La palabra «hijo» dio en el blanco. Hipólito se había esforzado mucho para apoderarse de la inmensa fortuna de los Morales y para expulsarlos; le costó mucho tenerlo todo. No obstante, los humanos eran frágiles y, al final, morirían. No importaba si Ariadna era la esposa del presidente ejecutivo de Grupo Navarro, lo cierto era que ella jamás tendría el apellido de Hipólito.
«Podría ayudar aumentar mi riqueza, pero ese dinero sería insignificante si no hay nadie que herede mi legado. No quiero desperdiciar todo mi esfuerzo y que una vez muerto no haya nadie que visite mi sepultura. ¡Quiero un heredero! Al fin y al cabo, las hijas no son tan importantes como los hijos». Hipólito apretó los dientes, se había quitado la venda de los ojos y había tomado una decisión. Acto seguido, la llamó:
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread