Mientras tanto, luego de que Mario salió del banco, transfirió de inmediato el dinero a la empresa de jáqueres. Luego de que le prometieran que no lo acosarían más, continuó deambulando por un rato antes de regresar a la residencia Acuña.
En cuanto ingresó a la casa, vio a Raúl sentado en el sofá, quien lo miraba serio mientras bebía té. Al notarlo, a Mario le dio un vuelco el corazón y el miedo creció dentro de él, por lo que intentó calmarse y forzar una sonrisa.
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