De inmediato, Ariadna se dio cuenta de que esas píldoras no eran como las que vendían en los mercados ya que las píldoras calmantes que había creado también podían proteger el sistema cardiovascular. En una situación extrema como esa, estabilizarían el cuerpo de la muchacha y le salvarían temporalmente la vida; sin embargo, esas píldoras tenían un costo elevado y, con solo ver la ropa de la pareja, Ariadna supo que no podían pagarlas.
Sacó su tarjeta de crédito del bolsillo y decidió pagar por ellos.
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