alrededor. Su mirada, aunque disimulada, seguía buscando a Amatista entre la multitud. Sin embargo, se obligó a sí mismo a no acercarse nuevamente, reafirmándose en su decisión. Amatista permaneció en el bar un rato más, interactuando con Santiago y Alejo, aunque apenas prestaba atención a lo que decían. Finalmente, decidió despedirse. —Creo que ya es hora de que me vaya —dijo, forzando una sonrisa. —¿Segura? Apenas empieza la noche —comentó Santiago con una ligera risa. —Sí, estoy algo cansada —respondió, dejando el asunto ahí. Tras intercambiar abrazos de despedida, Amatista salió del bar y tomó un taxi hacia la mansión Torner. Durante el trayecto, su mente no dejaba de repasar todo lo sucedido: la intensidad de su encuentro con Enzo, las caricias, el beso... y luego, las palabras que lo habían cambiado todo. "Te dejaré en paz", resonaba una y otra vez en su mente, creando una confusión que no lograba disipar. Cuando llegó a la mansión, entró en silencio. La casa estaba en penumbras, y no había nadie para recibirla, lo que agradeció. Subió lentamente a su habitación, dejando caer su bolso sobre la cama antes de quitarse los zapatos. El cansancio físico y emocional la abrumaba. Se cambió rápidamente, poniéndose un camisón ligero, y se metió bajo las sábanas. Cerró los ojos, intentando apagar los pensamientos que la mantenían inquieta. Sin embargo, el contraste entre el deseo que aún sentía por Enzo y su dolor por sus palabras no le permitía encontrar paz. Finalmente, el agotamiento la venció. Se quedó dormida, aunque su descanso fue intranquilo, lleno de imágenes borrosas de lo que había sucedido en el bar, el baño y, sobre todo, de los ojos de Enzo, que parecían grabados en su memoria. envolviera y tomar distancia de todo lo sucedido. Sin ganas de reflexionar más, se dirigió directamente a su habitación. Al entrar, se deshizo de su vestido, dejándolo caer sobre una silla, y con movimientos automáticos, se preparó para dormir. El cansancio físico y emocional la había agotado por completo. Se deslizó entre las sábanas de la cama, cerrando los ojos con fuerza, como si eso pudiera ayudar a borrar las imágenes del encuentro con Enzo. El roce de sus labios, la intensidad de su toque, la forma en que había caído bajo su hechizo una vez más. Pero, al final, lo único que quedó fue el silencio profundo de la noche. Amatista, finalmente, logró encontrar algo de paz en su mente, aunque no podía evitar la sensación de que algo había cambiado dentro de ella. Mientras se entregaba al sueño, se preguntaba qué implicaría todo aquello para el futuro, pero en ese momento, no tenía fuerzas para pensar en ello. Solo deseaba dormir, dejar que el cansancio la llevara lejos de sus pensamientos por unas horas.
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Índice
Capítulo 1 Mi objeto más deseado Capítulo 2 La soledad de la ausencia Capítulo 3 Un refugio en medio del caos Capítulo 4 El regreso de enzo Capítulo 5 Un día para nosotros Capítulo 6 El secreto de la gatita Capítulo 7 Entre terrenos y promesas Capítulo 8 El cumpleaños de enzo: la sombra del secreto Capítulo 9 El peso de las sombras Capítulo 10 La traición bajo la sombra Capítulo 11 Bajo el manto de la tempestad Capítulo 12 El sol y las sombras Capítulo 13 Bajo las sábanas del silencio Capítulo 14 Entre sombras y suspiros Capítulo 15 Bajo el silencio de la mansión Capítulo 16 El peso de la culpa Capítulo 17 Promesas que rompen el alma Capítulo 18 El secreto bajo la piel del lobo Capítulo 19 Un amor que enciende la tarde Capítulo 20 El contrato de prometida Capítulo 21 Entre sombras y compromisos Capítulo 22 Un aniversario silencioso Capítulo 23 Verdades a la luz: una noche en el club privado Capítulo 24 El eco de las decisiones Capítulo 25 Sombras y promesas Capítulo 26 Entre el amor y el control Capítulo 27 Entre secretos y verdades Capítulo 28 Marcas de lealtad y rivalidad Capítulo 29 La herida silenciosa Capítulo 30 La lección de enzo Capítulo 31 "El día que conocieron a 'gatita'" Capítulo 32 La noche en la mansión bourth Capítulo 33 Un día en la mansión bourth Capítulo 34 Entre amenazas y confesiones Capítulo 35 Sombras bajo la mansión bourth Capítulo 36 Bajo el sol del campo de golf Capítulo 37 Encuentros y tentaciones Capítulo 38 Miradas y confesiones Capítulo 39 La tentación en el camino a casa Capítulo 40 La llegada de enzo al club Capítulo 41 En la terraza del club Capítulo 42 Certezas bajo el sol Capítulo 43 La elegancia de lo cotidiano Capítulo 44 Bajo el sol del campo Capítulo 45 Bajo la mirada del club Capítulo 46 La fiesta de francesco Capítulo 47 Recuerdos y bromas en la fiesta de francesco Capítulo 48 Una mañana para dos Capítulo 49 Bajo el sol de la tarde Capítulo 50 Una noche de contrastes Capítulo 51 La intensidad de la noche Capítulo 52 Un juego de estrategias Capítulo 53 Compromisos en la mesa Capítulo 54 Compromisos y límites Capítulo 55 Estrategias y planes Capítulo 56 Una mesa de tensiones veladas Capítulo 57 Una dosis de dulzura y confusión Capítulo 58 Ecos de ambición y confianza Capítulo 59 Un amanecer truncado Capítulo 60 El cautiverio de amatista Capítulo 61 El tiempo se detiene Capítulo 62 El código de amatista Capítulo 63 El juego de las sombras Capítulo 64 Entre el miedo y la estrategia Capítulo 65 Entre las sombras y la resistencia Capítulo 66 La negociación con franco calpi Capítulo 67 El rastro de amatista Capítulo 68 La tormenta en calma Capítulo 69 La espera y la comodidad Capítulo 70 Retorno al refugio Capítulo 71 Entre sombras y luz Capítulo 72 La gran inauguración Capítulo 73 Juegos peligrosos Capítulo 74 Una noche solo nuestra Capítulo 75 Una mañana juntos Capítulo 76 Un desafío en el campo Capítulo 77 Un encuentro en la terraza Capítulo 78 Compromisos y nuevos comienzos Capítulo 79 Una tarde en el jardín Capítulo 80 Destino costa azul Capítulo 81 Un encuentro inesperado Capítulo 82 Una mañana de aventuras Capítulo 83 La lluvia y la sorpresa Capítulo 84 La verdad en la oscuridad Capítulo 85 El silencio en la mañana Capítulo 86 Una resaca para recordar Capítulo 87 "Sombras que se acercan" Capítulo 88 Entre regalos y secretos Capítulo 89 La reunión que perdura Capítulo 90 El compromiso silencioso Capítulo 91 La ira de enzo Capítulo 92 La verdad oculta Capítulo 93 El precio de la verdad Capítulo 94 Nervios y distracciones Capítulo 95 Encuentros y confesiones Capítulo 96 "El fantasma del pasado" Capítulo 97 La verdad oculta Capítulo 98 El silencio de la obsesión Capítulo 99 Decisiones y vigilancias Capítulo 100 El encuentro con clara Capítulo 101 Sombras y promesas Capítulo 102 En un lugar para ella Capítulo 103 Un nuevo comienzo Capítulo 104 Sombras entre el pasado y el presente Capítulo 105 El valor del cambio Capítulo 106 Entre sueños y cadenas Capítulo 107 La herida del orgullo Capítulo 108 Un amor en ruinas Capítulo 109 Siempre será su gatita Capítulo 110 Jugando con el poder Capítulo 111 Un acuerdo frío Capítulo 112 Un nuevo comienzo Capítulo 113 Bajo la luz de lune Capítulo 114 Entre sombras y café Capítulo 115 Nuevas direcciones Capítulo 116 Un destello en la multitud Capítulo 117 Sombras en la fiesta Capítulo 118 Secretos y revelaciones Capítulo 119 Una nueva vida en camino Capítulo 120 Protección y frustración Capítulo 121 La verdad a medias Capítulo 122 El límite de la lealtad Capítulo 123 Un paso hacia el cambio Capítulo 124 Protección en la mansión bourth Capítulo 125 Fiebre en la madrugada Capítulo 126 Una tarde de reuniones en la mansión bourth Capítulo 127 Espacios y silencio Capítulo 128 Interrupciones y confesiones Capítulo 129 Desayuno de conflictos Capítulo 130 Cunas y secretos Capítulo 131 Diez minutos más Capítulo 132 Preparativos y sospechas Capítulo 133 Bajo la seda de la noche Capítulo 134 Sombras entre diseños Capítulo 135 Un juego de ventaja Capítulo 136 Refugio en la calma Capítulo 137 La ira de enzo Capítulo 138 Ecos de la desconfianza Capítulo 139 Ecos de la ausencia Capítulo 140 Sombras en el silencio Capítulo 141 Silencios y revelaciones Capítulo 142 La ira del lobo Capítulo 143 La sombra de la sumisión Capítulo 144 Secretos Capítulo 145 Movimientos silenciosos Capítulo 146 Voces en la oscuridad Capítulo 147 Revelaciones entre sombras Capítulo 148 Hilos de orgullo y desprecio Capítulo 149 Encuentro en el ascensor Capítulo 150 La grieta en la oscuridad Capítulo 151 La sombra de la amenaza Capítulo 152 Revelaciones Capítulo 153 Pasado Capítulo 154 Última jugada Capítulo 155 Bajo la sombra del peligro Capítulo 156 Una huida desesperada Capítulo 157 Ecos del pasado Capítulo 158 La calma Capítulo 159 Refugio en la tormenta Capítulo 160 El adiós temporal Capítulo 161 Bajo presión Capítulo 162 Sabores de seducción Capítulo 163 Ecos de la pasión Capítulo 164 La almohada favorita Capítulo 165 Bajo las risas, la tensión Capítulo 166 Un reloj en el tiempo Capítulo 167 El juego de las sombras Capítulo 168 Interrogatorio a amatista Capítulo 169 La doble jugada Capítulo 170 Cazador y presa Capítulo 171 La espera inmóvil Capítulo 172 A un lado Capítulo 173 El peso de la venganza Capítulo 174 Frágil como el cristal Capítulo 175 La jaula dorada Capítulo 176 Un rastro de fuerza Capítulo 177 Entre la indiferencia y el deseo Capítulo 178 Jaque al rey Capítulo 179 Resaca y suplicio Capítulo 180 Despertar entre sus brazos Capítulo 181 Verdades y juegos Capítulo 182 Almuerzo entre risas y miradas Capítulo 183 Caza en marcha Capítulo 184 Entre poderes y sonrisas Capítulo 185 Conversaciones y juegos de poder Capítulo 186 La noche de reposo Capítulo 187 El inicio de la cacería Capítulo 188 Trampa en el camino Capítulo 189 La caída de un traidor Capítulo 190 Sorpresas en la mañana Capítulo 191 Advertencias al amanecer Capítulo 192 Celebrando a su manera Capítulo 193 Madrugada entre secretos y besos Capítulo 194 De vuelta a casa Capítulo 195 La celebración comienza Capítulo 196 Recuerdos en un girasol Capítulo 197 Aniversario inagotable Capítulo 198 Recuerdos del pasado Capítulo 199 Una noche de coincidencias Capítulo 200 Deseo incontrolable Capítulo 201 Al volante del deseo Capítulo 202 Interrupciones inesperadas Capítulo 203 Provocaciones peligrosas Capítulo 204 El contrataque de amatista Capítulo 205 Sin espacio para el pasado Capítulo 206 El precio de la provocación Capítulo 207 Un despertar en familia Capítulo 208 La única señora bourth Capítulo 209 El amanecer de un nuevo día Capítulo 210 Persistencia y tentación Capítulo 211 En sus brazos, siempre Capítulo 212 Juegos peligrosos en la oficina appCapítulo 213 Promesas selladas en la oficina appCapítulo 214 Dos meses de distancia appCapítulo 215 El mejor regalo app
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