—¿Una empresa de transporte marítimo? —preguntó Ariadna con sospecha—. ¿El dueño legal de esa empresa está detrás de esto?
—No, él es un empresario común y corriente. Hay algo que no cuadra. Es medio extraño que un dueño legítimo de una empresa tan grande sea una persona común y corriente. De todas formas, una vez que hayamos identificado de forma adecuada al hombre, podremos continuar con las investigaciones —continuó Hernán sacudiendo la cabeza.
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