Como Ariadna no decía nada, Yeimi se ponía cada vez más furiosa. A cualquiera le molestaría que lo ignoren, sobre todo si se trata de un rival en cuestiones amorosas.
—¿Estas satisfecha? Aunque Corni valore tus habilidades médicas, no hay manera de que te conviertas en la jefa de familia. Sigue soñando —dijo mientras apretaba los dientes.
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