Matías no podía entender la rabia de Hipólito hacia él y reprimió su impulso de luchar ya que podría hacerlo enojar aún más. Por lo tanto, permitió en silencio que los guardaespaldas lo retuvieran.
Hipólito caminó con odio hacia Cintia, quien estaba temblando del miedo. Enfurecido, pudo sentir cómo se le erizaba el vello de todo el cuerpo. Cintia se quedó petrificada, ya que el hombre que estaba ante ella parecía un implacable demonio del infierno. Finalmente, Hipólito detuvo sus pasos y se paró frente a ella. Sin pronunciar ni una palabra, alargó la mano para agarrarla del cuello y la miró con malicia.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread