Tras escuchar el bombardeo de preguntas de sus compañeros, Ariadna les dijo las respuestas. Justo entonces, sonó su teléfono: era Valentín.
—Lo siento. Me tengo que ir a casa. Revisemos nuestras respuestas en otro momento. Es mejor que nos preparemos para el examen de mañana de inglés londinense. Ya que el examen de matemática avanzada ya pasó, no tiene sentido que comparemos —dijo con un tono de disculpa mientras se levantaba.
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