—Señor Navarro…
Penélope de verdad sentía dolor. En ese momento, no le quedaba otra opción que mirar con pena a Valentín y esperar que la eligiera a ella. Penélope estaba muy segura de que todos los hombres del mundo eran iguales y que siempre engañarían a sus esposas. «No importa qué tan hermosa sea su esposa, siempre llegará el día en el que se canse de ella y, tarde o temprano, deseará a otra mujer». Además, estaba convencida de que Valentín la había elegido. «¡Debe tener sentimientos por mí!». La joven continuó mirándolo con ojos suplicantes y Valentín, en efecto, reaccionó.
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