Hacía una hora, la ama de llaves de Ana golpeó la puerta y le informó que la cena estaba lista después de haberse mirado al espejo lo suficiente.
Ana hizo que la ama de llaves, Amanda, entrara a la habitación y luego le susurró al oído. Amanda le había servido desde joven y nunca se había atrevido a desobedecerla, pero en esa ocasión estaba dubitativa después de escucharla.
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