Constantino tiró el palo al suelo y se dio una bofetada por culpa. Almendra sintió que se le estrujaba el corazón al verlo y se arrodilló ante su abuelo, rogándole que dejara de hacerse daño. Pese a que Constantino insistió, Almendra no quiso decirle quién era el padre y, cuando su abuelo le preguntó por sus planes, le dijo que se quedaría con el bebé. El hombre no estuvo de acuerdo con su decisión, pero cedió cuando ella se arrodilló ante él y lloró. No le permitió hacer ninguna tarea doméstica y le pidió que descansara bien.
—Abuelo, ¿por qué cocinaste guiso otra vez?
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