Al llegar, las sirvientas le dijeron que Ariadna había salido a dar un paseo. No esperaba que saliera tan temprano y estaba preocupado de que se perdiera, así que decidió salir a buscarla. Para su sorpresa, se topó con ella en el momento en el que salió hacia la entrada. La vio con un vestido blanco y zapatos sin tacón y no pudo evitar quedar maravillado cuando la vio caminar hacia él. Con el cabello que le caía por la espalda y el rostro inocente, Ariadna era una vista para contemplar.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó la mujer con el ceño fruncido cuando lo vio de pie en la entrada.
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