—Me he hecho una prueba de ADN y he descubierto que no soy hija de Hipólito, pero María es mi madre —dijo con calma Ariadna.
Ella sabía que no podía ocultar la verdad si tenía que ir a juicio así que prefería reconocerla antes que dejar que Hipólito la expusiera de forma ruda. Cuando este escuchó la confesión de Ariadna, se rió a carcajadas.
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