El conductor se impacientaba al ver que no se podían ir. La mujer hizo una mueca con la boca cuando escuchó al taxista que la apresuraba y miró al hombre en el auto que no se movía. «¿Por qué tengo tanta mala suerte? Es la primera vez que salgo a un bar a mejorar mi humor y este extraño se aferra a mí antes de que siquiera pudiera entrar».
—Ey, si no me dice a dónde vive, lo tiraré del auto —lo amenazó, pero no funcionó, ya que Hernán seguía sin responder.
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