—No es que no quiera que lo vean, sino que él no quiere ver a nadie —comentó Nancy desesperadamente, retrayendo la mirada—. Está tan avergonzado de lo que ha hecho que no quiere enfrentarse a nadie; incluso se hubiera reunido con él si su madre y yo no se lo hubiéramos impedido.
Al decir eso, hizo que todos se sintieran mal por querer ver a Arón. Sin embargo, Laureano mantuvo la mirada fija en ella, cada vez sospechaba más del asunto.
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