Como la policía era muy eficiente, prepararon el auto y el dinero en poco tiempo. Luego, Gerónimo retuvo al oficial a punta de pistola mientras bajaba las escaleras. Justo cuando estaba por empujarlo para subirlo al auto y escapar, el rehén agachó la cabeza y le mordió la mano de forma feroz.
Este soltó el agarre debido al dolor y el oficial lo derribó a un costado. Los oficiales aprovecharon la oportunidad y le dispararon a la mano, lo que hizo que soltara el arma. En medio del caos, el rehén liberado buscó un arma y le disparó en la pierna. Solo entonces, los subordinados se abalanzaron para capturarlo.
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