Español

Capítulo 77 Un encuentro en la terraza

La terraza del club ofrecía una vista impresionante del campo de golf, con sus extensas áreas verdes iluminadas por el sol que comenzaba a descender. Amatista y Enzo se habían acomodado en una de las mesas más apartadas, buscando un momento de calma después del desafío que habían compartido. Amatista disfrutaba de su helado, servido en una elegante copa que realzaba aún más la frescura del postre. Jugaba distraídamente con la cuchara, llevándola a sus labios con una mezcla de satisfacción y coquetería que no pasaba desapercibida para Enzo. Él, por su parte, sostenía un vaso bajo y ancho con su bebida favorita, observándola con una sonrisa tranquila pero cargada de complicidad. —¿Estás disfrutando tu premio, gatita? —preguntó Enzo finalmente, dejando su vaso sobre la mesa. Amatista levantó la mirada, su sonrisa traviesa brillando como siempre. —Mucho, amor. Aunque creo que el verdadero premio fue verte admitir tu derrota. —respondió, llevándose otra cucharada de helado a la boca mientras lo miraba con un desafío velado en los ojos. Enzo rió suavemente, negando con la cabeza. —Disfrútalo mientras dure, gatita. La próxima vez no seré tan indulgente. Amatista alzó una ceja, fingiendo sorpresa. —¿Indulgente? Claro, claro. Mantente en esa idea, amor. Te hace sentir mejor, ¿verdad? Enzo dejó escapar una carcajada, pero no dijo nada más, dejando que el ambiente entre ellos se llenara de una calidez que solo compartían en momentos como este. Tras unos minutos de tranquilidad, Enzo cambió el tema, su tono más serio, pero sin perder la cercanía. —Gatita, en unos días tengo que salir de viaje. —comenzó, jugando con el borde de su vaso mientras la miraba. Amatista dejó la cuchara dentro de la copa, inclinándose ligeramente hacia él con interés. —¿Viaje de negocios? —preguntó, aunque la respuesta era evidente. Enzo asintió. —Sí. Hay varias reuniones importantes que no puedo evitar. Seguramente estaré fuera una o dos semanas. Amatista lo observó en silencio por un momento antes de sonreír. —Está bien, amor. Entiendo que es importante. Enzo pareció considerar algo más, su mirada fija en ella antes de continuar. —Estaba pensando… Podrías venir conmigo. La propuesta tomó a Amatista por sorpresa. Ella ladeó la cabeza ligeramente, su interés evidente. —¿Con tus socios y todas esas reuniones interminables? No estoy segura de encajar mucho en ese ambiente. Enzo se inclinó hacia adelante, su tono ahora más persuasivo. —Es cierto que el ambiente puede ser pesado. Mucho alcohol, charlas interminables y algunos excesos. Pero las reuniones no durarán todo el tiempo. Terminaré rápido, y podríamos disfrutar del hotel. Es increíble, y tiene playas privadas cerca. Sería una buena oportunidad para relajarnos. Amatista se quedó pensativa, sus dedos trazando círculos en el borde de la copa de helado. —Podría llevar mis cosas para avanzar en el curso mientras estás en tus reuniones. Así no me aburro. —dijo finalmente, pero antes de que Enzo pudiera responder, su expresión cambió a una más traviesa—. Aunque, si no te portas bien, tal vez prefiera la playa sola. Antes de que Enzo pudiera responder al desafío, Amatista deslizó su pierna debajo de la mesa, rozando la de él con suavidad. Sus movimientos eran deliberados, lentos, y estaban acompañados de un leve guiño que hizo que la sonrisa de Enzo se ampliara. —Prepara todo, gatita. Nos iremos en tres días. —respondió él, su voz baja pero firme, una promesa en cada palabra. Amatista rió suavemente, apoyándose contra el respaldo de la silla con aire triunfal. —¿Tres días? Amor, siempre estoy lista. El momento se interrumpió con la llegada de Maximiliano y Mauricio Sotelo, quienes se acercaron a la mesa con una actitud relajada, aunque claramente respetuosa hacia Enzo. —Enzo. Amatista. —saludó Maximiliano, inclinando ligeramente la cabeza mientras Mauricio esbozaba una sonrisa. —No queremos interrumpir, solo queríamos saludar antes de irnos. —añadió Mauricio, con un tono cordial. Enzo se levantó ligeramente de su asiento, extendiendo una mano hacia ellos. —Por favor, siéntense. —dijo, indicando las sillas vacías junto a ellos—. No se vayan tan rápido. Los hermanos Sotelo se miraron brevemente antes de aceptar la invitación, sentándose con una mezcla de respeto y comodidad. La charla comenzó con comentarios ligeros, pero rápidamente tomó un giro más relajado cuando Amatista, con su característico sentido del humor, decidió compartir algo que, según ella, era digno de recordar. —¿Saben? Hoy sucedió algo inédito. —dijo, mirando a Maximiliano y Mauricio con una sonrisa que anticipaba algo divertido. Ambos levantaron las cejas, intrigados. —¿Algo inédito? —preguntó Maximiliano, inclinándose hacia adelante. Amatista asintió, con un brillo travieso en los ojos. —Sí. Enzo perdió en el golf. Las risas no tardaron en llegar. Mauricio dejó escapar una carcajada, mientras Maximiliano intentaba, sin éxito, contener la suya. —¿En serio? —preguntó Mauricio, mirando a Enzo con incredulidad fingida—. No puedo imaginarme eso. —Es cierto. —confirmó Amatista, llevando una mano al pecho como si estuviera profundamente conmovida—. Fue un momento histórico. Enzo negó con la cabeza, aunque una sonrisa ligera se asomaba en sus labios. —No le crean tanto. Ya saben cómo es. —No, no. Esto es serio. —interrumpió Amatista, inclinándose hacia ellos como si estuviera compartiendo un secreto—. La campeona fui yo. Y Enzo, bueno, tuvo que admitir su derrota. Las risas resonaban en la terraza del club, atrayendo incluso algunas miradas curiosas de otros asistentes. Maximiliano, siempre rápido con los comentarios, no perdió la oportunidad de añadir combustible al fuego. —¿Y cómo fue eso, Enzo? ¿Te dejó ganar o la subestimaste? Porque no puedo imaginarme que pierdas en algo. Amatista, aprovechando el momento, fingió indignación y golpeó suavemente la mesa con la palma de la mano. —¡Nada de dejarme ganar! Fue una victoria limpia. Y para que quede claro, no hubo trampa. —dijo, lanzándole una mirada significativa a Enzo. Mauricio, entre risas, se inclinó hacia Maximiliano. —Ya veo por qué perdió. ¿Cómo se concentra alguien con una oponente así? Amatista sonrió satisfecha, girándose hacia Mauricio con un gesto teatral. —¿Ves? Alguien que entiende mi verdadero talento. —dijo, llevándose la mano al pecho en un gesto dramático. Enzo se cruzó de brazos, sacudiendo ligeramente la cabeza mientras los observaba a todos con una mezcla de resignación y diversión. —No deberían dejarse llevar tanto por las historias de mi gatita. Es buena jugando… pero su verdadera habilidad es distraerme. —¿Distraerte? —replicó Amatista, fingiendo estar ofendida—. Amor, solo jugué con seriedad. Si tú no puedes concentrarte, no es mi culpa. Maximiliano rió aún más fuerte, señalando a Enzo. —Entonces, ¿qué fue lo que hizo? ¿Te dedicó una mirada intensa? ¿O te susurró algo al oído? Vamos, danos los detalles. Amatista se unió a las risas, disfrutando de la atención mientras se inclinaba ligeramente hacia Enzo, su expresión cargada de picardía. —Quizás fue una combinación de ambas. —dijo, guiñándole un ojo a Maximiliano. Mauricio, entre carcajadas, dio un golpe suave en la mesa. —Esto es oro. Por favor, la próxima vez invítennos a ver el espectáculo. Prometo traer palomitas. Enzo dejó escapar una carcajada baja, pero finalmente levantó las manos en señal de rendición. —Está bien, está bien. Admito que perdí. —dijo, mirándolos a todos antes de volver su atención a Amatista—. Pero no te emociones tanto, gatita. Esto no termina aquí. Amatista alzó una ceja, desafiándolo nuevamente. —¿Eso es un reto, amor? Porque sabes que siempre estoy lista. Mauricio y Maximiliano intercambiaron miradas divertidas, disfrutando de la dinámica entre ellos. —Bueno, Enzo. —intervino Maximiliano, levantando su copa—. Solo podemos decir que tienes una oponente formidable. Pero si necesitas un entrenador para la revancha, puedes contar conmigo. —O conmigo. —añadió Mauricio—. Aunque, siendo sinceros, creo que tienes pocas probabilidades de ganar si ella decide jugar como hoy. Amatista no pudo contener la risa, recostándose en su silla mientras miraba a Enzo con una mezcla de cariño y satisfacción. —¿Ves? Incluso ellos lo admiten. Tal vez deberías empezar a practicar, amor. Enzo sonrió, acercándose ligeramente hacia ella. —O tal vez, gatita, debería empezar a practicar contigo. Así no me sorprenderás la próxima vez. Las bromas continuaron durante un rato más, la mesa llena de energía y camaradería. Finalmente, Maximiliano y Mauricio se levantaron, listos para despedirse. —Ha sido un placer compartir este momento histórico. —dijo Mauricio, inclinándose ligeramente hacia Amatista—. Espero que sigas siendo la campeona por mucho tiempo. —Gracias, Mauricio. —respondió Amatista con una sonrisa brillante—. Y no te preocupes, lo seré. Maximiliano extendió la mano hacia Enzo, con una sonrisa cómplice. —Nos vemos pronto, Bourth. Y buena suerte con la revancha. La vas a necesitar. —Gracias, Maximiliano. —respondió Enzo, estrechándole la mano firmemente—. Aunque no necesitaré suerte. Solo tiempo. Cuando finalmente se marcharon, la terraza recuperó su calma. Amatista y Enzo quedaron nuevamente solos, pero las risas y la calidez del momento seguían presentes. —Fueron divertidos. —comentó Amatista, llevándose el último trozo de helado a la boca. Enzo, recostándose ligeramente en su silla, la observó con una sonrisa relajada. —Sí, pero no creas que olvidaré todo lo que dijiste, gatita. Amatista rió suavemente, inclinándose hacia él con una mirada desafiante. —¿Ah, sí? ¿Y qué vas a hacer al respecto? Enzo no respondió de inmediato. En cambio, se inclinó hacia ella, su mirada intensa mientras rozaba ligeramente su mano contra la suya. —Ya lo verás. Amatista sostuvo su mirada por un momento, antes de sonreír ampliamente y recostarse nuevamente. —No puedo esperar, amor. El trayecto hacia la mansión Bourth transcurrió con una atmósfera ligera. Amatista descansaba contra el asiento del auto, mirando cómo las luces del camino se deslizaban por la ventana, mientras Enzo mantenía su atención en el volante, con una expresión relajada pero alerta. —Creo que podría dormir toda la tarde. —comentó Amatista, cerrando los ojos un momento con una sonrisa satisfecha. Enzo, sin apartar la vista del camino, dejó escapar una risa suave. —Me parece un excelente plan, gatita. Aunque primero vamos a darnos un baño y luego descansaremos. Amatista lo miró de reojo, con un brillo travieso en los ojos. —No prometo no quedarme dormida en el auto, amor. —dijo, fingiendo un bostezo exagerado. Enzo sonrió, su mano derecha descansando en el volante mientras la otra jugueteaba con los controles del aire acondicionado. —No descansarás mucho si sigues recordándome por qué no dormimos anoche. —respondió, su tono cargado de una mezcla de diversión y algo más profundo. Amatista se rió, inclinándose ligeramente hacia él. —¿Y acaso no fue divertido? —preguntó, con un tono juguetón mientras deslizaba suavemente sus dedos por el brazo de Enzo, disfrutando de cómo su mirada permanecía fija en el camino, aunque sabía que sus palabras lo afectaban. —Divertido no lo describe, gatita. Pero hoy sí que vamos a descansar. —respondió él, lanzándole una mirada breve pero intensa que la hizo sonreír aún más. Cuando llegaron a la mansión, la familiaridad del lugar los envolvió de inmediato. Guardias apostados en la entrada les dieron una leve inclinación de cabeza en señal de saludo, y el personal de la casa trabajaba en silencio, manteniendo todo en perfecto orden. Amatista saludó brevemente a una de las empleadas que cruzó por el pasillo, pero continuó junto a Enzo hacia las escaleras, subiendo al segundo piso donde se encontraba su habitación. Al pasar frente a la biblioteca, oyeron las voces de Alicia y Alesandra conversando animadamente, pero ambos decidieron no interrumpir. Al llegar a la habitación, Enzo cerró la puerta detrás de ellos, dejando el bullicio de la mansión afuera. El espacio era amplio y elegante, con tonos cálidos que invitaban al descanso. El baño, conectado a la habitación, era un oasis privado, equipado con una bañera lo suficientemente grande para dos personas, decorada con mármol y detalles dorados. —¿Qué te parece si hacemos que este baño sea especial? —sugirió Enzo, comenzando a llenar la bañera con agua caliente mientras añadía aceites aromáticos que liberaban un suave aroma a lavanda y cítricos. Amatista dejó escapar un suspiro aliviado, disfrutando del ambiente tranquilo. —Me parece perfecto, amor. —respondió mientras comenzaba a quitarse los accesorios y a desvestirse, con movimientos tranquilos y despreocupados. Enzo, observándola por el rabillo del ojo, no pudo evitar sonreír al verla tan cómoda. Sin decir nada más, se unió a ella, dejando su ropa sobre una silla cercana antes de entrar juntos al baño. La calidez del agua los envolvió al instante. Amatista se recostó ligeramente, cerrando los ojos mientras el aroma de los aceites ayudaba a aliviar la tensión acumulada. Enzo, sentado detrás de ella, comenzó a masajearle suavemente los hombros, sintiendo cómo sus músculos se relajaban bajo sus manos. —Eres demasiado bueno en esto. —murmuró Amatista, su voz casi un susurro mientras disfrutaba de cada movimiento. —Te lo mereces, gatita. —respondió Enzo, inclinándose ligeramente hacia adelante para besarle la cabeza con ternura. El sonido del agua, mezclado con sus respiraciones lentas, llenaba el espacio. Ninguno de los dos tenía prisa. Los minutos pasaron en un silencio cómodo, donde no se necesitaban palabras para expresar la cercanía que compartían. —¿Sabes? —dijo Amatista finalmente, girándose ligeramente para mirarlo—. Podría acostumbrarme a esto. Tú, yo, un baño relajante después de un día largo. Suena como el plan perfecto. Enzo sonrió, sus manos moviéndose lentamente hacia su espalda mientras continuaba el masaje. —Podríamos hacerlo más seguido, siempre y cuando no llenemos nuestras noches con otras actividades, como anoche. —comentó con una sonrisa que arrancó una risa suave de Amatista. —No me arrepiento de nada. —dijo ella con un tono travieso, dejando que su cabeza cayera hacia atrás, apoyándose en su pecho. Enzo dejó escapar una risa baja, acariciando suavemente su cabello. —Tampoco yo, gatita. Pero hoy vamos a descansar. Prometido. El agua se enfrió lentamente, pero ninguno de los dos se apresuró a salir. Finalmente, Amatista se levantó primero, envolviéndose en una toalla mientras Enzo hacía lo mismo. Ambos regresaron a la habitación, disfrutando del calor residual del baño y de la calma que los rodeaba. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo la habitación con tonos dorados y naranjas. Enzo se dejó caer en la cama, observando cómo Amatista se movía por la habitación, ajustándose la coleta y revisando algunos detalles. Ella finalmente se unió a él, acomodándose a su lado con una sonrisa satisfecha. —Creo que ahora sí puedo dormir tranquila. —murmuró Amatista, acurrucándose contra su pecho. Enzo la abrazó, sintiendo cómo su respiración comenzaba a volverse más lenta. —Yo también, gatita. —susurró, dejando que el sueño los envolviera a ambos.
Ajustes
Fondo
Tamaño de letra
-18
Desbloquear el siguiente capítulo automáticamente
Índice
Capítulo 1 Mi objeto más deseado Capítulo 2 La soledad de la ausencia Capítulo 3 Un refugio en medio del caos Capítulo 4 El regreso de enzo Capítulo 5 Un día para nosotros Capítulo 6 El secreto de la gatita Capítulo 7 Entre terrenos y promesas Capítulo 8 El cumpleaños de enzo: la sombra del secreto Capítulo 9 El peso de las sombras Capítulo 10 La traición bajo la sombra Capítulo 11 Bajo el manto de la tempestad Capítulo 12 El sol y las sombras Capítulo 13 Bajo las sábanas del silencio Capítulo 14 Entre sombras y suspiros Capítulo 15 Bajo el silencio de la mansión Capítulo 16 El peso de la culpa Capítulo 17 Promesas que rompen el alma Capítulo 18 El secreto bajo la piel del lobo Capítulo 19 Un amor que enciende la tarde Capítulo 20 El contrato de prometida Capítulo 21 Entre sombras y compromisos Capítulo 22 Un aniversario silencioso Capítulo 23 Verdades a la luz: una noche en el club privado Capítulo 24 El eco de las decisiones Capítulo 25 Sombras y promesas Capítulo 26 Entre el amor y el control Capítulo 27 Entre secretos y verdades Capítulo 28 Marcas de lealtad y rivalidad Capítulo 29 La herida silenciosa Capítulo 30 La lección de enzo Capítulo 31 "El día que conocieron a 'gatita'" Capítulo 32 La noche en la mansión bourth Capítulo 33 Un día en la mansión bourth Capítulo 34 Entre amenazas y confesiones Capítulo 35 Sombras bajo la mansión bourth Capítulo 36 Bajo el sol del campo de golf Capítulo 37 Encuentros y tentaciones Capítulo 38 Miradas y confesiones Capítulo 39 La tentación en el camino a casa Capítulo 40 La llegada de enzo al club Capítulo 41 En la terraza del club Capítulo 42 Certezas bajo el sol Capítulo 43 La elegancia de lo cotidiano Capítulo 44 Bajo el sol del campo Capítulo 45 Bajo la mirada del club Capítulo 46 La fiesta de francesco Capítulo 47 Recuerdos y bromas en la fiesta de francesco Capítulo 48 Una mañana para dos Capítulo 49 Bajo el sol de la tarde Capítulo 50 Una noche de contrastes Capítulo 51 La intensidad de la noche Capítulo 52 Un juego de estrategias Capítulo 53 Compromisos en la mesa Capítulo 54 Compromisos y límites Capítulo 55 Estrategias y planes Capítulo 56 Una mesa de tensiones veladas Capítulo 57 Una dosis de dulzura y confusión Capítulo 58 Ecos de ambición y confianza Capítulo 59 Un amanecer truncado Capítulo 60 El cautiverio de amatista Capítulo 61 El tiempo se detiene Capítulo 62 El código de amatista Capítulo 63 El juego de las sombras Capítulo 64 Entre el miedo y la estrategia Capítulo 65 Entre las sombras y la resistencia Capítulo 66 La negociación con franco calpi Capítulo 67 El rastro de amatista Capítulo 68 La tormenta en calma Capítulo 69 La espera y la comodidad Capítulo 70 Retorno al refugio Capítulo 71 Entre sombras y luz Capítulo 72 La gran inauguración Capítulo 73 Juegos peligrosos Capítulo 74 Una noche solo nuestra Capítulo 75 Una mañana juntos Capítulo 76 Un desafío en el campo Capítulo 77 Un encuentro en la terraza Capítulo 78 Compromisos y nuevos comienzos Capítulo 79 Una tarde en el jardín Capítulo 80 Destino costa azul Capítulo 81 Un encuentro inesperado Capítulo 82 Una mañana de aventuras Capítulo 83 La lluvia y la sorpresa Capítulo 84 La verdad en la oscuridad Capítulo 85 El silencio en la mañana Capítulo 86 Una resaca para recordar Capítulo 87 "Sombras que se acercan" Capítulo 88 Entre regalos y secretos Capítulo 89 La reunión que perdura Capítulo 90 El compromiso silencioso Capítulo 91 La ira de enzo Capítulo 92 La verdad oculta Capítulo 93 El precio de la verdad Capítulo 94 Nervios y distracciones Capítulo 95 Encuentros y confesiones Capítulo 96 "El fantasma del pasado" Capítulo 97 La verdad oculta Capítulo 98 El silencio de la obsesión Capítulo 99 Decisiones y vigilancias Capítulo 100 El encuentro con clara Capítulo 101 Sombras y promesas Capítulo 102 En un lugar para ella Capítulo 103 Un nuevo comienzo Capítulo 104 Sombras entre el pasado y el presente Capítulo 105 El valor del cambio Capítulo 106 Entre sueños y cadenas Capítulo 107 La herida del orgullo Capítulo 108 Un amor en ruinas Capítulo 109 Siempre será su gatita Capítulo 110 Jugando con el poder Capítulo 111 Un acuerdo frío Capítulo 112 Un nuevo comienzo Capítulo 113 Bajo la luz de lune Capítulo 114 Entre sombras y café Capítulo 115 Nuevas direcciones Capítulo 116 Un destello en la multitud Capítulo 117 Sombras en la fiesta Capítulo 118 Secretos y revelaciones Capítulo 119 Una nueva vida en camino Capítulo 120 Protección y frustración Capítulo 121 La verdad a medias Capítulo 122 El límite de la lealtad Capítulo 123 Un paso hacia el cambio Capítulo 124 Protección en la mansión bourth Capítulo 125 Fiebre en la madrugada Capítulo 126 Una tarde de reuniones en la mansión bourth Capítulo 127 Espacios y silencio Capítulo 128 Interrupciones y confesiones Capítulo 129 Desayuno de conflictos Capítulo 130 Cunas y secretos Capítulo 131 Diez minutos más Capítulo 132 Preparativos y sospechas Capítulo 133 Bajo la seda de la noche Capítulo 134 Sombras entre diseños Capítulo 135 Un juego de ventaja Capítulo 136 Refugio en la calma Capítulo 137 La ira de enzo Capítulo 138 Ecos de la desconfianza Capítulo 139 Ecos de la ausencia Capítulo 140 Sombras en el silencio Capítulo 141 Silencios y revelaciones Capítulo 142 La ira del lobo Capítulo 143 La sombra de la sumisión Capítulo 144 Secretos Capítulo 145 Movimientos silenciosos Capítulo 146 Voces en la oscuridad Capítulo 147 Revelaciones entre sombras Capítulo 148 Hilos de orgullo y desprecio Capítulo 149 Encuentro en el ascensor Capítulo 150 La grieta en la oscuridad Capítulo 151 La sombra de la amenaza Capítulo 152 Revelaciones Capítulo 153 Pasado Capítulo 154 Última jugada Capítulo 155 Bajo la sombra del peligro Capítulo 156 Una huida desesperada Capítulo 157 Ecos del pasado Capítulo 158 La calma Capítulo 159 Refugio en la tormenta Capítulo 160 El adiós temporal Capítulo 161 Bajo presión Capítulo 162 Sabores de seducción Capítulo 163 Ecos de la pasión Capítulo 164 La almohada favorita Capítulo 165 Bajo las risas, la tensión Capítulo 166 Un reloj en el tiempo Capítulo 167 El juego de las sombras Capítulo 168 Interrogatorio a amatista Capítulo 169 La doble jugada Capítulo 170 Cazador y presa Capítulo 171 La espera inmóvil Capítulo 172 A un lado Capítulo 173 El peso de la venganza Capítulo 174 Frágil como el cristal Capítulo 175 La jaula dorada Capítulo 176 Un rastro de fuerza Capítulo 177 Entre la indiferencia y el deseo Capítulo 178 Jaque al rey Capítulo 179 Resaca y suplicio Capítulo 180 Despertar entre sus brazos Capítulo 181 Verdades y juegos Capítulo 182 Almuerzo entre risas y miradas Capítulo 183 Caza en marcha Capítulo 184 Entre poderes y sonrisas Capítulo 185 Conversaciones y juegos de poder Capítulo 186 La noche de reposo Capítulo 187 El inicio de la cacería Capítulo 188 Trampa en el camino Capítulo 189 La caída de un traidor Capítulo 190 Sorpresas en la mañana Capítulo 191 Advertencias al amanecer Capítulo 192 Celebrando a su manera Capítulo 193 Madrugada entre secretos y besos Capítulo 194 De vuelta a casa Capítulo 195 La celebración comienza Capítulo 196 Recuerdos en un girasol Capítulo 197 Aniversario inagotable Capítulo 198 Recuerdos del pasado Capítulo 199 Una noche de coincidencias Capítulo 200 Deseo incontrolable Capítulo 201 Al volante del deseo Capítulo 202 Interrupciones inesperadas Capítulo 203 Provocaciones peligrosas Capítulo 204 El contrataque de amatista Capítulo 205 Sin espacio para el pasado Capítulo 206 El precio de la provocación Capítulo 207 Un despertar en familia Capítulo 208 La única señora bourth Capítulo 209 El amanecer de un nuevo día Capítulo 210 Persistencia y tentación Capítulo 211 En sus brazos, siempre Capítulo 212 Juegos peligrosos en la oficina appCapítulo 213 Promesas selladas en la oficina appCapítulo 214 Dos meses de distancia appCapítulo 215 El mejor regalo app
Añadir a mi biblioteca
Joyread Español
FINLINKER TECHNOLOGY LIMITED
69 ABERDEEN AVENUE CAMBRIDGE ENGLAND CB2 8DL
Copyright © Joyread. Todos los derechos reservados