Valentín le agarró la mano y se quedó en silencio. Enseguida, Ariadna supo lo que pasaba, así que se sonrojó y sacó la mano. No dejaba de mirarlo y seguir sonrojándose. «¡Qué atrevido es!». Valentín se le acercó y le susurró al oído:
—¿Puedes sentir mi deseo? Te extrañé mucho.
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