No podían enviarla al monasterio, ya que no quería ver a cierta mujer siniestra; cualquier lugar era mejor que el monasterio. «Esa anciana siempre fue hostil conmigo, y es una mujer difícil de tratar. El monasterio es el único lugar al que nunca debería ir».
—A decir verdad, este último tiempo he ahorrado algo de dinero propio. —Se apresuró a decir Cintia mientras parpadeaba—. Puedo usarlo para reconstruir el edificio.
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