Luego de entregarle el teléfono a Salvador, Ariadna le dio a Sandra algunas instrucciones y espero paciente para dirigirse al lugar.
En cuanto Donato, quien la había estado observando en secreto, vio su enorme sonrisa sintió que se le aceleraba el corazón. «Pensé que aborrecía a Ariadna, pero resulta que no la he olvidado».
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