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Capítulo 111 Un acuerdo frío

Enzo llegó al restaurante con la misma elegancia de siempre, aunque con la apatía que parecía ser parte de su esencia. Vestido con un traje impecable, su porte seguro contrastaba con la atmósfera cálida del lugar, donde Albertina lo esperaba ya sentada. Su vestido negro ajustado resaltaba sus curvas, y su maquillaje perfecto sugería que había invertido tiempo en prepararse para la velada. Sin embargo, Enzo no pareció notarlo. —Llegaste —dijo Albertina con una sonrisa que intentaba ser natural, aunque delataba cierta ansiedad. Enzo tomó asiento sin apurarse y, sin responder al comentario, hizo un gesto al camarero para ordenar algo de inmediato. La conversación comenzó con formalidades triviales. Albertina hablaba con soltura sobre temas cotidianos, mientras Enzo respondía con monosílabos o comentarios vagos. Su mirada se movía por el lugar de vez en cuando, pero rara vez se detenía en ella. Pasaron unos minutos antes de que Enzo, con su tono directo y frío, rompiera el hilo de la conversación. —Cuando te miro, Albertina, lo único que veo es una mujer ambiciosa —dijo sin rodeos, apoyando los codos en la mesa y entrelazando los dedos frente a su rostro. Albertina parpadeó, sorprendida por la crudeza de sus palabras, pero mantuvo la compostura. —¿Eso es algo malo? —preguntó, con una leve sonrisa que intentaba ocultar el golpe a su orgullo. —Depende de cómo lo uses. —Enzo dejó que el silencio pesara un momento antes de continuar—. No me interesa una relación genuina contigo. Sin embargo, estoy dispuesto a dejar que seas mi novia, con ciertas condiciones. Albertina inclinó la cabeza, interesada. —¿Y cuáles serían esas condiciones? —Quiero que mantengas a otras mujeres alejadas de mí. Las que buscan algo que no les voy a dar. Y que te comportes como es debido, sin dramas ni expectativas innecesarias. Albertina soltó una leve risa, intentando quitarle tensión al ambiente, aunque sabía que estaba jugando con fuego. —Eso suena más a un trato que a una relación, Enzo. —Es lo que es —respondió él con indiferencia—. Si buscas algo más, esta conversación termina aquí. Albertina, incapaz de contener su curiosidad, dio un paso más en la conversación. —¿Y qué hay de la posibilidad de algo real entre nosotros? Enzo se recargó en el respaldo de la silla, su mirada afilada. —No prometo nada. Solo amo a una mujer, y si ella no se hubiera alejado de mí, ni siquiera estarías teniendo esta oportunidad. Albertina sintió un nudo en el pecho ante la revelación, pero no se dejó intimidar. —Tal vez pueda ayudarte a olvidarla —dijo, con un tono suave que buscaba ser persuasivo. —Esa es la idea —contestó Enzo, sin rodeos—, pero no esperes que me enamore de ti. Albertina bajó la mirada por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Luego, con una determinación que se reflejó en su sonrisa, asintió. —Está bien, acepto. Enzo apoyó su copa sobre la mesa, el leve sonido del cristal resonando en el silencio que siguió a su última declaración. —Entonces, a partir de ahora, compórtate como mi novia. Albertina asintió, dispuesta a aceptar las condiciones, pero la voz de Enzo la interrumpió antes de que pudiera decir algo más. —No viviremos juntos. —Su tono era frío, casi mecánico—. Pero debes estar disponible todo el tiempo. Si te llamo para asistir a un evento, al club de golf o cualquier otra cosa, no quiero excusas. Albertina cruzó las piernas, manteniendo una expresión serena. —Eso lo entiendo, Enzo. —También puedo ofrecerte un pago mensual, si es lo que deseas —continuó sin detenerse—. Pero no te involucrarás en mis negocios ni preguntarás dónde estoy ni qué hago. ¿Entendido? El tono autoritario no daba lugar a negociaciones. Albertina asintió, aunque una pequeña chispa de orgullo herido brilló en sus ojos. —Perfectamente claro. Enzo inclinó ligeramente la cabeza, como si evaluara su respuesta antes de continuar. —Puedes usar mi influencia para lo que desees: abrir puertas, ganar contactos, conseguir lo que necesites. Pero hay límites. No irás en contra de mi familia ni de Massimo, Mateo, Emilio o Paolo. Ni siquiera intentes acercarte a sus círculos sin mi autorización. Albertina parpadeó, sorprendida por la precisión de los nombres. Aunque la advertencia le resultaba incómoda, asintió una vez más. —Lo tendré en cuenta. Enzo se inclinó hacia ella, reduciendo la distancia entre ambos, aunque su mirada seguía siendo helada. —Y conmigo, hay reglas estrictas. No quiero que te comportes de manera cariñosa. No me toques sin mi permiso. No hagas berrinches ni nada por el estilo. Albertina apretó los labios, sintiendo cómo su papel en esta relación era reducido al mínimo. —¿Algo más que deba saber? —Sí. La mayoría de las cosas las arreglarás con Roque. —Enzo mencionó a su guardia con un tono que dejaba en claro la importancia de su posición—. Es mi hombre más leal. Contra él no puedes intentar nada. ¿Quedó claro? —Clarísimo —respondió Albertina, aunque internamente sentía que estaba firmando un contrato más que comenzando una relación. Enzo se recargó en el respaldo de la silla, satisfecho con la aceptación de las condiciones. —Perfecto. Entonces, a partir de ahora, haz lo que se espera de ti, y todo estará bien. Albertina levantó su copa, su sonrisa tensa, aunque sus pensamientos ya comenzaban a elaborar estrategias para navegar esta compleja dinámica. Por más rígidas que fueran las reglas, estaba decidida a encontrar la manera de sacar ventaja de su posición. Mientras la noche avanzaba, Amatista estaba en su habitación en la mansión Torner, sentada en la cama con las piernas cruzadas y su teléfono apoyado contra el oído. La voz entusiasta de Santiago llegaba clara a través del altavoz. —Tenemos que firmar el contrato, Amatista. Es demasiado bueno para dejarlo pasar. Amatista suspiró, dejando caer su espalda contra el cabecero acolchado. —Lo sé, pero todavía me cuesta confiar en algo que parece tan perfecto. Es como si... —hizo una pausa, buscando las palabras—. Como si fuera demasiado para ser real. —Entiendo lo que dices —respondió Santiago, su tono conciliador—, pero he revisado el contrato dos veces y no hay nada raro. Amatista se mordió el labio, pensativa. —Yo tampoco encontré nada extraño. Y, siendo honesta, no podemos perder más tiempo. Ya tengo lista la primera colección y este lugar tiene todo lo que necesitamos. —Exacto. —Santiago sonó aliviado al escucharla—. Si firmamos, podemos contratar trabajadores de inmediato y comenzar a producir. Amatista asintió, aunque sabía que él no podía verla. —Entonces, adelante. Firmemos el contrato. —Perfecto. —La emoción de Santiago era evidente—. Mañana nos encontramos en el edificio con Ethan. Firmaremos y empezaremos a organizar todo. —Está bien —respondió ella, esbozando una leve sonrisa. —Ah, y te dejaré elegir oficina —añadió él, riendo. Amatista no pudo evitar reír también. —No, la oficina principal debe ser para ti. Tú vas a lidiar con los clientes y las cosas importantes. Yo puedo diseñar en cualquier rincón. —Si las cosas van bien, tendremos que armar un equipo de diseño para que trabajen contigo —comentó Santiago, su tono lleno de optimismo—. Tú serás quien lidere todo eso. Amatista se recostó completamente, sintiendo una mezcla de emoción y nervios. —Suena bien, Santiago. Pero primero hagamos que esto funcione. Amatista dejó el teléfono sobre la mesita de noche y se levantó de la cama, estirándose antes de salir de su habitación. Al bajar las escaleras, la mansión Torner estaba tranquila, con luces cálidas iluminando el pasillo que conducía al comedor. Al llegar, encontró a Daniel, Mariam y Jazmín ya sentados en la mesa, charlando mientras comenzaban a servir la cena. —Buenas noches —saludó Amatista con una sonrisa, tomando asiento junto a Jazmín. —Buenas noches, hija —respondió Daniel, dedicándole una mirada cariñosa mientras Mariam le ofrecía pan recién horneado. Jazmín, animada como siempre, no tardó en retomar la conversación. —Amatista, mañana voy a una fiesta con mis compañeros de la universidad. Es el cumpleaños de una de mis amigas, y va a ser algo grande. Amatista asintió con interés mientras comenzaba a servir un poco de ensalada en su plato. —Suena divertido. —Sí, pero antes quiero comprar algo bonito para ponerme. Pensé que podrías acompañarme. Eres buenísima eligiendo ropa, y creo que necesito ayuda. Amatista sonrió, halagada por la petición, pero negó suavemente con la cabeza. —Por la mañana tengo un compromiso importante —respondió, recordando la reunión para firmar el contrato—, pero por la tarde puedo ir contigo. —¡Perfecto! —exclamó Jazmín con entusiasmo, claramente emocionada por la idea—. Te prometo que no te haré caminar por todas las tiendas. Mariam se unió a la conversación, sonriendo mientras repartía los platos principales. —Es bueno que pasen tiempo juntas. Además, Amatista tiene un excelente gusto. Estoy segura de que encontrarás algo increíble, Jazmín. —¡Eso espero! —respondió Jazmín, con una mirada cómplice hacia Amatista. La cena continuó entre conversaciones ligeras y risas. Amatista se sentía más relajada que en días anteriores, disfrutando de la compañía de su familia. Tras la cena, Amatista regresó a su habitación, cerrando la puerta detrás de ella. El ambiente era tranquilo, pero dentro de su mente todo era un caos. Se tumbó en la cama, apagando la lámpara de noche y cerrando los ojos, intentando dormir. Sin embargo, algo dentro de ella no la dejaba descansar. Su mente viajaba incesantemente a días atrás, al último encuentro que tuvo con Enzo. El recuerdo era nítido, casi como si estuviera reviviéndolo. Podía ver su expresión al escucharla decir que no quería que la volviera a llamar "gatita". Pero lo que más la atormentaba era haberle dicho que ya no era ese niño que juró cuidarla. Sabía que esas palabras habían sido crueles, y aunque en ese momento estaba molesta, ahora no podía dejar de pensar en el impacto que habrían tenido en él. Amatista se sentó en la cama con un suspiro frustrado, incapaz de seguir tumbada. Encendió la lámpara de noche y caminó hacia el pequeño escritorio donde guardaba su cuaderno de diseño. Lo tomó entre sus manos y se sentó, hojeándolo lentamente, buscando algo que pudiera distraerla de sus pensamientos. Entonces, sus dedos se detuvieron en una página en particular. Allí estaba él, dibujado con precisión y detalle. Era un retrato de Enzo a cuerpo completo, su pecho desnudo capturando la fuerza y la seguridad que él siempre transmitía. Había pasado horas perfeccionando cada línea, cada sombra, como si con cada trazo pudiera traerlo de vuelta a su lado. Sus ojos se quedaron fijos en la ilustración, su mente vagando hacia él. ¿Qué estaría haciendo en ese momento? ¿Estaría pensando en ella? O peor aún, ¿la habría sacado por completo de su mente? El peso de su arrepentimiento cayó sobre ella. Sabía que sus palabras seguramente lo habían herido. Nadie conocía a Enzo como ella, y estaba segura de que detrás de su mirada fría, esas frases habían dejado una huella. No era su intención lastimarlo, pero en su enojo, las palabras habían salido como un disparo. Amatista dejó el cuaderno en el cajón y se quedó unos momentos con la mente en blanco, intentando calmar los pensamientos que la atormentaban. La frustración de no poder olvidarlo, de no poder cerrar ese capítulo de su vida, la ahogaba. Pensó en todo lo que había hecho Enzo, cómo había empujado las cosas hasta llevarla a este punto. Recordó aquella vez en la que intentó obligarla a ir con él, a encerrarla en su mundo, cuando ella solo quería ser libre, tener su propio camino. Suspiró profundamente, como si eso pudiera aliviar algo. Cerró el cajón con fuerza y se acomodó en la cama, buscando un poco de paz. La luz seguía encendida, aunque su cuerpo ya pedía descanso. Fue entonces cuando escuchó un leve golpeteo en la puerta. Jazmín, con la cabeza asomando tímidamente, entró al ver que la luz seguía prendida en la habitación. —¿Todo bien? —preguntó Jazmín, notando que Amatista no parecía dormir. Amatista la miró, forzando una sonrisa. —¿Te sucede algo? Jazmín entró con cautela, su expresión nerviosa. —Es solo que... mañana es el cumpleaños de una compañera. Voy a ir a la fiesta, pero estoy un poco nerviosa. Quiero verme bien, ya sabes, porque va a estar... alguien que me gusta. Amatista la observó unos segundos y sonrió con ternura. —No te preocupes, te haré ver increíble. Vamos a asegurarnos de que te veas espectacular. Jazmín sonrió tímidamente, agradecida, pero su rostro pronto se tornó serio. —Perdona, Amatista. —¿Por qué te disculpas? —preguntó Amatista, sorprendida. Jazmín se quedó en silencio por un momento, como si luchara con las palabras. Finalmente, levantó las mangas de su suéter, dejando al descubierto varias cicatrices que recorrían sus muñecas. Amatista frunció el ceño, sorprendida. Jazmín, con la voz temblorosa, comenzó a hablar. —Hace un tiempo, cuando todo eso de Daniel y tú estaba... complicado, yo... me hice daño. Trataba de que él me dejara en paz, de que dejara de buscarte. Pensaba que, si hacía eso, tal vez pensaría que no era tan importante... que me olvidara de todo lo que había pasado entre ustedes. Me sentía celosa, porque pensaba que tú vendrías por todo lo que él tiene, por su vida, por su familia... Amatista, sin pensarlo, se acercó rápidamente y la abrazó con fuerza. —No tienes que disculparte por nada, Jazmín. Eso ya es parte del pasado. No quiero que te sientas así. —La abrazó con más fuerza, deseando transmitirle paz. Jazmín permaneció en silencio por un momento, pero al sentir el abrazo de Amatista, sus ojos se humedecieron. —No sé qué haría sin ti, Amatista. —No tienes que preocuparte más por eso. Ya todo pasó. Ahora lo importante es el presente. Y hoy, el presente eres tú. Vamos a hacer que esa fiesta sea inolvidable, ¿te parece? Jazmín asintió, sintiendo que el peso en su pecho comenzaba a aliviarse un poco. A pesar de los conflictos pasados, en ese momento, la relación entre las hermanas, aunque no perfecta, era un alivio mutuo. Amatista la abrazó aún por unos segundos más, como si esas cicatrices que Jazmín llevaba consigo fueran solo sombras del pasado que ya no tenían cabida.
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Índice
Capítulo 1 Mi objeto más deseado Capítulo 2 La soledad de la ausencia Capítulo 3 Un refugio en medio del caos Capítulo 4 El regreso de enzo Capítulo 5 Un día para nosotros Capítulo 6 El secreto de la gatita Capítulo 7 Entre terrenos y promesas Capítulo 8 El cumpleaños de enzo: la sombra del secreto Capítulo 9 El peso de las sombras Capítulo 10 La traición bajo la sombra Capítulo 11 Bajo el manto de la tempestad Capítulo 12 El sol y las sombras Capítulo 13 Bajo las sábanas del silencio Capítulo 14 Entre sombras y suspiros Capítulo 15 Bajo el silencio de la mansión Capítulo 16 El peso de la culpa Capítulo 17 Promesas que rompen el alma Capítulo 18 El secreto bajo la piel del lobo Capítulo 19 Un amor que enciende la tarde Capítulo 20 El contrato de prometida Capítulo 21 Entre sombras y compromisos Capítulo 22 Un aniversario silencioso Capítulo 23 Verdades a la luz: una noche en el club privado Capítulo 24 El eco de las decisiones Capítulo 25 Sombras y promesas Capítulo 26 Entre el amor y el control Capítulo 27 Entre secretos y verdades Capítulo 28 Marcas de lealtad y rivalidad Capítulo 29 La herida silenciosa Capítulo 30 La lección de enzo Capítulo 31 "El día que conocieron a 'gatita'" Capítulo 32 La noche en la mansión bourth Capítulo 33 Un día en la mansión bourth Capítulo 34 Entre amenazas y confesiones Capítulo 35 Sombras bajo la mansión bourth Capítulo 36 Bajo el sol del campo de golf Capítulo 37 Encuentros y tentaciones Capítulo 38 Miradas y confesiones Capítulo 39 La tentación en el camino a casa Capítulo 40 La llegada de enzo al club Capítulo 41 En la terraza del club Capítulo 42 Certezas bajo el sol Capítulo 43 La elegancia de lo cotidiano Capítulo 44 Bajo el sol del campo Capítulo 45 Bajo la mirada del club Capítulo 46 La fiesta de francesco Capítulo 47 Recuerdos y bromas en la fiesta de francesco Capítulo 48 Una mañana para dos Capítulo 49 Bajo el sol de la tarde Capítulo 50 Una noche de contrastes Capítulo 51 La intensidad de la noche Capítulo 52 Un juego de estrategias Capítulo 53 Compromisos en la mesa Capítulo 54 Compromisos y límites Capítulo 55 Estrategias y planes Capítulo 56 Una mesa de tensiones veladas Capítulo 57 Una dosis de dulzura y confusión Capítulo 58 Ecos de ambición y confianza Capítulo 59 Un amanecer truncado Capítulo 60 El cautiverio de amatista Capítulo 61 El tiempo se detiene Capítulo 62 El código de amatista Capítulo 63 El juego de las sombras Capítulo 64 Entre el miedo y la estrategia Capítulo 65 Entre las sombras y la resistencia Capítulo 66 La negociación con franco calpi Capítulo 67 El rastro de amatista Capítulo 68 La tormenta en calma Capítulo 69 La espera y la comodidad Capítulo 70 Retorno al refugio Capítulo 71 Entre sombras y luz Capítulo 72 La gran inauguración Capítulo 73 Juegos peligrosos Capítulo 74 Una noche solo nuestra Capítulo 75 Una mañana juntos Capítulo 76 Un desafío en el campo Capítulo 77 Un encuentro en la terraza Capítulo 78 Compromisos y nuevos comienzos Capítulo 79 Una tarde en el jardín Capítulo 80 Destino costa azul Capítulo 81 Un encuentro inesperado Capítulo 82 Una mañana de aventuras Capítulo 83 La lluvia y la sorpresa Capítulo 84 La verdad en la oscuridad Capítulo 85 El silencio en la mañana Capítulo 86 Una resaca para recordar Capítulo 87 "Sombras que se acercan" Capítulo 88 Entre regalos y secretos Capítulo 89 La reunión que perdura Capítulo 90 El compromiso silencioso Capítulo 91 La ira de enzo Capítulo 92 La verdad oculta Capítulo 93 El precio de la verdad Capítulo 94 Nervios y distracciones Capítulo 95 Encuentros y confesiones Capítulo 96 "El fantasma del pasado" Capítulo 97 La verdad oculta Capítulo 98 El silencio de la obsesión Capítulo 99 Decisiones y vigilancias Capítulo 100 El encuentro con clara Capítulo 101 Sombras y promesas Capítulo 102 En un lugar para ella Capítulo 103 Un nuevo comienzo Capítulo 104 Sombras entre el pasado y el presente Capítulo 105 El valor del cambio Capítulo 106 Entre sueños y cadenas Capítulo 107 La herida del orgullo Capítulo 108 Un amor en ruinas Capítulo 109 Siempre será su gatita Capítulo 110 Jugando con el poder Capítulo 111 Un acuerdo frío Capítulo 112 Un nuevo comienzo Capítulo 113 Bajo la luz de lune Capítulo 114 Entre sombras y café Capítulo 115 Nuevas direcciones Capítulo 116 Un destello en la multitud Capítulo 117 Sombras en la fiesta Capítulo 118 Secretos y revelaciones Capítulo 119 Una nueva vida en camino Capítulo 120 Protección y frustración Capítulo 121 La verdad a medias Capítulo 122 El límite de la lealtad Capítulo 123 Un paso hacia el cambio Capítulo 124 Protección en la mansión bourth Capítulo 125 Fiebre en la madrugada Capítulo 126 Una tarde de reuniones en la mansión bourth Capítulo 127 Espacios y silencio Capítulo 128 Interrupciones y confesiones Capítulo 129 Desayuno de conflictos Capítulo 130 Cunas y secretos Capítulo 131 Diez minutos más Capítulo 132 Preparativos y sospechas Capítulo 133 Bajo la seda de la noche Capítulo 134 Sombras entre diseños Capítulo 135 Un juego de ventaja Capítulo 136 Refugio en la calma Capítulo 137 La ira de enzo Capítulo 138 Ecos de la desconfianza Capítulo 139 Ecos de la ausencia Capítulo 140 Sombras en el silencio Capítulo 141 Silencios y revelaciones Capítulo 142 La ira del lobo Capítulo 143 La sombra de la sumisión Capítulo 144 Secretos Capítulo 145 Movimientos silenciosos Capítulo 146 Voces en la oscuridad Capítulo 147 Revelaciones entre sombras Capítulo 148 Hilos de orgullo y desprecio Capítulo 149 Encuentro en el ascensor Capítulo 150 La grieta en la oscuridad Capítulo 151 La sombra de la amenaza Capítulo 152 Revelaciones Capítulo 153 Pasado Capítulo 154 Última jugada Capítulo 155 Bajo la sombra del peligro Capítulo 156 Una huida desesperada Capítulo 157 Ecos del pasado Capítulo 158 La calma Capítulo 159 Refugio en la tormenta Capítulo 160 El adiós temporal Capítulo 161 Bajo presión Capítulo 162 Sabores de seducción Capítulo 163 Ecos de la pasión Capítulo 164 La almohada favorita Capítulo 165 Bajo las risas, la tensión Capítulo 166 Un reloj en el tiempo Capítulo 167 El juego de las sombras Capítulo 168 Interrogatorio a amatista Capítulo 169 La doble jugada Capítulo 170 Cazador y presa Capítulo 171 La espera inmóvil Capítulo 172 A un lado Capítulo 173 El peso de la venganza Capítulo 174 Frágil como el cristal Capítulo 175 La jaula dorada Capítulo 176 Un rastro de fuerza Capítulo 177 Entre la indiferencia y el deseo Capítulo 178 Jaque al rey Capítulo 179 Resaca y suplicio Capítulo 180 Despertar entre sus brazos Capítulo 181 Verdades y juegos Capítulo 182 Almuerzo entre risas y miradas Capítulo 183 Caza en marcha Capítulo 184 Entre poderes y sonrisas Capítulo 185 Conversaciones y juegos de poder Capítulo 186 La noche de reposo Capítulo 187 El inicio de la cacería Capítulo 188 Trampa en el camino Capítulo 189 La caída de un traidor Capítulo 190 Sorpresas en la mañana Capítulo 191 Advertencias al amanecer Capítulo 192 Celebrando a su manera Capítulo 193 Madrugada entre secretos y besos Capítulo 194 De vuelta a casa Capítulo 195 La celebración comienza Capítulo 196 Recuerdos en un girasol Capítulo 197 Aniversario inagotable Capítulo 198 Recuerdos del pasado Capítulo 199 Una noche de coincidencias Capítulo 200 Deseo incontrolable Capítulo 201 Al volante del deseo Capítulo 202 Interrupciones inesperadas Capítulo 203 Provocaciones peligrosas Capítulo 204 El contrataque de amatista Capítulo 205 Sin espacio para el pasado Capítulo 206 El precio de la provocación Capítulo 207 Un despertar en familia Capítulo 208 La única señora bourth Capítulo 209 El amanecer de un nuevo día Capítulo 210 Persistencia y tentación Capítulo 211 En sus brazos, siempre Capítulo 212 Juegos peligrosos en la oficina appCapítulo 213 Promesas selladas en la oficina appCapítulo 214 Dos meses de distancia appCapítulo 215 El mejor regalo app
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