En ese momento, los estudiantes estaban nerviosos; el texto no era largo, solo constaba de dos párrafos con más de doscientas palabras. Sin embargo, muchas palabras eran inusualmente largas y difíciles de pronunciar. Aunque Arturo había leído el texto dos veces, la mayoría de los alumnos no podían recordar el significado y la pronunciación de algunas palabras. El profesor flexionó los dedos y al mismo tiempo preguntó:
—¿Algún voluntario?
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