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Capítulo 22 Un aniversario silencioso

La espuma del baño llenaba la estancia con un delicado aroma a lavanda, y el sonido del agua templada acariciando la porcelana de la bañera creaba un ambiente cálido y relajante. Enzo, sumido hasta el cuello en la bañera, mantenía los ojos cerrados, tratando de aliviar el peso de los pensamientos que lo atormentaban. Amatista, sentada junto a él en el borde de la bañera, deslizó suavemente sus dedos por su pecho, dibujando patrones invisibles mientras una sonrisa juguetona se dibujaba en su rostro. —Deberías dejar de provocarme tanto, gatita —murmuró Enzo, abriendo los ojos apenas lo suficiente para mirarla, su voz grave contenía una mezcla de advertencia y deseo. Amatista se echó a reír, una risa cristalina que llenó el cuarto. Sin embargo, el corazón de Enzo se contrajo. Observó cómo sus ojos brillaban de alegría, completamente ajena al peso de la verdad que él escondía. No podía decirle sobre el falso compromiso con Daphne. No ahora. No cuando ella estaba tan feliz. "No entendería por qué lo hago," pensó Enzo, desviando la mirada. Para él, mantener a Amatista al margen era su forma de protegerla. La inocencia de su amor no debía ser manchada por los oscuros juegos de poder que él manejaba. Amatista lo sacó de sus pensamientos al acariciar su mejilla con una mano mojada, dejando un rastro de espuma. —¿Te quedarás conmigo esta noche? —preguntó, su voz llena de esperanza. Enzo le respondió con una caricia en la mejilla, impregnándola de agua y jabón. —Por supuesto, gatita. —Amatista sonrió ampliamente y, en un impulso de felicidad, le plantó un beso rápido en los labios. —¿Qué quieres que te prepare para cenar? —preguntó ella, juguetona. Enzo, con una sonrisa pícara, dejó escapar una respuesta cargada de insinuación: —Lo que realmente quiero comer no está disponible ahora mismo. El sonrojo inmediato en el rostro de Amatista lo hizo reír. —Un risotto estaría bien, gatita. —Ella asintió, prometiendo hacerlo con el mayor esmero, mientras lo ayudaba a salir de la bañera, secándolo con una toalla con la misma delicadeza con la que siempre lo cuidaba. Mientras tanto, en la mansión Bourth, Alicia observaba con paciencia infinita a Daphne intentar seguir las lecciones de etiqueta. Pero, después de varios errores y frustraciones acumuladas, decidió dar por terminado el día. La joven, aunque elegante de apariencia, carecía de la gracia natural que se necesitaba para ser la futura señora Bourth. Alicia, con un suspiro, salió al patio buscando un respiro. Allí, se encontró con Alessandra, quien disfrutaba de una limonada bajo la sombra de un árbol. Ambas mujeres compartieron una charla ligera hasta que surgió el tema que parecía inevitable. —Si me lo preguntas, no entiendo por qué Enzo no se compromete con Amatista —comentó Alessandra, mirando distraídamente el horizonte. Alicia, tras un sorbo de limonada, asintió. —Sería lo más lógico. La chica es todo para él, eso está claro. —Tal vez es más complicado de lo que pensamos —concluyó Alessandra, encogiéndose de hombros. Ambas decidieron no adentrarse más en las decisiones de Enzo. Sabían que era un hombre que difícilmente aceptaba consejos ajenos. En la cocina de la finca, Amatista ya estaba ocupada preparando el risotto. Cortaba las verduras con precisión, mientras el aroma del caldo comenzaba a llenar el espacio. Enzo la observaba desde la entrada, apoyado contra el marco de la puerta. La escena era perfecta: su gatita trabajando con esmero, completamente ajena a las sombras que acechaban su vida. —¿Piensas quedarte ahí todo el día mirándome? —preguntó Amatista sin voltear, un tono travieso en su voz. —Si el espectáculo es bueno, ¿por qué no? —respondió Enzo, acercándose a ella. Cuando estuvo a su lado, la tomó suavemente por la cintura, provocando un sobresalto en Amatista, quien dejó el cuchillo de inmediato. —Hoy es nuestro aniversario —susurró, sus labios casi rozando su oído. Amatista soltó una carcajada. —Ese "casamiento" no fue real, Enzo. —Se giró para mirarlo a los ojos, con una sonrisa que iluminaba toda la cocina. —Claro que lo fue. Mi padre ofició la boda. Fue completamente legítima —insistió Enzo, con una expresión seria que solo hizo que Amatista se riera más. —Éramos niños. Eso no cuenta —replicó ella, dándole un pequeño golpe en el pecho. Luego, su tono se suavizó. —Pero, ¿sabes? Podríamos casarnos algún día en la misma fecha, para que el aniversario tenga un significado doble. La idea llenó de ilusión los ojos de Amatista, pero para Enzo fue como un golpe al estómago. Esa promesa que él le había hecho, de un futuro juntos, estaba construida sobre mentiras. Tragándose la culpa, se retiró al sofá mientras ella volvía a cocinar. Horas más tarde, la mesa estaba impecablemente dispuesta, con cada detalle pensado por Amatista. Con una sonrisa orgullosa, condujo a Enzo desde el sofá hasta la mesa. —Espero que te guste —dijo mientras servía los platos. Enzo probó el primer bocado y, tras una pausa, sonrió ampliamente. —Está exquisito, gatita. Eres la mejor cocinera que conozco. Amatista tomó su mano sobre la mesa, entrelazando sus dedos con los de él. La conexión entre ellos era palpable, y por un momento, todo parecía perfecto. Pero dentro de Enzo, la tormenta seguía rugiendo. En la mansión Bourth, la cena era mucho menos armoniosa. Daphne, con una actitud arrogante, levantó la mirada hacia Alicia. —¿Cuándo llegará Enzo? —preguntó, como si la respuesta pudiera darle algún poder. Alicia, consciente de las instrucciones claras de Enzo, respondió con calma: —No te preocupes por él. Es normal que no regrese a dormir. Puede pasar días sin volver. La respuesta no fue del agrado de Daphne, pero no tuvo más remedio que aceptar el comentario en silencio y continuar con su comida. Por mucho que lo intentara, no lograba encontrar su lugar en aquel mundo lleno de sutilezas y juegos de poder. De vuelta en la finca, Amatista y Enzo se preparaban para dormir. Él ya estaba cómodamente instalado en la cama, mientras ella terminaba de ducharse. Salió del baño con su pijama, su cabello húmedo cayendo en cascada sobre sus hombros. Amatista se metió bajo las sábanas, acercándose lo más posible a Enzo, quien la abrazó de inmediato, acomodándola contra su pecho. Sus dedos comenzaron a acariciar lentamente su cabello, un gesto que siempre lograba calmarla. —¿Qué piensas? —preguntó ella, con la voz suave y somnolienta. —Pienso que no hay nada en este mundo más importante para mí que tú, gatita —respondió Enzo, sincerándose en el único aspecto de su vida que no estaba teñido de mentiras: su amor por ella. Pero mientras Amatista cerraba los ojos, acurrucándose contra él, Enzo permaneció despierto, su mirada fija en el techo. ¿Cuánto tiempo más podría mantener esa verdad a medias? Sabía que tarde o temprano, todo saldría a la luz, y cuando eso ocurriera, temía perder lo único que realmente le daba sentido a su vida. Daphne se encontraba en su habitación, la más lujosa de la mansión Bourth, ajustándose el cinturón de su nuevo pijama de seda en un tono marfil que realzaba la delicadeza de su piel. Su reflejo en el espejo devolvía una imagen impecable: un rostro maquillado apenas lo suficiente para parecer natural y un cabello peinado con la precisión de quien siempre busca causar impresión, incluso en los momentos más privados. Mientras deslizaba los dedos por el suave tejido, su mente trazaba planes meticulosos. A pesar de las advertencias de Enzo, no estaba dispuesta a resignarse al papel secundario que él parecía destinarle. Ser la prometida de Enzo Bourth no solo le ofrecía un lugar en su mundo; le daba acceso a un poder que nunca imaginó. Para Daphne, ese compromiso no era un contrato vacío, sino una oportunidad, y estaba decidida a convertirlo en algo mucho más grande. Lentamente, con la paciencia de una estratega, buscaría conquistar al hombre más impenetrable que había conocido. Ser su esposa, y no una simple formalidad, significaba ser la dueña de todo: de su corazón, de su fortuna y de la red de poder que él dominaba con tanta habilidad. “Todo hombre tiene un punto débil”, murmuró para sí, mientras tomaba una bocanada de aire perfumado con las velas de vainilla que iluminaban tenuemente la habitación. “Solo necesito encontrar el suyo”. Con cada pensamiento, su ambición crecía, como un veneno lento pero imparable. Aunque Enzo parecía inflexible, Daphne confiaba en sus capacidades. Después de todo, nadie le había negado jamás lo que deseaba. El momento de reflexión de Daphne fue interrumpido por un golpe suave en la puerta. Antes de que pudiera responder, la figura imponente de Roque apareció en el umbral, cargando cuidadosamente un vestido de gala cubierto por una funda de satén y una caja de terciopelo que claramente contenía algo valioso. Sin titubeos, el hombre extendió ambas entregas hacia ella, su expresión tan neutral como siempre. "Esto es para usted, señorita," anunció con su voz grave. "El señor Bourth ha pedido que lo lleve puesto para la fiesta de cumpleaños del señor Emilio." Daphne no respondió de inmediato; sus ojos se clavaron en la funda como un depredador que encuentra a su presa. Con un gesto rápido, tomó el vestido y la caja, casi arrebatándoselos de las manos a Roque. "Gracias, Roque, ya puedes irte," dijo con un tono seco y autoritario, sin siquiera mirarlo a la cara. El hombre asintió y cerró la puerta tras de sí, dejando a Daphne sola con su botín. Sin perder un segundo, desabotonó la funda para revelar un vestido espectacular. Era una obra de arte: un diseño ajustado de seda negra con detalles en pedrería que brillaban como estrellas bajo la tenue luz de la habitación. Daphne acarició el tejido con la punta de los dedos, deleitándose en su suavidad, antes de abrir la caja de terciopelo. En su interior, un collar de diamantes resplandecía, acompañado de pendientes a juego. "Así que esto es lo que llaman poder," murmuró para sí misma con una sonrisa maliciosa, mientras comenzaba a desvestirse para probarse el conjunto. Una vez que se colocó el vestido, ajustándolo a su figura como si hubiera sido hecho a medida, caminó con elegancia hasta el espejo de cuerpo entero. Allí, bajo la luz cálida de las lámparas, su reflejo le devolvió una imagen imponente: una mujer lista para gobernar. Se colocó el collar con cuidado, asegurándose de que los diamantes reposaran perfectamente en su clavícula, y luego lanzó una mirada desafiante al espejo. En sus ojos brillaba una determinación férrea. "Esta es la vida que me merezco," se dijo en voz alta, como si pronunciara un juramento. "No voy a dejar que nadie me la arrebate." La tranquilidad de la noche en la mansión del campo se quebró abruptamente con el sonido insistente del teléfono de Enzo. La melodía aguda resonó en la habitación, obligando a ambos a despertar de su plácido sueño. Enzo, medio incorporado, buscó el aparato sobre la mesita de noche con movimientos torpes, mientras Amatista lo observaba con ojos entrecerrados, todavía atrapada entre el sueño y la vigilia. Con un suspiro pesado, Enzo contestó sin mirar el identificador. Su voz, grave y algo ronca por el reciente despertar, apenas era un murmullo. "¿Qué pasa...?" Amatista lo observó en silencio, viendo cómo su expresión cambiaba lentamente mientras escuchaba al otro lado de la línea. Sus ojos, que habían estado somnolientos, se oscurecieron con una mezcla de irritación y preocupación. Apenas respondió con un seco "Entendido", antes de colgar la llamada con un chasquido. Se sentó en el borde de la cama, pasando una mano por su rostro, claramente perturbado. Amatista, que ahora estaba más despierta, se incorporó ligeramente, apoyándose en un codo. "¿Qué sucede, Enzo?" preguntó con voz suave, su preocupación asomándose en cada palabra. "Debo irme," respondió él simplemente, su tono neutral, casi frío. Amatista frunció ligeramente el ceño. Su mirada buscó la de él, pero Enzo evitó encontrarse con sus ojos mientras se levantaba y comenzaba a vestirse rápidamente. "¿Vas a volver?" La pregunta de Amatista sonó más vulnerable de lo que ella hubiera querido. Enzo se detuvo un momento, ajustando los botones de su camisa. Giró la cabeza hacia ella, pero no se acercó. Sus ojos, oscuros y misteriosos, reflejaban un torbellino de emociones que no llegó a expresar en palabras. "No lo sé," fue todo lo que dijo. El peso de esa respuesta cayó como una losa entre ambos. Amatista desvió la mirada, asintiendo levemente, aunque su pecho se apretaba con una sensación que oscilaba entre la tristeza y la incertidumbre. No era la primera vez que él partía de improviso, pero esa respuesta cargada de indefinición la dejó más inquieta que de costumbre. Enzo se acercó entonces, inclinándose sobre ella. Tomó su rostro entre sus manos y plantó un beso lento y profundo en sus labios, como si quisiera transmitirle algo que sus palabras no podían decir. "Duerme, gatita. Lo que tenga que pasar, pasará." Antes de que pudiera responder, él se enderezó y salió de la habitación con pasos firmes, dejando tras de sí el aroma de su loción y la sensación de vacío en el aire. Amatista, aún sentada en la cama, lo escuchó bajar las escaleras y, finalmente, el sonido del motor del auto rompiendo la calma de la noche. Se recostó de nuevo, abrazando la almohada que conservaba el calor de Enzo. Miró al techo, su mente dando vueltas a esas tres palabras: "No lo sé." Aunque intentó convencerse de que él siempre volvía, esta vez no pudo evitar que una sombra de duda se instalara en su pecho.
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Índice
Capítulo 1 Mi objeto más deseado Capítulo 2 La soledad de la ausencia Capítulo 3 Un refugio en medio del caos Capítulo 4 El regreso de enzo Capítulo 5 Un día para nosotros Capítulo 6 El secreto de la gatita Capítulo 7 Entre terrenos y promesas Capítulo 8 El cumpleaños de enzo: la sombra del secreto Capítulo 9 El peso de las sombras Capítulo 10 La traición bajo la sombra Capítulo 11 Bajo el manto de la tempestad Capítulo 12 El sol y las sombras Capítulo 13 Bajo las sábanas del silencio Capítulo 14 Entre sombras y suspiros Capítulo 15 Bajo el silencio de la mansión Capítulo 16 El peso de la culpa Capítulo 17 Promesas que rompen el alma Capítulo 18 El secreto bajo la piel del lobo Capítulo 19 Un amor que enciende la tarde Capítulo 20 El contrato de prometida Capítulo 21 Entre sombras y compromisos Capítulo 22 Un aniversario silencioso Capítulo 23 Verdades a la luz: una noche en el club privado Capítulo 24 El eco de las decisiones Capítulo 25 Sombras y promesas Capítulo 26 Entre el amor y el control Capítulo 27 Entre secretos y verdades Capítulo 28 Marcas de lealtad y rivalidad Capítulo 29 La herida silenciosa Capítulo 30 La lección de enzo Capítulo 31 "El día que conocieron a 'gatita'" Capítulo 32 La noche en la mansión bourth Capítulo 33 Un día en la mansión bourth Capítulo 34 Entre amenazas y confesiones Capítulo 35 Sombras bajo la mansión bourth Capítulo 36 Bajo el sol del campo de golf Capítulo 37 Encuentros y tentaciones Capítulo 38 Miradas y confesiones Capítulo 39 La tentación en el camino a casa Capítulo 40 La llegada de enzo al club Capítulo 41 En la terraza del club Capítulo 42 Certezas bajo el sol Capítulo 43 La elegancia de lo cotidiano Capítulo 44 Bajo el sol del campo Capítulo 45 Bajo la mirada del club Capítulo 46 La fiesta de francesco Capítulo 47 Recuerdos y bromas en la fiesta de francesco Capítulo 48 Una mañana para dos Capítulo 49 Bajo el sol de la tarde Capítulo 50 Una noche de contrastes Capítulo 51 La intensidad de la noche Capítulo 52 Un juego de estrategias Capítulo 53 Compromisos en la mesa Capítulo 54 Compromisos y límites Capítulo 55 Estrategias y planes Capítulo 56 Una mesa de tensiones veladas Capítulo 57 Una dosis de dulzura y confusión Capítulo 58 Ecos de ambición y confianza Capítulo 59 Un amanecer truncado Capítulo 60 El cautiverio de amatista Capítulo 61 El tiempo se detiene Capítulo 62 El código de amatista Capítulo 63 El juego de las sombras Capítulo 64 Entre el miedo y la estrategia Capítulo 65 Entre las sombras y la resistencia Capítulo 66 La negociación con franco calpi Capítulo 67 El rastro de amatista Capítulo 68 La tormenta en calma Capítulo 69 La espera y la comodidad Capítulo 70 Retorno al refugio Capítulo 71 Entre sombras y luz Capítulo 72 La gran inauguración Capítulo 73 Juegos peligrosos Capítulo 74 Una noche solo nuestra Capítulo 75 Una mañana juntos Capítulo 76 Un desafío en el campo Capítulo 77 Un encuentro en la terraza Capítulo 78 Compromisos y nuevos comienzos Capítulo 79 Una tarde en el jardín Capítulo 80 Destino costa azul Capítulo 81 Un encuentro inesperado Capítulo 82 Una mañana de aventuras Capítulo 83 La lluvia y la sorpresa Capítulo 84 La verdad en la oscuridad Capítulo 85 El silencio en la mañana Capítulo 86 Una resaca para recordar Capítulo 87 "Sombras que se acercan" Capítulo 88 Entre regalos y secretos Capítulo 89 La reunión que perdura Capítulo 90 El compromiso silencioso Capítulo 91 La ira de enzo Capítulo 92 La verdad oculta Capítulo 93 El precio de la verdad Capítulo 94 Nervios y distracciones Capítulo 95 Encuentros y confesiones Capítulo 96 "El fantasma del pasado" Capítulo 97 La verdad oculta Capítulo 98 El silencio de la obsesión Capítulo 99 Decisiones y vigilancias Capítulo 100 El encuentro con clara Capítulo 101 Sombras y promesas Capítulo 102 En un lugar para ella Capítulo 103 Un nuevo comienzo Capítulo 104 Sombras entre el pasado y el presente Capítulo 105 El valor del cambio Capítulo 106 Entre sueños y cadenas Capítulo 107 La herida del orgullo Capítulo 108 Un amor en ruinas Capítulo 109 Siempre será su gatita Capítulo 110 Jugando con el poder Capítulo 111 Un acuerdo frío Capítulo 112 Un nuevo comienzo Capítulo 113 Bajo la luz de lune Capítulo 114 Entre sombras y café Capítulo 115 Nuevas direcciones Capítulo 116 Un destello en la multitud Capítulo 117 Sombras en la fiesta Capítulo 118 Secretos y revelaciones Capítulo 119 Una nueva vida en camino Capítulo 120 Protección y frustración Capítulo 121 La verdad a medias Capítulo 122 El límite de la lealtad Capítulo 123 Un paso hacia el cambio Capítulo 124 Protección en la mansión bourth Capítulo 125 Fiebre en la madrugada Capítulo 126 Una tarde de reuniones en la mansión bourth Capítulo 127 Espacios y silencio Capítulo 128 Interrupciones y confesiones Capítulo 129 Desayuno de conflictos Capítulo 130 Cunas y secretos Capítulo 131 Diez minutos más Capítulo 132 Preparativos y sospechas Capítulo 133 Bajo la seda de la noche Capítulo 134 Sombras entre diseños Capítulo 135 Un juego de ventaja Capítulo 136 Refugio en la calma Capítulo 137 La ira de enzo Capítulo 138 Ecos de la desconfianza Capítulo 139 Ecos de la ausencia Capítulo 140 Sombras en el silencio Capítulo 141 Silencios y revelaciones Capítulo 142 La ira del lobo Capítulo 143 La sombra de la sumisión Capítulo 144 Secretos Capítulo 145 Movimientos silenciosos Capítulo 146 Voces en la oscuridad Capítulo 147 Revelaciones entre sombras Capítulo 148 Hilos de orgullo y desprecio Capítulo 149 Encuentro en el ascensor Capítulo 150 La grieta en la oscuridad Capítulo 151 La sombra de la amenaza Capítulo 152 Revelaciones Capítulo 153 Pasado Capítulo 154 Última jugada Capítulo 155 Bajo la sombra del peligro Capítulo 156 Una huida desesperada Capítulo 157 Ecos del pasado Capítulo 158 La calma Capítulo 159 Refugio en la tormenta Capítulo 160 El adiós temporal Capítulo 161 Bajo presión Capítulo 162 Sabores de seducción Capítulo 163 Ecos de la pasión Capítulo 164 La almohada favorita Capítulo 165 Bajo las risas, la tensión Capítulo 166 Un reloj en el tiempo Capítulo 167 El juego de las sombras Capítulo 168 Interrogatorio a amatista Capítulo 169 La doble jugada Capítulo 170 Cazador y presa Capítulo 171 La espera inmóvil Capítulo 172 A un lado Capítulo 173 El peso de la venganza Capítulo 174 Frágil como el cristal Capítulo 175 La jaula dorada Capítulo 176 Un rastro de fuerza Capítulo 177 Entre la indiferencia y el deseo Capítulo 178 Jaque al rey Capítulo 179 Resaca y suplicio Capítulo 180 Despertar entre sus brazos Capítulo 181 Verdades y juegos Capítulo 182 Almuerzo entre risas y miradas Capítulo 183 Caza en marcha Capítulo 184 Entre poderes y sonrisas Capítulo 185 Conversaciones y juegos de poder Capítulo 186 La noche de reposo Capítulo 187 El inicio de la cacería Capítulo 188 Trampa en el camino Capítulo 189 La caída de un traidor Capítulo 190 Sorpresas en la mañana Capítulo 191 Advertencias al amanecer Capítulo 192 Celebrando a su manera Capítulo 193 Madrugada entre secretos y besos Capítulo 194 De vuelta a casa Capítulo 195 La celebración comienza Capítulo 196 Recuerdos en un girasol Capítulo 197 Aniversario inagotable Capítulo 198 Recuerdos del pasado Capítulo 199 Una noche de coincidencias Capítulo 200 Deseo incontrolable Capítulo 201 Al volante del deseo Capítulo 202 Interrupciones inesperadas Capítulo 203 Provocaciones peligrosas Capítulo 204 El contrataque de amatista Capítulo 205 Sin espacio para el pasado Capítulo 206 El precio de la provocación Capítulo 207 Un despertar en familia Capítulo 208 La única señora bourth Capítulo 209 El amanecer de un nuevo día Capítulo 210 Persistencia y tentación Capítulo 211 En sus brazos, siempre Capítulo 212 Juegos peligrosos en la oficina appCapítulo 213 Promesas selladas en la oficina appCapítulo 214 Dos meses de distancia appCapítulo 215 El mejor regalo app
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