—Padre, Soledad, ambos están equivocados, lo llamé no porque quiera evitar la visita del médico, sino por el accidente con el vestido negro. Sospecho que Alfredo está metido en esto —exclamó Ariadna y encogió sus hombros mostrando inocencia, en su rostro no había emoción alguna.
Luego de escuchar esas palabras, Soledad estaba avergonzada. «¡Maldición, Ariadna se salió con la suya otra vez!».
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