Cuando terminaron con los arreglos, regresaron a salvo en el auto a la mansión Lago de los Arces. Sandra suspiró aliviada cuando vio que no había señal de que hubiera otro auto siguiéndolas.
«Antes de que el jefe se fuera al exterior, nos instruyó con seriedad a Bautista y a mí que protegiéramos a la señorita Morales, por lo tanto, estaré en graves problemas si recibe un mínimo rasguño. Por suerte, nada sucedió mientras escapábamos».
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