A pesar de eso, a Cintia ya le hervía la sangre cuando escuchó que Soledad usó el vestido de noche que debió haber usado Ariadna.
—No es necesario esperar, si todo lo demás falla… —La voz de Cintia era tan tajante como el hielo y dijo entre dientes—: ¿Sabes una cosa? Ya no puedo esperar, quiero que encuentres a un asesino que mate a Ariadna de inmediato.
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